Sábado 28.3.2020
/Última actualización 17:29
Paterna es un municipio perteneciente a la comunidad de Valencia. Cuenta con algo más de 70.000 habitantes y está a 5 minutos en coche o a 15 en tren del centro de esta ciudad. En el 2000 fue declarada de interés turístico por parte del gobierno valenciano y allí nació Antonio Ferrandis, protagonista de “Volver a empezar”, la primera película española que ganó un Oscar. Precisamente, el título de esa película resume la vida de Nicolás Romero, un enganche nacido en San Justo que llegó a jugar en la reserva de Unión hasta que una rotura de ligamentos cruzados en un partido ante Huracán, cuando Pablo Marini era el entrenador de la primera, lo postergó a una larga recuperación que incluyó su salida de Unión. Hoy, Romero, con 24 años, juega en Racing de Paterna, un club que milita en la Liga Regional y al que llegó en diciembre, debutó a fines de enero y convirtió tres goles en cinco partidos. Con una historia muy particular: en San Justo quedaron su joven esposa y su pequeña hijita, a las que hace cuatro meses que no las vé y tampoco sabe con certeza cuándo se producirá ese reencuentro.
—Empecemos por el principio, Nicolás...
—Yo jugaba en Colón de San Justo y allá por el 2012, más o menos, Nicolás Frutos y Diego Mosset me llevaron a Unión. Antes había jugado en algunas categorías de pre Afa en Colón, pero no continué. Y en Unión, empecé a competir en la sexta de Afa. Llegué de enganche y mi primer entrenador fue el “Vikingo” Mauri, al que siempre le estuve muy agradecido porque armó el equipo de tal forma que yo pueda jugar en mi puesto real. Y anduve bien. Y eso me permitió quedarme.
—¿Quiénes estaban en tu categoría en aquél tiempo?
—Lucas Algozino, Fleita, el zaguero que hoy está en Chicago, Matías Fantín, el “Bocha” Baroni, que jugó en Rafaela y que ahora también anda por España. Y después, cuando llegué a reserva, Blasi, Alan Sosa, Bruno Pittón y otros que venían de las inferiores.
—Nombraste a Mauri. ¿A quién más tuviste de técnico?
—Bueno, el que me lleva a reserva es Nicolás Frutos. En primera de Liga, lo tuve al “Pelado” Centurión, otro que tengo un muy buen recuerdo porque con él salimos campeones.
—¿Alguno te ponía de enganche, además de Mauri?
—Se bajaba la línea del técnico de Primera y se jugaba 4-4-2. Con Centurión, Mauri y también con Nico Frutos jugaba de enganche. A partir de allí me tuve que adaptar a jugar de “5” adelantado o como falso delantero. En reserva lo tuve a Eduardo Magnín y también a Juampi Pumpido.
—En un partido de reserva contra Huracán, cuando el técnico de la primera era Pablo Marini, me rompí los cruzados. Los últimos tiempos fueron duros. Desde ese momento, fue un año y medio en el que hacía la rehabilitación con el plantel de primera gracias a Leo Madelón y su cuerpo médico, más Gonella y el kinesiólogo de la reserva, que se portaron muy bien conmigo. Yo iba a Casasol con Algozino y los dos Pittón, que me facilitaban la movilidad hasta allá.
El Litoral El festejo en el vestuario de Racing de Paterna después de una de las victorias, antes de que se corte la actividad, con Nicolás Romero compartiendo sus primeros logros en el fútbol español.El festejo en el vestuario de Racing de Paterna después de una de las victorias, antes de que se corte la actividad, con Nicolás Romero compartiendo sus primeros logros en el fútbol español.Foto: El Litoral
—¿Quiénes eran tus “compinches”?
—Eramos una linda banda en reserva, que andábamos siempre juntos. Matías Fantín, Alan Sosa, Bracamonte, Pruzzo, Lorenzo González, el uruguayo Méndez, Britos...
—Con el que más relación tenía era con Edgardo Zin, porque Lautaro, su hijo, jugaba conmigo en reserva. Y el otro, Tito Mernes, que siempre nos acompañaba.
—¿Y qué se te dio por ir a España?
—Mi papá, mi tio y mi hermano tienen la doble nacionalidad, pero a mi se me había complicado. La única opción era viajar a España y arreglar esos papeles acá. Tengo un primo que hace 16 años que vive acá, hablé con mi familia y tomé la decisión de venirme a finales de noviembre, sin mi esposa María Sol y mi pequeña María Justina, que se quedaron allá.
—¡Ni te imaginás...! Estamos haciendo un enorme sacrificio, pero tengo 24 años y creimos que es el momento de hacer el esfuerzo para buscar una vida mejor.
—¿Y cómo enganchaste a tu equipo?
—Antes de viajar, había tomado contacto con gente vinculada al fútbol para que me relacionen. Eso me permitió llegar a un club que se llama Racing, estamos segundos y buscando el ascenso a Primera Preferente. No iba a venirme ni a la macana ni a perder el tiempo, que es lo más valioso que hay en la vida.
—¿Cómo están viviendo la pandemia?
—Hay miedo, muchos cuidados. En Madrid y Barcelona están casi como en Italia. Valencia es una comunidad autónoma y pidió ayuda al gobierno español para que manden barbijos y guantes. Acá debe haber unos 500 o 600 casos en toda Valencia, con un 10 por ciento de fallecidos. La gente dejó de andar, eso sí. El problema es que la sanidad no da abasto.
—¿Irte a España era la última alternativa?
—No sé si la última, pero había tenido alguna chance en Brown de Puerto Madryn, con Carlos Elizeche que era el presidente y estaba de técnico Ricardo Pancaldo. Jorge Mauri me recomendó pero al final no se dio la posibilidad. Y otro club al que fui y no pasó nada, fue a Unión de Sunchales. No por cuestiones futbolísticas, sino por otros motivos. Puse como prioridad a mi familia, necesitaba estar al lado de mi familia, los golpes fuertes que recibí en Santa Fe hizo que me quedara en San Justo con los míos. Y ahora esto, pero sé que el esfuerzo tendrá una recompensa.