El delantero, que venía cuestionado, marcó el tanto de la victoria. Fue una tarde de goles de los refuerzos, porque al otro lo marcó Brítez. Ganó bien Unión en un partido parejo.
Vale por muchas cosas: 1) el comienzo de torneo de Unión ha sido muy flojo; 2) el fondo de la tabla estaba a la vista y con serio riesgo de caer en ese pozo si los resultados seguían siendo negativos; 3) como suele ocurrir cuando los resultados no acompañan, la lupa empezaba a fijarse con rigurosidad sobre la estabilidad del entrenador; 4) la injusta derrota ante Talleres debía “enjuagarse” de la mejor manera.
Unión le ganó bien a Godoy Cruz, porque en este marco de enorme paridad –hacia abajo- que tiene el fútbol argentino y en el marco de un trámite equilibrado, con momentos de dominios cortitos y alternados por parte de ambos, esta vez hubo eficacia y reacción. La eficacia que le faltó ante Talleres para aprovechar situaciones propicias y la reacción que se hacía necesaria para remontar un partido que había arrancado de la peor manera.
Si bien Azconzábal ha tenido exagerada tendencia a cambiar los equipos de un partido al otro, no era sorpresa que más allá de alguna modificación obligada (por ejemplo el ingreso de Brítez por Portillo) y hasta “cantada”, metiera mano para darle aire y frescura al equipo, teniendo en cuenta también esta seguidilla de tres partidos en ocho días (arrancó el domingo con Talleres y terminará el lunes que viene ante Argentinos Juniors).
Pensó mucho en la mitad de la mitad de la cancha. Por eso agregó un volante más, sin cambiar la idea táctica que siguió siendo la misma. Cañete continuó siendo el eje del fútbol, pero delante suyo –o al lado- se nutrió de un Nardoni que hizo un partido interesante y aplicado, soltándose cuando era necesario y recuperando rápido la posición para presionar; de un Zenón que fue claro en el manejo de la pelota y de Borgnino, quizás algo más liviano que el resto y descendiendo en su nivel a medida que pasaron los minutos. Arriba estuvo Cordero, favorecido por la insistencia del técnico y ayudándolo al convertir el gol que le dio la victoria final a Unión, en una jugada en la que fue muy inteligente la participación de Corvalán para aparecer por sorpresa adentro del área rival y colocar el centro atrás que Cordero impactó, sin mucha potencia pero colocando bien la pelota, lejos de la posibilidad de intervención del arquero.
Unión modificó nombres –hizo cuatro cambios Azconzábal- pero mantuvo el esquema de tres centrales, dos laterales con proyección, un volante de juego neto y otros tres repartidos a lo ancho del terreno, con un punta neto. Es cierto que con el Pajarito Juárez había un segundo delantero, porque es su característica, pero tanto Zenón como Borgnino tenían la obligación de acompañar a Cordero, sabiendo que Cañete y Nardoni iban a ser el equilibrio para no quedar mal parados. Por los costados, mayor aporte de Esquivel, pues Vera tuvo que vérselas con un Lomónaco que lo obligó a un permanente ir y venir, cuidándose mutuamente, porque cada subida de Vera era seguida por un Lomónaco que tuvo un despliegue incesante y que arrancó siendo trascendente en el primer gol del partido, contando con la inestimable “colaboración” de Calderón, en quién rebotó la pelota antes de descolocar a un Moyano que luego respondió bien durante el resto del partido, sobre todo en el segundo tiempo.
Así como ese gol tempranero de Godoy Cruz obligaba a un esfuerzo extra porque había que remontarlo, también Unión se encontró enseguida con la chance de empatar el partido en una doble jugada que empezó con un córner que casi convierte Calderón y la jugada posterior que termina en un centro de Zenón, el cabezazo de Calderón y la aparición de Brítez por el segundo palo para empujar la pelota desde un ángulo bastante cerrado.
Después del gol de Cordero, Unión defendió bien la ventaja sin resignar la chance de atacar. No se refugió excesivamente en el fondo, trató de plantear el partido lejos de Moyano y más allá de un par de jugadas de peligro, Godoy Cruz nunca pareció comprometer la posibilidad de una victoria que era muy deseada por todos en Unión.
Fue un bálsamo, una “devolución de justicia” que el fútbol le dio por aquélla injusta derrota ante Talleres del domingo pasado. La diferencia fue que esta vez también mereció lo que consiguió. Y que Unión logró aportar –por fin- la contundencia que este equipo apenas mostró en el partido con San Lorenzo y que varias veces le hizo resignar puntos por esa falta de gol que se había convertido en una carencia y en un problema.