(Enviado Especial a Tucumán)
El Tate cayó en Tucumán ante un rival que propuso mucha lucha y aprovechó un penal para ganar por la mínima diferencia. El rendimiento no tuvo nada que ver con lo del sábado pasado ante Independiente.
(Enviado Especial a Tucumán)
Unión vio en seis días la dos caras de la moneda. Pasó de ese rendimiento notable y sorprendente ante Independiente, a este partido de pocas luces y en el que entró en el terreno de la lucha y el juego a presión que le propuso un rival necesitado e impetuoso, que le terminó ganando con el aprovechamiento de una sola jugada: el penal.
Se había visto muy poco en ese inicio de escasos espacios, mucha marca y falta de claridad en los dos. Unión apretaba en el medio y cuando recuperaba la pelota trataba de darle velocidad, pero no llegaba con peligrosidad, salvo en una muy buena jugada de pelota quieta, cuando de un córner, Zenón sacó la pelota del área con notable pegada y Roldán la empalmó, encontrando el rebote en un rival cuando podía llevarle preocupación a Marchiori. Pasaba poco, hasta que Vera desplazó adentro del área a Coronel, Gariano vio falta, cobró y el mismo Coronel se encargó de convertir en gol ese remate desde los doce pasos.
Cambió el partido, porque reaccionó Unión y aparecieron espacios. Duró un ratito, suficiente para que Unión tuviese un par de situaciones, sobre todo un remate de Luna Diale que pegó de manera providencial en un defensor tucumano. Enseguida se volvió a acomodar Atlético y Unión perdió claridad en el juego. La imprecisión en la zona del mediocampo fue la que impidió generar el armado de una maniobra de peligro. Tapada la subida de Vera por derecha luego de un par de escaladas, tampoco el equipo del Kily encontró la chance de crear espacios por el otro costado, donde Tesuri clausuraba el lateral conteniendo no sólo la proyección de Zenón, sino las apariciones de Machuca.
Tampoco era bueno lo de Atlético, que sacó la leve ventaja a través del jugador más desequilibrante que tenía el partido (Coronel) y eso le alcanzaba para ir ganando el partido sin marcar diferencias sobre Unión.
No dejó una buena imagen Unión en ese primer tiempo de poco juego, con volantes que aportaron poco, incómodos ante la presión constante de un rival que tampoco hizo demasiado, pero que contó con una situación propicia (el penal) y no la desperdició.
Las imprecisiones, sobre todo en las pelotas largas que salían desde el fondo, eran un común denominador. A Unión le costaba mucho asociarse en la corta y erraba en la búsqueda, con el pelotazo, de algún espacio vacío para generar juego. A Machuca lo marcaban entre tres cuando recibía la pelota (mucho por izquierda en el primer tiempo, alternando más por derecha en el segundo) y el Kily advirtió que a esa falta de fútbol había que tratar de solucionarla de alguna manera y por eso puso a Cañete por Luna Diale cuando recién se jugaba el cuarto de hora del segundo tiempo.
Era demasiado poco el esfuerzo de Vera para volver a adquirir protagonismo con sus subidas por derecha, ahora encontrando un interlocutor válido en Machuca. Muy escaso como para alentar alguna expectativa favorable para llegar al empate.
Antes de la media hora del segundo tiempo, el Kily cambió esquema. Dejó la línea de cinco para meter un volante (Aued) por un defensor (Paz) y puso a Castrillón en ataque, en reemplazo de un Domina que fue muy poco abastecido y terminó luchando más que jugando frente a los defensores adversarios.
El partido se hizo muy cortado. Entre la desesperación de Atlético porque el tiempo pase y mantener así la ventaja mínima lograda, más la impotencia de Unión (un taco de Piris adentro del área que encontró bien ubicado a Marchiori fue de lo poquito para rescatar), el trámite perdió toda intensidad y careció de claridad y lucidez por parte de los dos.
Ese Unión desdibujado no encontró nunca la luz que lo alumbre en la noche tucumana. Moyano le tapó un mano a mano en el final a Pereyra, que le pudo dar mayor amplitud en el resultado a Atlético.