Era gol legítimo de Claudio Corvalán, pero entre el asistente en campo y la casilla oscura de Ezeiza favorecieron a Boca. Vez número mil que lo escribo: ¡van a terminar matando al fútbol!
No demoran porque trazan líneas, demoran para ver de qué manera favorecen a los grandes y poderosos. Dos mentiras se terminaron este jueves. Primero, basta de esa pelotudez armada de “Vigliano es el mejor juez de VAR de la Argentina”. Segundo, esa idea de “Boca no necesita de estas cosas para ganarle a Unión”. En realidad, este Boca sí necesita de estas trampas para no perder con Unión.
“No veo el off-side de ninguna forma”, comentaba el respetable Juan Pablo Varsky en la transmisión de TNT Sports. Al toque del fallo, el comentarista decía “Está queriendo compensar Merlos, se dio cuenta”.
Lo cierto es que lo que era un golazo, por la asistencia magistral de Machuca al pique para romper de Corvalán, terminó en nada. Se tomaron los minutos para darle forma al asalto, entre Mauro Vigliano y Luis Robo Medina; instalados con diez cámaras, café caliente y a 500 kilómetros del 15 de Abril.
“No hay manera que el hombro de Corvalán esté en la misma línea de Valentini”, repetía la transmisión oficial de la TV. “Es increíble las líneas que trazaron para justificar”, aportaba el relator. “Geométricamente te bochan”, agregaban.
En ese contexto de “compensar”, la expulsión de Rolón fue un acting para la gilada. Algo así como “te robé un millón de dólares pero al otro día te llevé de regalo una torta de chocolate”.
Estaba más que claro que Unión, que venía sin poder resolver el Síndrome de Méndez (hubo banderita con dedicatoria de “Traidor” en Pujato), debía acusar este golpe y robo mortal. Se planchó el Tate después del saqueo de Alí, Babá y Vigliano desde Ezeiza. Le quedó una a Luna Diale, luego de gran asistencia de Dómina, pero la agarró mordida y la tiró afuera. Sobre el final, les dio “cosita” el primer robo a Corvalán, que le perdonaron un claro off-side (volvía el “Mugre”) para que se tire Romero y salve a Boca. Además, “la había pedido” el capitán tatengue: ¡les faltó cobrar esa también!.
En la previa de este cruce número 65 del historial entre tatengues y xeneizes, la pregunta que daba vueltas por los rincones del 15 de Abril era una sola: ¿qué Unión saldría a jugar contra el irregular once de Almirón?. El del 3-0 contra Independiente que fue una maquinita o ese equipo distinto y distante de la noche tucumana cuando debutó el “Kily”.
Porque además, estos 90 minutos contra Boca, darían varias respuestas al mismo tiempo. Pasar de casi todo a casi nada, en apenas cinco días, parecía explicarse mucho más desde la cabeza de los jugadores (ahora sí, con Calderón, los mismos once) que desde las piernas. Esa distancia astronómica entre un Unión y otro Unión parecía resumirse en un solo montaje: el portazo sorpresivo del “Gallego” Sebastián Méndez al irse de un día para el otro a Vélez.
De un equipo guapo, con Machuca abanderado; a un equipo desconocido, con jugadores desconocidos y resultado conocido en el Jardín de la República.
En ese primer tiempo, las respuestas a la pregunta ¿qué Unión saldría a jugar contra Boca? caminaron para el lado positivo, porque se vio una actitud importante sin hacer locuras ni descuidarse. Y porque de los dos arqueros, si uno se revolcó, ése fue “Chiquito” Romero por encima de Moyano.
El lugar que Unión eligió para atacar y hacer daño fue el ala izquierda, donde Kevin Zenón fue una pesadilla para toda el ala derecha de Boca.
A los 7, desborde del correntino con centro, remate bloqueado de Dómina y segundo remate desviado de Paz. A los 12, buscapié cruzado de Kevin que no puede corregir Gordillo, tirándose por el segundo palo. A los 18, linda bola cortada de Corvalán, pique al vacío de Luna Diale y Romero al piso para alejar el peligro.
A los 34, un tapadón bajo y enorme de “Chiquito”, evitó el premio para el mejor jugador de ese primer capítulo: se lo sacó abajo, en la vieja ratonera, a…¡sí a Zenón!. Antes, el desborde de Machuca lo había puesto, con el venenoso centro atrás, de frente a Dómina, pero el chico del IPEI fue bloqueado por Figal. Por último, antes del corte de Merlos, anulada a Dómina que reventó el caño.
Fue todo de Unión, entre aproximaciones y llegadas. De un lado, Zenón; del otro, Romero, explicaban el 0 a 0. ¿En el otro arco?: apenas un cabezazo de Valentini con Moyano haciendo vista.
Cuando arrancó el complemento, pasó lo que pasó y está explicado en el inicio del comentario. “Más que trazar líneas, armaron una diagonal para perjudicar a Unión”, comentaban los colegas nacionales. ¡Los que cubren Boca!. Increíble pero real.
Fue robo, choreo, saqueo, despojo. A cara descubierta. No se recuerda, desde que se instaló el VAR en la Argentina, una entradera tan descarada en condición de local y ante su propia gente, como sufrió Unión en el 15 de Abril.
En la cancha, la sangre y ganas del correntino Kevin Zenón fueron las banderas de un lastimado Unión. Y ese correntino de estos tiempos digitales hizo acordar a un correntino de los tiempos analógicos. Desde aquél 23 de septiembre de 1994, cuando desaparecieron 3.2 millones de dólares del tesoro del Banco Nación sucursal Santa Fe, que la ciudad de Garay no presenciaba un robo así. Con la “M” de Mario. Con la “M” de Mauro. El otro robo del siglo, otra vez en Santa Fe. Ahora, contra Unión.