El técnico y los jugadores hicieron hincapié en que el resultado no tuvo que ver con el desarrollo del juego.
Maniobra Federico Vera entre dos rivales. El joven marcador lateral tuvo algunas complicaciones con Paradela en el primer tiempo y salió con una molestia física. Es duda para ir el viernes a la Bombonera. Crédito: Manuel Fabatia.
"El resultado abultado no tiene nada que ver con el desarrollo del partido", dijo Gustavo Munúa. Puede ser cierto, pero no creo que sea lo más relevante. El 5 a 1 duele y sirve para las estadísticas. Unión no tenía chances ante un River al que le sobraba jerarquía y con el nivel de excepción que mostraron algunos jugadores, especialmente Julián Álvarez y Enzo Fernández. Nada que ver con lo que pasó hace algunos meses, cuando Unión le ganó en el comienzo de la Copa de la Liga. Posiblemente, Gallardo haya tomado nota de ello. Pero hubo un baño de realismo que se hizo muy evidente esta vez. Unión necesitaba hacer un partido casi perfecto, correr más que River y mostrar un altísimo nivel de concentración para salir airoso. Esto fue lo que mostró en aquella tarde-noche de febrero pasado, pero que no pudo repetir en esta ocasión. Las áreas resultaron clave para construir el resultado. En el desarrollo del partido, Munúa tiene razón: la diferencia entre River y Unión no pareció ser de cuatro goles. Pero en las áreas, sí.
¿Fue un baño de realidad?, puede ser que sí. A Unión le falta lo que a River le sobra. Y si se logra equilibrar potencialidades, es porque la máquina funciona bien aceitada. Pero esta vez, los errores defensivos y las ventajas que dio Unión, fueron aprovechadas por la jerarquía de los jugadores rivales y no apareció, como en tantas otras ocasiones, la figura de Santiago Mele para corregir errores.
Mientras que Unión se encontró con el combo letal en defensa (ventajas a la hora de defenderse y mucha calidad en el rival); en el área de enfrente no tuvo la misma contundencia que su adversario. Unión llegó varias veces con chances, pero el desenlace de las jugadas no siempre resultó positivo. No tuvo el mismo nivel de jerarquía y eficacia que su rival, eso está demasiado claro.
Ezequiel Cañete haciendo lo que sabe que es manejar la pelota. Le puso un centro bárbaro a Peralta Bauer en el gol de Unión. Crédito: Manuel Fabatia.
Nada deja de convertirse en un aprendizaje para este equipo y a eso lo resalta Munúa. Ocurre que a veces es cuestión de aprender de los errores para seguir creciendo y otra cosa muy distinta es que el desenlace de un resultado se dé como consecuencia de la diferencia de jerarquía entre los dos equipos. Unión no fue goleado por River porque es un equipo inexperimentado; quizás esto haya ayudado para que así sea. Unión fue goleado porque se encontró con un equipo superior y porque esta vez no hubo un rendimiento de excepción ni tampoco apareció el arquero para “salvar la ropa”.
“Las experiencias se recogen de los momentos buenos y también de los malos”, dijo Munúa con razón. Pero al margen de esa gran verdad (yo le agregaría que se aprende más de los malos momentos que de los buenos), acá la evaluación está clara: River lo ganó porque con semejante jerarquía, terminó siendo demasiado para un Unión que no tiene ni para acercarse en ese aspecto.
A Unión se la ha caido la solidez para jugar como local. Las cuatro derrotas consecutivas que acumula en Santa Fe son un indicativo que hace prender la luz de alerta. Algo está pasando con el equipo cuando juega en Santa Fe. ¿Es un problema propio o un mérito ajeno?