Hay algo que es indiscutible en el fútbol: la importancia de la calidad individual. Los jugadores son los que desequilibran. Los esquemas, el funcionamiento, el ordenamiento colectivo es sumamente importante. Pero ante la jerarquía individual no hay esquema que resista. En partidos muy cerrados, con alta dosis de impotencia por no poder abrir a la defensa rival, hace falta que alguien acierte. Y Unión no tuvo a ese "alguien" para ganar el partido. Algo -la posible victoria- por lo que hizo bastante más que su rival.
Nelson Acevedo (6) terminó siendo el más criterioso en el manejo de la pelota en el inicio de la jugada. Se hizo dueño del medio, se replegó lo suficiente para escapar a la marca de Vázquez y Bravo y desde allí salió con claridad. Cañete (5) trató de acompañar, pero debió aprovechar mejor las espaldas de los dos volantes centrales de Sarmiento. Ese sector, precisamente, fue el que Unión no utilizó. No lo hizo Cañete, tampoco Acevedo (el más retrasado de los dos volantes centrales) ni tampoco Zenón (5), que tuvo mayor preponderancia en el arranque del partido pero que luego fue perdiendo gravitación.
Moyano (5) tuvo que revolcarse en un par de ocasiones en el primer tiempo, sobre todo con los intentos de Borasi y Alaniz por el sector derecho defensivo de Unión. En el complemento, fue un espectador más. Calderón (5) tuvo que estar atento a marcar el sector de Vera cuando éste se iba al ataque, porque la peligrosidad de Sarmiento estaba muy marcada por ese sector. Galván (5) trabajó bastante en la marca de Torres y tratando de ordenar a una defensa que no tuvo demasiados contratiempos y Portillo (5) volvió a cumplir con su habitual dosis de solidez, ganando solvencia a medida que van pasando los partidos.
Vera (4) tuvo empuje y decisión con un par de proyecciones ofensivas, pero volvió a tener inconvenientes a la hora de marcar, aspecto en el que tendrá que trabajar porque sin dudas que es su déficit. Insisto en un detalle: el problema no es sólamente de Vera, sino del sistema. Como ocurre con Peñailillo (5) por el otro costado, si la idea es que los dos marcadores-volante lleguen hasta el fondo y desborden, necesitan que el equipo los ayude en el retroceso. En el caso de Peñailillo, su mejor momento coincidió con el mejor de Unión, que fue en el arranque del partido, cuando metió dos o tres centros profundos que no tuvieron la justeza necesaria para que le llegue a la cabeza de algún compañero.
Arriba, Machuca (5) tuvo dos ocasiones que no supo resolver. En una, se dejó atorar por el arquero y le pateó a las piernas (era mano a mano) y en la otra no le entró bien a una pelota que quedó boyando casi dentro del área chica. Encaró en velocidad y a veces complicó. García (4) corrió mucho pero tuvo una jugada muy clara en un centro que le puso Blasi y no cabeceó bien.
De los que entraron, Borgnino (5) tuvo movilidad, no se quedó estacionado por la izquierda y se animó en un par de ocasiones a intentar el remate desde afuera. Blasi (5) se sumó al ataque en la parte final pero el objetivo principal de su ingreso fue el de desbaratar el tándem Alaniz-Borasi que complicaba por el costado derecho de la defensa. González (5) trató de hacer prevalecer su potencia física y lo logró en un par de jugadas, cuando Azconzábal modificó el sistema ante la salida de Portillo y ya Unión quedó con cuatro atrás, soltando a los dos marcadores de punta ante la ausencia de delanteros en el rival. Insaurralde y Márquez entraron cuando ya expiraba el tiempo reglamentario y no tuvieron posibilidades de meterse en el partido.