En un fútbol parejo, de partidos trabados y con más lucha que juego, Unión crea situaciones y no las concreta. El partido con Rosario Central fue un espejo del que empató también con Barracas. Y hasta el de Banfield pudo haber terminado en victoria. Son puntos que increíblemente se dejaron escapar.
En este fútbol intenso, luchado más que jugado, "paga" el que hace bien las cosas en los últimos 20 metros de la cancha, tanto atacando como defendiendo. El típico ejemplo es el puntero del campeonato. San Lorenzo no tiene demasiadas luces, es compacto, equilibrado, no luce, pero defiende bien y tiene la eficacia como bandera ofensiva. Hace un gol y es imposible empatarle. Y cuando tiene la posibilidad de crear varias situaciones de gol, termina goleando. Como pasó el sábado ante Gimnasia.
Unión parece ser la antítesis. Si hubiese tenido la eficacia y contundencia de San Lorenzo, hoy tendría al menos cuatro puntos más. Sobre todo en esos partidos de visitante (Barracas Central y Rosario Central, aunque Banfield también se puede sumar tranquilamente a la lista) en los que creó muchas situaciones de gol pero no supo convertir.
¿Falta de jerarquía?, ¿poca "pimienta" para definir?, ¿nada de oportunismo?, ¿ausencia de goleadores?. Es de todo un poco. Ya lo dijimos hace algunos días. Munúa salió el año pasado al mercado de pases para "traer 300 goles" con Leo Ramos y Jonathan Alvez. Y no pasó nada. Después fue a buscar juventud y ganas de triunfar con Junior Marabel y Thiago Vecino. Tampoco pasa nada. Y este domingo, en la caldera repleta de pura pasión que era el Gigante de Arroyito, optó por jugar sin una referencia de área, con lo cuál planificó un partido de mucho toque, juego y nada de pelotazos buscando a un supuesto "9". Luna Diale flotaba en una posición intermedia y cercana al área, pero sin convertirse en una referencia para los dos centrales canallas, que salían a buscarlo demasiado lejos.
Gustavo Munúa sigue buscando variantes para que su equipo pueda plasmar, en el arco rival, lo que genera y la superioridad que ejerce sobre el rival. A su equipo le cuesta mucho ganar, pero es porque no convierte. Créditos: Marcelo Manera
Unión tiene un "mal de goles" que es indisimulable. En Rosario, tenía el partido clarísimo para ganarlo. Con el 1 a 0, se le abrieron los espacios para el contragolpe; pero con el 1 a 1, en esos minutos finales, también tuvo todo para convertir otro gol y traerse los tres puntos. No lo consiguió porque Unión es un equipo ineficaz. Y eso no se puede tolerar en un fútbol con pocos espacios, muy parejo, con partidos trabados y luchados, con equipos que corren mucho y donde el juego pasa prácticamente a un segundo plano.
¿Qué se le puede reprochar a Munúa?, creo que nada. Ideó un sistema y un esquema de juego distinto ante la falta de contundencia de los "9" y cuando llegó el momento de los cambios, modificó todo el bloque ofensivo para terminar jugando con Castrillón y Zenón por los costados y la dupla Marabel-Vecino por el medio. Sacando la inclusión de Gerometta por Vera (que tenía una molestia cuando salió), todos los otros cambios fueron para no resignar chances de ataque y búsqueda de la victoria. Seguramente, si el segundo gol hubiese llegado, Munúa habría recurrido al mismo libreto que utilizó contra Estudiantes, sumando un defensor más para concluir el partido con línea de cinco. Se guardó un cambio, por eso, para el final. Siempre quiso la victoria, pero para ganar hay que hacer goles, o al menos más que el rival. Y a Unión, ese objetivo, le cuesta horrores.
Planteamos la cuestión de jerarquía y también la madurez. Algo dijo Munúa luego del partido, cuando se refirió a la juventud de algunos de sus futbolistas y también a aquéllos que han llegado de otras instituciones (sobre todo los que vinieron de Boca) y no tienen todavía una cantidad de partidos suficiente para ser considerados como experimentados. El cierre de los partidos es una mezcla de jerarquía y madurez. La jerarquía permite un mejor aprovechamiento de esas pocas situaciones de gol que se pueden presentar en un partido y que, en el caso de Unión, supera la media de cualquier otro equipo. Y la madurez viene de la mano de la inteligencia y la solvencia para llevar, al resultado, la superioridad que muchas veces se manifiesta en el campo de juego o al menos esas sanas intenciones de no amarretear nada ni renunciar a la búsqueda constante del arco adversario.
En principio, el partido de Copa Argentina entre Unión y Almagro se jugaría el 10 de mayo en San Nicolás. Esa es la información que dispondrían los dirigentes rojiblancos, sujeto a confirmación. De lo que no hay dudas, es que el partido se jugará en el estadio de San Nicolás, ubicado a la vera de la autopista Rosario-Buenos Aires.
De confirmarse esta fecha, el encuentro con Almagro se jugará después de la visita a Godoy Cruz de Mendoza y el cotejo como local ante Sarmiento de Junín.