“Me sacaron una placa que hacía como 20 años que tenía, de la época en la que jugaba. Y ya me estaba molestando y no me dejaba dormir bien”. Así explicaba Gustavo Munúa el por qué de esa férula, en una tarde-noche distinta y en la que no habló. ¿Razones?, no hubo, pero tampoco hay que estar “viendo debajo del agua” para encontrar o imaginar algo, más allá de que sorprende porque Gustavo Munúa habló siempre luego de los partidos.
Su equipo ganó. ¿Habrá quedado conforme?, se supone que no. El humor de la gente se mueve por los resultados y el hincha se fue contento de la cancha porque el equipo ganó. Pero el balance, el análisis de la actuación no fue positivo. El rendimiento de Unión fue, siendo generoso, apenas discreto. ¿Ganó bien?, sí, ganó bien. ¿Fue superior al rival?, en varios pasajes lo demostró, al menos en cuanto a la actitud y la manera de ir a buscar los tres puntos.
Fue un partido de “el que hace el gol, gana”. Típico partido en el que cuesta convertir y es estrictamente necesario no cometer un solo error defensivo porque puede resultar letal. Estas “historias”, generalmente, Unión las terminó padeciendo: 1) la de equipos que retrocedían en la cancha y le regalaban terreno y pelota; 2) equipos que aprovechaban ese adelantamiento para complicarlo, atacando menos pero siendo más oportunista y contundente; y 3) los problemas de Unión para aprovechar las situaciones generadas, en caso de tenerlas.
Ese típico “gasto”, Unión lo hacía siempre y no siempre ganaba. Incluso, muchos partidos los terminó empatando o perdiendo jugando mejor que el sábado. Sin ir más lejos, lo de Rosario Central es un claro ejemplo. Unión jugó un primer tiempo en Arroyito donde marcó diferencias sobre el rival, con un nivel de juego que fue de aceptable a bueno. La caída vertical y estrepitosa en el segundo tiempo no sólo provocó el empate del rival, sino que Central haya tenido chances ciertas de quedarse con todo.
En esta ocasión, Arsenal llevó adelante un plan muy claro: neutralizar a Unión, llevarlo rápidamente al terreno de la impotencia y aprovechar la posibilidad de encontrarlo mal parado o desordenado defensivamente, para ejecutarlo.
Era un partido que se podía definir en alguna pelota quieta o en alguna jugada esporádica y confusa como la que le dio el gol a Luna Diale. Algunos señalaron que hubo posición adelantada, en el momento en el que Marabel vuelca la pelota hacia el centro del arco y encuentra a Luna Diale prácticamente parado en la raya de sentencia. Da la sensación de que la pelota roza o directamente rebota en un defensor de Arsenal y de allí va hacia la posición de Luna Diale. La revisaron y finalmente otorgaron el gol. Fue una “corajeada” de Corvalán, uno de los jugadores para rescatar, junto con Machuca y lo bien que entró Federico Vera en el complemento (¿no será provechoso, en su futuro, probarlo como volante por derecha en lugar de marcador de punta, repitiendo lo que se hizo en el clásico del 2 a 2 en el Centenario?).
Le quedan cuatro partidos a Unión, con chances matemáticas que, en realidad, no son factibles si se hace un análisis real de la situación. Será casi imposible que Unión pueda descontar la diferencia, aún ganando todo lo que resta. Además, los partidos no son fáciles: dos de visitante ante Defensa y Justicia y Atlético Tucumán, uno de local ante Central Córdoba y el partido que está postergado frente a Talleres, en la Docta, que no tiene fecha y es muy posible que se juegue, tal cual lo señaló Andrés Fassi alguna vez, cuando termine el torneo. Y para colmo de males, con Talleres metido en las semifinales de la Copa Argentina.