El DT que fue de mayor a menor y perdió el respaldo de los resultados
“La pelota no quiso entrar y me voy triste, pero al menos sé que aporté lo mío para capitalizar a la institución”, fueron, palabras más, palabras menos, las que utilizó en su despedida. ¿Y ahora?. Ya comenzó la ineludible danza de nombres. Hay de todo, como en la feria.
El DT que fue de mayor a menor y perdió el respaldo de los resultados
Los resultados ya le estaban jugando en contra. Quizás en el juego todavía encontraba algo de respuesta en el plantel (salvo el último partido con River, donde Unión fue ampliamente superado como hacía mucho tiempo no ocurría). Pero estas nueve fechas marcaban que apenas se había logrado una victoria y, encima, venía con el arrastre de un cierre de temporada en 2022 que ya había sido muy floja. En los 551 días de trabajo, Gustavo Munúa y su cuerpo técnico habían dirigido 71 partidos, con 22 victorias, 19 empates y 30 derrotas. Fueron 76 goles a favor y 82 en contra, totalizando un 39.91 % de los puntos obtenidos. Ya el hecho de bajar del 40 por ciento de productividad lo estaba poniendo en una situación desventajosa porque, en definitiva, a los técnicos los respaldan o los condenan los resultados.
De todos modos, si de algo no se puede quejar Munúa es de la “banca” que tuvo de parte de la dirigencia y también de la ex secretaría técnica, que fue determinante para su continuidad cuando debió decidirse ese primer paso, el año pasado, al momento de la expiración del contrato. La misma secretaría técnica con la que luego mantuvo diferencias que alejaron las partes, hasta que el partido con San Lorenzo marcó un claro quiebre: por un lado, la opinión de la secretaría técnica de ponerle fin al ciclo y, por el otro, la decisión que tomó la dirigencia de continuar con el entrenador y dar por concluida la tarea de Battión y Amut.
El partido siguiente, ante Estudiantes, fue el bálsamo que aquietó las aguas. Venían tres partidos muy complicados. Uno de ellos, el de Central, fue favorable y se pudo ganar, pero se empató. Y luego, las derrotas con Racing y River que fueron indiscutibles, sobre todo esta última. El malestar creció y se venía un partido de local. No se podía estirar la situación y había que descomprimir. Spahn ya conocía la decisión de sus pares (la mayoría entendía que debía cortarse el proceso). Sólo faltaba que él mismo lo ejecute. Armó una reunión de mesa chica; luego llamó a Pascual Lezcano, el representante de Munúa; se le comunicó a Marcelo Mosset que debía dirigir la práctica de este martes por la mañana y a las 7 de la mañana se informó la decisión a través de las redes sociales del club, sin especificar los términos del arreglo. Desde ya que hay algo que quedó en claro: la decisión la tomó la dirigencia, por lo cuál se deberá arreglar lo económico con Munúa, por un contrato que tenía vigencia hasta el 31 de diciembre de este año.
Cuando la ex secretaría técnica se quedó en capital federal, luego del partido con San Lorenzo, para hablar con los potables entrenadores que pudieran reemplazar a Munúa si es que la dirigencia hacía caso a la opinión de cortar el vínculo en ese momento, volvieron a Santa Fe con tres nombres: Falcioni, De Felippe y el “Gallego” Méndez. No hubo tiempo ni siquiera de plantearlos, porque la decisión que se tomó fue la de despedir a la secretaría técnica que, dicho sea de paso, todavía no firmó la rescisión del contrato que vence en agosto.
¿Y ahora?, hay cuatro vertientes o caminos posibles. 1) Apostar a ver qué ocurre con el Tato Mosset, que lleva años dirigiendo la reserva; 2) buscar un entrenador con experiencia, del estilo de De Felippe o Zielinsky (casi imposible, le dijo que no a Independiente y algunos dicen que luego del fracaso en Nacional no quiere “agarrar” un equipo en lo inmediato; 3) un entrenador con fuerte ligazón al club (Nicolás Frutos, Raúl Armando, la dupla Marcoggiuseppe-Bottinelli o Juan Cruz Real que está trabajando con Alejandro Limia, por mencionar algunos nombres); o 4) alguien que llegue sin demasiado recorrido pero con alguna experiencia y con deseos de reinsertarse, como el “Gallego” Méndez o la dupla Orsi-Gómez, que son manejados por Cristian Bragarnik, o Abel Balbo, de buen trabajo en Central Córdoba y despedido a los pocos partidos de estar en Estudiantes.
Ante River, Munúa dirigió su último partido a cargo de Unión. Crédito: Matías Nápoli
Los nombres son meros enunciados, a manera de ejemplo y no pretenden convertirse de ninguna manera en posibilidades concretas. Seguramente, habrá decenas de nombres que serán ofrecidos y los representantes agendarán el contacto de Spahn y del resto de los dirigentes para tratar de “alertar” sobre tal o cuál entrenador. Lo que importa es que la dirigencia tenga bien en claro qué quiere y cuál es el mejor perfil para este plantel.
Munúa se despidió de un plantel del que recibió respuesta casi hasta el final. “La pelota no entró, no quiso entrar”, repitió una y otra vez. No fue efímera en absoluto su estadía en Santa Fe. Llegó como consecuencia de la búsqueda de un entrenador ideal para la consecución de un proyecto deportivo. No fueron muchas las exigencias a la hora de las incorporaciones. En este año y medio largo de trabajo, con la apertura de tres libros de pases, sus exigencias con nombre y apellido fueron: Polenta, Peralta Bauer, Agüero, Gordillo y Vecino. Cinco. Todos los demás jugadores llegaron a través de la búsqueda de la secretaría técnica y consensuados por las cuatro partes: presidente, subcomisión de fútbol, cuerpo técnico y secretaría técnica.
El DT uruguayo se va de Unión luego de 551 días de trabajo. Crédito: Archivo El Litoral
“Estoy triste, entiendo cómo es el fútbol pero me voy sabiendo que ayudé a capitalizar el club”, mencionó en la despedida. En 2022, Unión terminó vendiendo por casi 10 millones de dólares, cifra récord e histórica en el club. Y casi se concreta lo de Esquivel y se posicionó a Machuca con muchísimas chances de ser el próximo que tenga ofertas para emigrar. No es poco. Y marca un camino que se debe seguir intentando por razones futbolísticas y económicas.
Otro dato que quizás ayude a comprender el por qué de esta decisión que, para muchos, debió llegar antes: Spahn no se ha destacado en los 14 años que lleva al frente del club, en despedir entrenadores. El único que sufrió ese tipo de decisiones fue “Pomelo” Marini. El resto de los técnicos renunció (Madelón, Juan Pablo Pumpido), finalizó el contrato (Sava) o se llegó al final del ciclo de común acuerdo, como fue el caso del Vasco Azconzábal según se encargaron de señalar en su momento.
Ahora llegó el momento de echar las cartas (los nombres) sobre la mesa. En esta entrarán a jugar un montón de factores, empezando por los gustos futbolísticos, la fidelidad a un estilo de juego, la preponderancia que puedan adquirir los representantes y la billetera del club. Así se irá pasando la zaranda hasta que se pueda llegar a alguien que medianamente reúna la mayor cantidad de requisitos y genere suficiente confianza. Unión no está en una posición cómoda en la tabla y tampoco puede descuidar su promedio. El técnico que llegue encontrará material para trabajar y mejorar. Pero debe ser alguien que le encuentre la vuelta de inmediato y levante el ánimo de todos.