Con la cabeza fría, Unión define el DT y qué quiere para el 2023
El plantel fue licenciado, Munúa se quedó en Santa Fe y habrá reunión con la secretaría técnica y también con los dirigentes.
Imanol Machuca, en algún momento resistido por la gente, se terminó ganando una de las ovaciones cuando fue reemplazado el sábado. Es uno de los jugadores que creció muchísimo en este último tiempo. Crédito: Luis Cetraro
Más allá de las banderas y también de la reacción de los hinchas y los insultos a los dirigentes, Unión necesita calma, reflexión y ver más allá de un ocasional resultado deportivo. Seguramente, si el equipo hubiese ganado este partido ante los santiagueños, la reacción habría sido otra; o por lo menos, no hubiese sido la misma de lo que fue.
Esa calma y reflexión -atributos y virtudes indispensables que debe tener un dirigente en el terreno que fuere- debe abarcar todo. Unión cerró el año con malos resultados deportivos (eso no se discute), pero en un contexto en el que hubieron cosas positivas: la actuación en la Sudamericana con una clasificación impensada para muchos, la promoción de jugadores de las inferiores (Unión tuvo el plantel más juvenil de Primera División en cuanto al promedio de edad) y resultados que en algún momento alentaron expectativas muy favorables (en este torneo que finaliza, lo que se cosechó hasta la fecha 13).
Hay que tomar determinaciones. La principal es definir la continuidad o no del técnico. A los jugadores se los licenció y sin fecha de regreso, algo que será comunicado cuando esté resuelto lo del entrenador. ¿Y cuál es la realidad con Munúa?, que antes del partido con Central Córdoba, en la concentración en Casasol, hubo una nueva charla de la secretaría técnica para saber qué pensaba el DT uruguayo al respecto.
Munúa nunca se expresó ni dio indicios. Quizás se puedan tomar las últimas declaraciones, luego del empate con Talleres, cuando derrochó elogios hacia sus jugadores. "Siento orgullo por la respuesta de estos chicos y me siento totalmente identificado con ellos", dijo Munúa. Ese es un aspecto favorable: la buena relación interna.
En todo este tiempo -y siempre haciendo prescindencia de los resultados- hubo otras cuestiones que no dejan de ser rescatables: 1) que desde la secretaría técnica, la idea es recorrer el camino más largo, trabajando desde las bases, trayendo jugadores sin chapa pero en crecimiento y definiendo un proyecto deportivo bajo estos lineamientos, que no son, evidentemente, los de "casarse" con un representante o traer "nombres" que alteren el presupuesto; y 2) que desde la conducción del equipo (el DT) se apuntó a una idea de juego definida, aún a expensas de los contratiempos, los riesgos y las limitaciones.
Podrá gustar o no. En el caso de quién esto escribe, en varias ocasiones mencioné que a Unión le faltaba jerarquía en puestos clave. Supongo que esa jerarquía se buscó con Alvez, con Ramos y con Polenta. Los delanteros no anduvieron (sólo Alvez en la primera parte y en cuentagotas). Y el trabajo defensivo se resintió mucho cuando se fue Emanuel Brítez, que además de jerarquía también le daba esa cuota de personalidad tan particular de un jugador que juega "a corazón abierto".
Son opiniones dentro de un ambiente absolutamente versátil, que se bambolea entre emociones y terriblemente cambiante como es el fútbol. Siempre digo que basta que haya dos personas que hablen de fútbol para que no se pongan de acuerdo. Quizás algunos sostengan que la jerarquía estuvo; otros pensarán que la jerarquía cuesta dinero y no siempre se puede traer; y otros, que si este equipo hubiese tenido jugadores que aporten por encima de la media, se hubiese logrado otro resultado.
Creo que del camino recorrido se pueden sacar conclusiones y no todas son negativas. Adentro de la cancha, Unión demostró que fue un equipo competitivo y que supo a qué jugaba. A veces le salió bien y otras veces mal. Tuvo jugadores que alcanzaron su pico y luego se fueron cayendo; otros que fueron creciendo a medida que pasaron los partidos; otros que pueden dar más y seguramente estarán los que se quedarán en el camino, como ocurre en todos los planteles.
A Spahn lo eligieron los socios en las elecciones de este año; si se deseaba un cambio, ese era el momento. Spahn no llegó al club este año, se lo conoce desde el 2009, es el presidente más longevo (en permanencia) que tuvo el club en su historia. El "que se vayan todos..." es la manifestación espontánea y también momentánea. Es cierto que Spahn ha perdido "popularidad" dentro de la masa societaria (no sacó ni siquiera la mitad de los votos esta vez), pero es el presidente que el pueblo tatengue eligió y no se puede pretender un "golpe de Estado". Pero Spahn tendrá también que recapacitar y trabajar sostenidamente para que no todo sean promesas incumplidas o cosas a medio hacer o sin terminar. En todos los órdenes, no sólo en lo futbolístico.
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