Como se decía antes, hace tres fechas había olor a nardos. Unión estaba más cerca del arpa que de otra cosa. Pero llegaron las dos alegrías bíblicas afuera: se posó Dios en López y Planes, con dos remates al arco, dos goles y seis puntos. Primero, Santiago del Estero; después el Ducó. Y llegó la tercera “final”: domingo, raro y a las once de la mañana. Otra vez la gente, siempre la gente. La sana, la linda, la pura. La que no es oficialismo, ni colectora, ni oposición dañina. La de Unión. Ellos respiraron, festejaron, se aliviaron. Se lo merecen. Vaya una por tantas malas.
Allá abajo, con el pitazo de Tello, ganas de lo mismo. Es un ramillete rojo y blanco en medio del verde. Unión vive por su gente, por los pibes (Paz, Dómina, Mosqueira, Ludueña, etc.) y por este arquero-maravilla que ataja los penales…volando. No sentado en una silla.
De entrada quedó en claro que los dos impensados triunfos de visitante, en Santiago del Estero y en el Ducó, le generaron un montón de cosas positivas al equipo del “Gallego” Méndez. Porque más allá de generarse ese famoso “desbloqueo” que contagiaban los malos resultados, los primeros 45 minutos armaron un combo perfecto. Salvo la inexplicable jugada del penal (salta el colombiano con el brazo extendido en un tiro de esquina con Tello al lado), todo lo otro fue ciento por ciento Tate en un 15 de Abril donde la gente otra vez ratificó su pacto de honor con los colores, sin importar día, clima no horario para ir a alentar.
Entonces, con griterío afuera y actitud adentro, Unión debió ganar ese primer tiempo sin discusión. No sólo que no lo hizo…directamente casi lo pierde, sino fuera por este arquero-maravilla que tiene el Tate. Como contra Fred en el legendario Maracaná o como contra Borja en la calurosa Barranquilla, lo achicó a Tarragona (usó esta vez bailecito), voló a su derecha y la sacó con recurso de vóley para que estallara el estadio. Una vez más, todo de Mele, recientemente convocado por el “Loco” Bielsa para la Selección de Uruguay.
En el abanico que desplegó Unión para llegar al gol hubo de todo: remates de media distancia de Machuca; aproximaciones en los tiros de esquina (una de Corvalán de espaldas y otra mordida de Calderón de afuera); Roldán usó un tiro libre para que vuele Durso; otro latigazo de afuera de Luna Diale, con rebote para Machuca que la cruzó y Dómina se lo perdió abajo del arco.
Pero los dos asteriscos fueron para contragolpes muy claros a favor del dueño de casa. A los 27, la ganó Roldán escapando por derecha, la cruzó limpita para Machuca (le quedó un poquito atrás) y no fue bueno el control de Imanol: muy largo y cierre salvador tripero.
La otra contra, a los 31, después del atajadón de Mele en el penal fue la más alevosa: eran cuatro contra uno, con Zenón por derecha con pierna cambiada, pelota cruzada y los tres de Unión pasando de largo.
Se lo vio, en esa etapa, mejorado a Unión, con un relojito como el chico Nicolás Paz: 1) si se tenía que meter, en modo “tapón” como tercer central, lo hacía y bien; 2) si tenía que hacer relevos a los costados (más que nada a la derecha) para que “viaje” el lateral, también cumplía.
El "Gallego" Méndez consiguió la tercera victoria al hilo con Unión. Crédito: Flavio Raina
El buen andar de Roldán, pidiendo la pelota con confianza, fue rueda de auxilio para Machuca. ¿Qué le faltó para irse ganando?: lo que viene faltando desde los tiempos de Munúa…¡alguien que la meta!.
Esa necesidad de embocarla con la que Unión se fue al descanso encontró su remedio: a la salida de un lateral (buen juego de Gerometta por Vera), duda de los altos de Gimnasia, asistencia de cabeza del más chiquitito (Luna Diale) y fusil de Dómina para su esperado bautismo de red en el arco de la Redonda. Se le fueron todos encima al pibito, que apareció ahí por los fracasos de Thiago Vecino y Junior Marabel.
El partido se rompía si Unión acertaba una contra. Entonces, Machuca armó una “de Machuca”: corrió, ganó, lo tumbaron y armó su propia ley de ventaja. Se levantó y siguió corriendo. Una cosa de locos: lo vio a Luna Diale, segunda asistencia del de doble apellido y café colombiano en Santa Fe. Toque al gol de Castrillón para que se mueva el cemento.
Ganó Unión. Pero no ganó revoleando, lo hizo jugando bien a la pelota. En el peor momento de sus últimos años, en descenso, resucitó un domingo. Salió del fondo y alcanzó a varios con un partido menos, el que se jugará con Lanús el 17 de junio.
¡Está vivo Unión!. Vive por su gente, por los pibes y por el arquero-maravilla que otra vez se vistió de héroe. Como en el Maracaná contra Fred y como en Barranquilla contra Borja.