Unión tiene su cuento de la buena pipa: crear, errar y luego padecer
En un partido cambiante, no aprovechó varias situaciones al principio y arrancó perdiendo; luego lo dio vuelta y no supo cuidar el resultado. Siguió desperdiciando y lo perdió por su falta de eficacia arriba y solidez atrás.
Munúa tendrá que revisar algunas cosas. Es muy injusto achacarle la idea, porque la idea es lo mejor que tiene. Lo manda al frente al equipo, sale a ganar sin especular en ningún momento y esa actitud no es para criticarle. En todo caso, deberá trabajar sobre los dos sectores básicos en los que se definen los partidos, que son las áreas. Primero, para que a su equipo no le conviertan tanto (en todos los partidos que lleva dirigidos, a Unión le convirtieron goles); y segundo, para que se aproveche mejor la cantidad muchas veces “industrial” de situaciones de peligro que genera.
Con el partido 0 a 0, Unión había tenido cuatro situaciones de gol. Incluso, una de ellas fue un pelotazo que se estrelló en el poste. Pero en la primera llegada de Defensa y Justicia, llegó un centro bajo y profundo que conectó Merentiel y ese mejor comienzo de Unión se desmoronó. ¿Era injusto?, “súper” injusto. Pero el fútbol, hasta que a alguno no se le ocurra lo contrario, se define por goles. Y mientras Unión creaba y erraba, Defensa aprovechaba lo que en mucha menor medida gestaba frente al arco de enfrente.
Cuando terminó el primer tiempo con el resultado a favor de Unión porque un cabezazo de Brítez en una pelota quieta y un remate “pifiado” de Corvalán que se elevó y cayó en el ángulo de Unsaín dieron vuelta el marcador, había una sensación de justicia. De los dos, el que más había buscado era Unión. A veces con claridad, sobre todo cuando la pelota era jugada por el costado izquierdo en el que Gastón González se cansaba de complicar; y en otras oportunidades atropellando, con más ímpetu que fútbol pero siempre mostrando una actitud abierta y ofensiva que se traslucía en situaciones de peligro frente al arco rival.
Pero hay algo que viene dándose seguido y que es un aspecto en el que Munúa tendrá que trabajar y los jugadores, sobre todo, también deberán entender. Los errores se pagan caro. En el segundo gol de Defensa, una pifia por apresuramiento de Calderón para rechazar la pelota, hizo que se provocara un córner totalmente evitable. Y de allí vino el centro que no se puede despejar y que Bou aprovecha para clavar la pelota en el arco de Moyano. Y en el tercero, una pelota que se pierde arriba, que toma mal parado y en retroceso al equipo, que no puede resolver Nardoni cuando parecía que la tenía ganada y que también termina aprovechando Bou para meter otro remate de lejos que no pudo contener Moyano.
Sin elementos para manejar un partido que se ganaba, desperdiciando más situaciones ante el arco de Unsaín y sin respuesta desde el banco. Munúa apeló a un intrascendente Cordero para que ingrese por Machuca y colocar en consecuencia un doble “9”; después intentó con Peñailillo por Nardoni y con Juárez por Vera. Cuando entró el chileno, lo mandó a González a jugar por derecha pero enseguida sacó a Vera, con lo cuál el equipo quedó con tres en defensa y sin un diestro que desborde por ese costado, ya que el “Pajarito” Juárez se ubicó en una posición netamente central en la cancha, detrás de los delanteros. Conclusión: se fue apagando González, que había sido el mejor jugador de Unión pero atacando por izquierda y no mejoraron ni cambiaron nada los que entraron.
Este proceso de Munúa es digno de ser respaldado a través de la idea futbolística, de las buenas intenciones, de esa identidad que el uruguayo busca y que lo define como un técnico ofensivo, que piensa en el arco de enfrente. Son siete partidos nomás, con un plantel que no armó, que tiene una deuda interna profunda (perdió de local más veces de las que ganó y eso no se puede tolerar, máxime cuando hace poco tiempo la situación era diametralmente opuesta y Unión era un equipo implacable en el 15 de Abril) y hay que darle tiempo por más que no le quede mucho hilo en el carretel para desperdiciar porque el torneo se termina y el objetivo de entrar en la Sudamericana se diluye con estos resultados. Pero hay fallas reiterativas y peligrosas en este Unión. Y tienen que ver con la cantidad de goles que le convierten, porque lo transforma en un equipo frágil, poco sólido. Y porque a pesar de que marca goles, éstos llegan merced a la creación de una cantidad muchas veces excesiva de situaciones claras que, al no ser aprovechadas, ponen en riesgo el resultado. El pasaje inicial de este partido con Defensa y Justicia es la muestra clara. En el minuto 19, cuando vino el gol de Merentiel en la primera llegada clara de la visita, Unión había tenido cuatro situaciones para abrir el marcador. Y resulta que al partido lo perdía y tenía que salir a darlo vuelta y a lidiar con esa desventaja. Y después, cuando se necesitaba de solvencia y mayor seguridad para cuidar el 2-1 favorable de los primeros 45 minutos, Defensa lo dio vuelta con dos zapatazos desde afuera del área.
Quizás no haya que cambiar la idea (sería un error por todo lo que ha pregonado, seguramente, el técnico a sus jugadores desde el primer contacto que tuvo con ellos). Pero será necesario revisar esos detalles que definen partidos. Sobre todo lo que pasa en las dos áreas. Y ahí, en esos dos lugares clave, Unión casi siempre pierde.