(Enviado Especial a Buenos Aires)
Promovió jóvenes, los hizo debutar, reclutó algunos que estaban olvidados o casi desechados, acertó en las contrataciones y tiene un estilo de juego que gusta a la gente. En breve, habrá que empezar a trabajar en su continuidad.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Si de algo puede presumir Argentinos Juniors, además de ser la cuna de Diego Maradona, es de refregar su riquísima historia como “semillero del mundo”. La gigantografía en el hall central de su estadio es el fiel reflejo de un proyecto y una identidad que tuvo dos ejes: 1) la generación de jugadores propios; 2) el respeto a un estilo bien definido, con buen trato de pelota como prioridad principal.
Pero no es el proyecto de Argentinos es el que nos ocupa, sino el análisis de este momento de Unión. Hay 11 delos 24 jugadores que viajaron a Buenos Aires, que han surgido de las inferiores del club. Además, el agregado de jugadores que se afirmaron en Unión por más que no hayan hecho inferiores (Portillo, por ejemplo) y otros a los que Unión reclutó muy jóvenes, sin experiencia previa y por los que hizo una apuesta económica (Luna Diale, Tomás González, Ezequiel Cañete, Enzo Roldán).
Este proceso de Unión tuvo hace casi un año su punto de partida. El 28 de agosto, asumía Roberto Battión como secretario deportivo, junto a Esteban Amut y Fernando Nogara, quien luego renunció y fue reemplazado por Alejandro Limia, que también se alejó del club, hace poco, por motivos personales. La primera gran decisión tomada fue la salida de Azconzábal, que si algo se le puede –y debe- reconocer, es que le dio oportunidades a los chicos del club, aunque a sabiendas de que no había descensos y que los recursos –por la pandemia- escaseaban. Pero luego hubo una decisión que fue clave en todo este proceso y se dio el 27 de setiembre, es decir a un mes del inicio del trabajo de la secretaría técnica y fue la contratación de Gustavo Munúa.
Los proyectos o procesos no deben ser de los entrenadores, sino de las instituciones. Y los técnicos se tienen que amoldar. O en todo caso, la responsabilidad de los dirigentes (o dela secretaría técnica) es la de elegir a alguien que se pueda amoldar a la pretensión deportiva. Y acertaron claramente con Munúa.
Vayamos a los hechos. En este año, cuando hubo que tomar decisiones, se renovaron los contratos de Franco Calderón, Esquivel, Vera, Nardoni, Portillo, Machuca, Gallegos y Gerometta. Se le hicieron primeros contratos a Diego González, Froilán Díaz (arquero de la selección juvenil, al igual que González), Hussein, Macíes, Mateo Del Blanco y Germán Torres (el pibe que viaja a España), Se compró el pase de Enzo Roldán, que apareció en toda su dimensión con el breve interinato de Mosset, pero al que Munúa le encontró su lugar como doble cinco. Se cotizó y potenció a Gastón González, para convertirlo en la venta más importante de la historia del club. Y el repaso de las incorporaciones nos lleva a mencionar nombres como los de Mele, Polenta, Alvez, Castrillón, Peralta Bauer, las recientes de Marabel y Tomás González, más algunos chicos de la reserva que empiezan a alternar en el banco, como Nicolás Paz, Alessandro Balbo y el arquerito Lucas Meuli, que viajó con la delegación para empezar a codearse con los profesionales.
Pero además, Unión ha conseguido fortalecer su patrimonio con dos jugadores que fueron prestados y que iban derechito a quedar en libertad, como suele ocurrir con aquéllos que no son queridos por los técnicos de turno y se los cede a clubes de menor jerarquía bajo la excusa –a veces fundada y otras no- de “tener oportunidades de jugar”. Ellos son Matías Gallegos y Lionel Bucca. “Quiero verlos antes de que se tome una decisión”, dijo Munúa. No se dejó llevar por las opiniones ni por los hechos que no favorecían el pasado de estos jugadores. A Bucca lo retrasó en la cancha, aprovechando su altura y sabiendo que no le iba a faltar sacrificio, para probarlo como doble cinco. Y Gallegos, ante las dificultades generalizadas de encontrar centrodelanteros , fue la opción que tuvo ante la ausencia de Alvez y mientras probaba también con Peralta Bauer –mejor yendo por afuera que por adentro- y ahora fortalecido en ese puesto con la contratación del paraguayo Marabel.
En breve, la secretaría técnica empezará a conversar con Munúa para la renovación de su contrato. Todos están convencidos de que el proceso debe ser, por lo menos, de dos años. Se lo han dicho a Munúa, aunque hay dos aspectos que no se pueden soslayar: 1) el económico, responsabilidad plena de la dirigencia, para levantarle la puntería a un contrato que seguramente ha sufrido las consecuencias de la situación económica de un país que no ayuda para nada, sobre todo cuando se trata de seducir a extranjeros, como es el caso de Munúa; y 2) el deportivo, porque una cosa será con Unión clasificado para alguna de las copas (dicen que en la cabeza y los sueños del técnico, está en tratar de llegar a la Libertadores, pero volver a jugar la Sudamericana sería algo apetecible) y otra cosa muy diferente, si el 2023 arranca sin competencia internacional a la vista.
En fin, como se dijo, en breve habrá que sentarse con Munúa, quien viene de ser elegido como el mejor entrenador en la fecha pasada y su trabajo ya se está valorando en todos los niveles. Es cierto que el proceso tiene que ir al margen de los nombres. El de Unión no puede empezar y terminar en Munúa, pero está claro que él ha sido un factor clave y fundamental. Y por lo tanto, hay que aprovecharlo. Hace mucho tiempo, desde aquél plantel que se armó con Madelón para conseguir la primera clasificación a la Sudamericana, que no se vé algo tan sólido. Y ahora, con una invasión de jugadores de inferiores. Que redobla el mérito del entrenador.