Si algo quedó claro en esos primeros 45 minutos contra Atlético Tucumán es que Unión sintió y mucho la trompada que lo hizo besar la lona contra Independiente de Avellaneda. Se vio, en esa primera parte, un equipo desconectado, lento y con muchos problemas en defensa. De hecho, no lo ganaban los norteños por Cardozo y por los caños del arco de la Redonda.
En el inicio del partido, como si fuera una seguidilla sin final, el “Kily” se quedaba sin otro soldado titular. A los cinco minutos, gestos de dolor de Nicolás Orsini, asistencia médica y el gesto claro del Dr. Calvo pidiendo el cambio. Esta vez, luego de hablar con sus colaboradores, el DT de Unión eligió al juvenil Dómina.
A diferencia de otros partidos del Tate en casa, el equipo no generó casi nada. Apenas un cabezazo casi sin saltar de “Rocky” Balboa que pegó en el caño bajo de Durso que se había quedado atornillado en el medio del arco.
Después de ese simple y solitario aviso de Unión, siempre se aproximó al gol Atlético Tucumán. A los 29, el caño le dijo que no a Coronel después de una rosca exquisita; a los 35 m. cabecearon solo en el área del dueño de casa; a los 41 m. otra aparición de Cardozo; mientras que las dos últimas de esa etapa inicial fueron casi milagrosas: voló el mismo golero del Tate para evitar el gol de tiro libre de Estigarribia (lo ayudó el caño) y de ese córner se lo perdió solito Ferrari abajo del arco rojiblanco.
Unión se fue a ese descanso con bastantes problemas defensivos (de todo tipo) y con casi nada de generación de juego. En el repaso de esos primeros 45 minutos, debe haber sido el partido que menos generó el equipo del “Kily” jugando ante su gente.
De yapa, a los problemas habituales de Mateo Del Blanco para marcar su zona, cerca del final se sumó una tarjeta amarilla que lo dejaba demasiado condicionado al reemplazante de Bruno Pitton.
¿Algo a favor de Unión?: el resultado, porque en condiciones normales debió irse perdiendo al vestuario en el descanso.
A los diez minutos, ni bien arrancado el complemento, los tucumanos se quedaron con uno menos porque Ferrari (que se lo había perdido en el arco de Unión en la última del complemento) llegó tarde, se lo llevó puesto a Dómina y como estaba amonestado, vio la roja, dejando con diez al equipo del “Colorado” Facundo Sava.
Para los hinchas de Unión que decían “por fina una”, en la siguiente, el “Bebe” Acosta se acordó de Titanes en el Ring, le metió un cortito en la nuca a Mateo del Blanco, vio amarilla Tello en campo y era clara roja en el VAR de Ezeiza que nunca revisó la jugada.
A los 15 minutos, sin tiempo que perder, el “Kily” gastó ventana con dos cambios, considerando que tenía un hombre de más. Sacó a Torrent de la línea de cinco para que entre el “Toro” Morales y oxigenó el medio con la frescura del pibito Verde en lugar de Mauro Pitton.
El Tatengue regresó al triunfo con gol de Dómina. Crédito: Luis Cetraro
Las polémicas en torno a la figura del juez no terminaron allí. Una excelente pelota de tres dedos de Verde lo dejaba cara a cara (abierto, pero cara a cara en fin) con Durso, justo cuando Breitenbruch se tiró para cortar el avance con la mano. Otra vez, Tello aplicó la sanción mínima (amarilla), no hubo revisión de nada y encima se llevó el reto con tarjeta el chico Dómina que estaba al lado pidiendo la expulsión.
El mismo chiquito, ex goleador del IPEI, tendría su premio antes de la media hora, luego de una encerrona de Unión a los tucumanos. Pase perfecto de Pardo (hace todo bien) y cabezazo inglés para el pibito que lo buscaron de la Premier League. Era justo, era el premio para el que lo había buscado y para el que el VAR había perjudicado.
Con sensación de pelotero, además de Verde, el “Kily” mandó a la cancha a Profini por un Corvalán “cargado” por el esfuerzo físico y a Tanda por un agotadísimo “Rocky” Balboa.
El final, con los cinco de adición, despertó el estallido en el 15 de Abril. Incluso, si acertaba alguna contra, lo pudo ganar más cómodo con un Tucumán que no llegó nunca con diez.
El Tatengue regresó al triunfo con gol de Dómina. Crédito: Luis Cetraro
Así, después del porrazo en Avellaneda, Unión volvió, ganó, se quedó con un cruce directo, sigue arriba y prendido en todos los frentes. En diez días, después que ahí juegue Messi, pisará La Bombonera, luego Talleres y después Platense.
Será otra seguidilla para un equipo que nunca muere, que siempre resucita, que tiene un corazón enorme y que esta vez se dio el gustito de hacerlo con Dómina, Verde, Profini…todos chicos del semillero.
El sueño de la gente por ver un equipo protagonista está intacto. Sigue arriba y prendido en todos los frentes: el del campeonato y las dos copas.
Se le caen los soldados (Bruno Pitton, Paz expulsado y hoy Orsini lesionado desde los vestuarios), pero el Unión del “Kily” sigue dando pelea. Es resiliente y milagroso. Puede morir, como le pasó en Avellaneda con el 0-3. Pero siempre tiene algo más para dar, siempre sale a ofrecer su corazón. Es un equipo tan corto como digno. Unión, que puede ganar y perder con cualquiera, siempre resucita. El sueño del pueblo tatengue está intacto, algo que no se puede dimensionar con un equipo al que nunca nadie lo ayudó desde afuera (los propios dirigentes, los fallos de los jueces, las miradas que no miran nada del VAR) pero que sabe siempre como curarse desde el vestuario hacia adentro.
Sumate al Canal de WhatsApp del Tate Y enterate de todas las novedades del club.