El miércoles se exteriorizó de una manera mucho más intensa y se dio tanto en el entretiempo como al final del partido, a pesar de que fue victoria ante Rosario Central. Esta vez, el hincha rojiblanco aplaudió espontáneamente el esfuerzo del equipo y de inmediato llegó la reprobación hacia la dirigencia.
El Kily volvió a manifestar la prudencia en sus manifestaciones que exhibió el miércoles. Sin dudas que la charla del lunes pasado, después de que el técnico – que cumplió 50 años este domingo – estalló en bronca y señaló aquél ya famoso: “Yo sé lo que tengo que hacer”, enfrió los ánimos. Era lo que el Kily necesitaba: que el presidente le hable y le explique por qué motivo el club sigue inhibido y sin posibilidades de traer refuerzos.
¿Qué quiere el técnico?, sin decirlo, se deduce que si se levanta la inhibición, llega la calma. ¿Necesita reforzarse?, sí, porque el plantel es corto, se le fueron titulares y el torneo es largo. Si bien Unión juega solamente la Liga Profesional, su juego se basa mucho en la intensidad física. Y hay lugares de la cancha en los que no tiene demasiado como para alternar y el equipo necesita también de jugadores que manejen la pelota. Eso, por ejemplo, se notó ante un equipo con la riqueza técnica de River.
Entre la inhibición que no se levanta, los refuerzos que vaya a saber uno si finalmente se podrán traer (aunque está claro que Unión necesita un par de jugadores como mínimo) y la decisión de que todos paguen para ver el partido con River, la gente se exteriorizó de vuelta en contra de la comisión.
Pero al margen de haber declarado día del club (decisión totalmente legal y que es un resorte estatutario que la dirigencia puede adoptar), el enojo de la gente se basó claramente en la parte deportiva, en esta inhibición que no se levanta y las declaraciones del técnico, producto de la falta de un diálogo a tiempo con el entrenador, que reclamó hace una semana las explicaciones que hasta ese momento no le llegaban.