(Enviado Especial a San Nicolás)
La ilusión duró sólo 15 minutos, que fue lo único rescatable. Desde ahí y hasta el final, el equipo de Munúa entró en la confusión y por momentos la impotencia. En una semana, se quedó sin copas. Banfield le dio vuelta el resultado y lo ganó bien.
(Enviado Especial a San Nicolás)
Se terminó el sueño copero de Unión. El arranque fue sólo un oasis, un abrir y cerrar de ojos demasiado rápido y peligroso. El equipo de Munúa encontró rápidamente la luz, pero enseguida la apagó. Y así jugó gran parte del partido, en la nebulosa, entreverado, sin fluidez en el juego, controlado por el rival y por momentos superado. Ni siquiera los cambios consiguieron modificar un estado de situación que fue negativo e irreversible a partir de los 15 minutos. A poco se podía aspirar cuando el equipo estuvo desaparecido durante tanto tiempo.
Fue muy bueno el inicio de partido de Unión, pero apenas duró 15 minutos. Es que el gol le marcó un antes y un después. En el antes, presionó, se posicionó en el terreno adversario, lo complicó por el sector de Coronel (buen trabajo de Corvalán-Castrillón en ese pasaje inicial) y llegó al gol de manera justiciera. En el después, a partir del momento del gol de Luna Diale (otro de los que empezó bien y luego se fue diluyendo y perdiendo gravitación), Unión se fue cayendo y permitió que Banfield empezara a manejar el partido. Primero, recuperando la pelota a través de la dupla de volantes centrales (Cabrera y Domingo) y luego, intentando llegar a las inmediaciones de Mele a partir de la propuesta de Dátolo, uno de los mejores (o el mejor) de ese primer tiempo.
Unión estuvo vivo, despierto y ágil en el pasaje inicial. Incluso, esa postura la llevó a la concreción del gol, cuando Roldán sacó rápidamente un tiro libre para que Castrillón aproveche el espacio que le dejó Coronel y metió el pase al medio que alcanzó a ser tocado por Luna Diale para dejar sin chances a Cambesses. Lo ganaba bien Unión, que salía con firmeza y precisión desde atrás, que no rifaba la pelota e inclinaba la cancha con mucha decisión hacia el arco rival.
El partido cambió rápidamente de dueño. Es cierto que Banfield no tenía profundidad y que solamente complicaba cuando lograba ganar terreno por izquierda, con la subida de Eseiza y sus encuentros con Urzi, que se volcaba mucho por ese sector. Por adentro, Calderón y Polenta no tenían problemas para controlar al siempre temible Enrique. Y Banfield había logrado, en definitiva, cambiar el rumbo del partido sólo por tener más la pelota y porque Unión se desencontraba en el medio, regalaba desde el fondo por los pelotazos que sacaban los defensores y que generalmente terminaban en un rechazo o en el inicio de una jugada a favor del rival.
Y sobre el cierre del primer tiempo, Roldán perdió una pelota de manera poco creíble en las inmediaciones del área y a Calderón no le quedó otra que cometer una infracción que generó un tiro libre brillantemente ejecutado por Dátolo, con mucha comba y clavando la pelota en el ángulo superior izquierdo de Mele, que hizo más espectacular el gol con su estirada infructuosa. Era justicia, porque Unión casi desapareció del partido después de 15 minutos muy buenos, que se terminaron ahí, en ese pasaje inicial que le permitió llegar al gol.
Unión entró totalmente dormido y esa circunstancia fue bien aprovechada por Banfield para llegar al gol. Coronel entró llamativamente solo frente a un rival desconcentrado, metió el cabezazo y dio vuelta el resultado. Ya por ese entonces, Banfield, de la mano de Dátolo y de la dupla de volantes centrales, manejaba el partido, algo que se mantuvo hasta el final del partido.
Banfield se hizo dueño del trámite a partir de frenar el ritmo, de cortar el circuito por los laterales (tomó nota Vivas, puso a Coronel y Eseiza y logró controlar un sector muy conflictivo en el partido del sábado pasado) y de manejar la pelota. A Unión le costó en todo momento volver a llevar el partido al terreno que más le convenía. Lo consiguió en parte sobre el final, cuando Gallegos tuvo un mano a mano que le tapó bien Cambesses y Machuca tuvo dos jugadas adentro del área que no supo resolver.
Pretender el empate era casi una quimera. Unión no tenía fluidez en el juego y tampoco lo consiguió cuando Munúa tiró a la cancha a Zenón, Machuca, Gallegos y Cañete para tratar de cambiar un partido que le era esquivo. Vivas terminó armando línea de cinco y Unión pasó a depender de algún error o de una jugada aislada que nunca llegó.
La imagen desdibujada de 75 de los 90 minutos fue el común denominador. No se puede aspirar a mucho cuando apenas se juega un cuarto de hora y el equipo entra en la confusión futbolística hasta el final. Por eso, no hay demasiado para cuestionar respecto de la legitimidad y justicia del resultado.
La ilusión de Unión se hizo añicos, paradójicamente, después del gol de Luna Diale. En lugar de crecer, de envalentonarse y de aprovechar la circunstancia favorable, el equipo se fue desdibujando peligrosamente y perdió bien.