(Enviado Especial a Buenos Aires)
Fue el choque de dos equipos llenos de cambios. Boca sólo fue superior en algunos pasajes del primer tiempo, pero en el complemento Unión no sufrió nunca y en el final arrimó peligro de contragolpe. Debutaron Castrillón y Troyansky. En la última jugada, dos intervenciones del VAR le dieron la victoria en el cumpleaños de Riquelme.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Orden, dignidad y sacrificio fueron los atributos de Unión en ese primer tiempo definido a puros penales. La eficacia tatengue fue total: atacó una sola vez y fue gol. Penal de Campuzano a Nardoni después de una buena jugada de Machuca y “Pajarito” Juárez se encargó de superar a García con un remate abajo, que no obstante fue manoteado por el arquero, que no pudo desviarlo.
Boca fue más con la pelota. Sobre todo por la incidencia en el trámite que tuvo Salvio, volcando por izquierda, a las espaldas de Machuca que bastante tenía para tratar de frenar la trepada de Fabbra por allí. Salvio entró mucho en juego, se asoció con Aaron Molina y le dejó lugar a la subida de Fabbra. Se complicó el panorama para Unión por ese costado, más allá del esfuerzo que ponía Gerometta, del retroceso de Machuca –muy preocupado por no dejar espacios a sus espaldas- y el corrimiento de Nardoni para colaborar con ellos.
Unión no pudo aguantar mucho la pelota en el terreno rival. Cuando la defensa rechazó, cayó casi siempre en los pies o en el espacio donde había un rival. Gallegos se las ingenió para colaborar, generó algunas infracciones en su perjuicio pero siempre lejos de García. En general, Unión achicó espacios en 25 metros, pero a partir de la mitad de cancha. No salió a apretar arriba, porque la idea fue que Boca se viniera y cuando se logre recuperar la pelota, salir rápido de contragolpe. Algo lento Cañete, más allá de que es un jugador que asegura dominio de la pelota y cierta claridad y mucha disciplina en general pensando en que el objetivo principal era el de cortar el circuito del rival.
Boca, con mejor manejo del juego, lo fue llevando a Unión contra su propia área y llegó el penal de Esquivel en perjuicio de Nardoni, que Salvio se encargó de convertir. Impuso justicia ese gol, porque más allá de lo práctico y contunden te de Unión, Boca había sido más en el manejo de la pelota. Y no merecía ir perdiendo.
Si hubo algo que Unión tuvo en claro, es que no debía ser un equipo largo. Es cierto que Boca tenía un dominio de la pelota y del terreno, pero no llegaba con posibilidades al arco de Moyano. El primer retoque de Berman se dio con los ingresos de Luna Diale y Zenón por Cañete (todavía le falta ritmo de competencia) y Machuca.
El partido se acható, a los dos les faltaba frescura. Boca quería asumir la iniciativa pero cada vez le costaba más; Unión no se metía atrás, mantenía el orden pero convertía a García en un espectador más. A los 20 se vinieron los cambios masivos. En medio de la modorra, Troyansky y Castrillón a la cancha por Gallegos y Juárez, en tanto que Zeballos y Villa fueron las elecciones de Battaglia.
El espectáculo no estaba en la cancha, sino en las tribunas. Con Pol Fernández y Oscar Romero, Battaglia buscó el fútbol y la claridad que no tenía. El juego de Boca era intrascendente, con más dominio pero sin profundidad. Y Unión, sin perder el orden, aplicado en todos los sectores de la cancha, lo tuvo controlado y lejos de Moyano.
Esa solidez defensiva de Unión le rindió frutos. Y la parsimonia y falta de ideas de Boca hizo el resto para que Unión vea transcurrir los minutos sin zozobras. Eso le convino a Unión, porque lo de Boca se fue haciendo cada vez más impotente. Por las dudas y ante el cansancio manifiesto de Esquivel, Berman puso a Corvalán para que clausure el sector izquierdo defensivo, por el que se tiró el habilidoso Zeballos.
Buen punto de Unión, supo aguantar bien el partido, fue ordenado, sólido y llegó al final sin sufrimientos. Más todavía, la más clara en ese final la tuvo Unión con Castrillón, que recibió un pase atrás de Gerometta y tuvo tranquilidad para parar la pelota pero no tuvo puntería para el remate final.
Hasta que llegó el penal de Izquierdoz a Portillo, cuando Unión era más peligroso que Boca. El VAR determinó que fue adentro, cuando el árbitro lo había visto afuera. Lo corrigió el VAR a Falcón Pérez. Fue la última jugada. Troyansky le pegó y tapó García, pero se adelantó. El mismo Troyansky volvió a ejecutar y esta vez fue gol, como para amargar toda la fiesta que se preparó por el cumpleaños de Riquelme.