Una vez más, el Ejército demuestra que todas sus capacidades están a disposición de la sociedad. Ahora, respondiendo al llamado del sistema sanitario santafesino. Crónica de una operación que se multiplicó por miles durante la pandemia y en todo el país.
No pasaron desapercibidas las declaraciones del Director del Hospital Cullen en la jornada del 20 de abril. Los vecinos de la región notaron que la pandemia realmente está amenazando el acceso al sistema de salud público y el miedo comenzó a incrementarse otra vez al imaginar el colapso del sistema sanitario. El médico pedía ayuda ante la inminente falta de camas y pretendía que sea el Liceo Militar “Gral. Belgrano” (situado frente al nosocomio) la entidad que ceda su espacio para la colocación de carpas sanitarias. Pero no se detenía allí el pedido, era pertinente que el espacio cedido para la atención médica sea rellenado con un hospital militar de campaña que, justamente, pueda servir de extensión sanitaria de los servicios del Cullen.
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Pocos días después del inicio de las especulaciones respecto a qué pasaría con aquellos pacientes que sufren diversas patologías agudas o con los pacientes crónicos contagiados de Covid-19, dado el panorama pintado por el Dr. Juan Pablo Poletti, fue el propio Presidente Alberto Fernández quien anunció desde Rosario que habría respuesta favorable a la solicitud médica. Esa noticia fue ratificada por el propio Ministro de Defensa, el santafesino Agustín Rossi.
Siguiendo la línea de lo pronunciado por el mandatario argentino pocos días atrás: las Fuerzas Armadas, nuevamente, asistirían sanitariamente a la población ante la segunda ola de contagios. Así, tan sólo una semana luego, el 27 de abril amaneció y dos camiones de la Dirección de Transporte del Ejército Argentino partieron desde Buenos Aires colmados de carpas, insumos, camillas y los elementos necesarios para componer el hospital de campaña, que esa misma tarde comenzó a ser montado entre efectivos militares y veteranos de la Guerra de Malvinas que llegaron hasta el Liceo Militar para colaborar con la misión. Esta llegada brindará unas 40 camas al Cullen, que por esas horas sólo contaba con tres disponibles según sus autoridades.
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La postal del esfuerzo mancomunado y sin distinciones de condiciones entre combatientes de Malvinas, Soldados, Suboficiales y Oficiales para descargar los camiones y armar la estructura del hospital castrense eriza la piel de cualquiera que dimensione la trágica situación que atraviesa el mundo y que azota – otra vez con mayor fuerza – a nuestra región. Pero esa sensación es más fuerte cuando nos detenemos en observar que esa prestancia proviene de efectivos militares. Los mismos que muchas veces fueron ninguneados y hasta puestos en duda sus aportes para con la comunidad. En Santa Fe, particularmente, situaciones trágicas como inundaciones, incendios o esta misma pandemia sirvieron de ejemplo para demostrar que, mientras los hombres y mujeres del Ejército se profesionalizan para operar en el peor escenario: la guerra, ponen a merced de la Nación el personal, sus equipos, elementos y todas sus capacidades para afrontar la coyuntura del momento.
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Apenas una semana después del pedido de auxilio del Dr. Poletti, una treintena de efectivos militares, camiones, equipos sanitarios y carpas se concentraron en Santa Fe para darle respuesta. El Ejército Argentino manifiesta permanentemente su pertenencia para con el entorno y lo demuestra con acciones como éstas, que se repitieron a lo largo de toda la historia argentina pero que se acentuaron en la última década con la perforación de pozos y potabilización de agua en Salta; armado de diversos centros de aislamientos y hospitales de campaña en el conurbano bonaerense e interior del país; la entrega de módulos alimentarios en el Impenetrable Chaqueño; el auxilio en las nevadas del sur patagónico y también los incendios forestales que incluso sometieron a nuestra provincia. El coronavirus sigue latente, pero la sociedad civil cuenta con buenos aliados en la guerra declarada; dispuestos a la acción cada vez que sean convocados. También sirven estas líneas para recordar que no hay mejor forma de reconocer esa labor – y ser parte de la batalla – que cuidándonos entre todos y respetando las indicaciones de los profesionales.