Lía Masjoan
La política defiende los derechos de la mujer ante todo y pide a los médicos que realicen el aborto a toda mujer que así lo requiera.
Lía Masjoan
La negación del Servicio de Ginecología del Hospital Iturraspe a realizar abortos en los casos que no están claramente encuadrados en el artículo 86 del Código Penal, bajo el amparo de la objeción de conciencia, puso al Ministerio de Salud de la provincia en un verdadero apriete: ¿cómo garantizar la práctica y el cumplimiento de sus políticas sanitarias en un servicio público? Allí funciona una de las maternidades más importantes del centro norte provincial. La otra es la del Hospital Cullen ¿Pueden ser todos sus médicos objetores de conciencia, incluso los jefes?
Hasta ahora, cuando la causal estaba encuadrada claramente en lo que dice la ley, los abortos se han realizado. Para que no queden dudas, la mujer debe haber sido violada o debe correr riesgo su vida o su salud si continúa con el embarazo.
Pero hace unos meses, algunos médicos denunciaron públicamente, y ante las entidades que los representan, que son presionados por las autoridades hospitalarias y del Ministerio para hacer abortos a toda mujer que lo requiera, incluso sin que estén claras las razones que indica la ley. Esas son las directivas que baja el gobierno socialista. Y los médicos, que son quienes tienen que ejecutar la práctica, quedan entre la espada y la pared, teniendo que hacer lo contrario para lo cual se formaron, que es salvar vidas.
Al mismo tiempo, a fines de mayo una ONG presentó una denuncia judicial sobre un caso puntual que ocurrió este año en el Iturraspe: una mujer que ejercía la prostitución quedó embarazada y quería abortar porque no iba a poder continuar trabajando. Ya estaba de 18 semanas y el servicio de Ginecología se negó a hacerlo.
“Si soy objetor de conciencia y otros médicos también, las autoridades de salud tendrán que arbitrar los medios para que otro profesional realice la práctica o eventualmente derivarlo a un nosocomio para eso. Después de todo, sólo 10 cuadras separan el Iturraspe del Cullen, donde podrían realizársela”, afirmó esta semana el Dr. Samuel Seiref, jefe de Ginecología del Iturraspe.
Así, abrió otro interrogante en este complejo debate: ¿Cómo se están resolviendo los casos en el hospital Cullen? ¿Son todos los médicos objetores de conciencia? ¿Reciben las mismas presiones? Allí, el jefe de Ginecología es el Dr. Fernando Ponzo.
— ¿Cuál es su postura?
— El hospital no puede ser objetor de conciencia de esta política del Ministerio de Salud y yo, como jefe de Ginecología, no puedo permitir que el servicio tenga objeción de una política de salud ministerial. O sea que el servicio de Ginecología del Hospital Cullen garantiza la realización de los abortos no punibles. Esto independientemente de que los médicos de mi servicio me han manifestado a mi, y para mi eso ya es suficiente, objeción de conciencia ante determinados casos. Ninguno se opondría a hacer un aborto terapéutico a una paciente oncológica o donde hay una patología que pone en riesgo su vida y se justifica la interrupción del embarazo. Ni tampoco tendrían ningún reparo donde hubo una violación o donde la embarazada es una paciente con discapacidades. Los tomo como objetores de conciencia para estos casos de interrupción legal del embarazo donde la causal salud a veces tiene una línea delicada, realmente fina, y yo me he puesto al frente para no generar el cierre de mi responsabilidad de darle cabida a estos casos.
— ¿Qué implica ponerse al frente?
— Que yo entrevisto a cada paciente que llega; los médicos de los centros de salud se ponen en contacto conmigo y yo recibo a la paciente, que generalmente ya viene con toda la documentación, con los papeles firmados, la autorización de ella para realizar el aborto, la nota de la asistente social o la médica generalista donde ponen que según su criterio esa paciente reúne los requisitos que indica la causal salud para interrumpir su embarazo. En ese marco trato de evaluar si realmente está dentro de lo que creo que éticamente corresponde. Cuando es así, es muchísimo más fácil resolver el problema. Si no, es muy difícil.
— ¿Cuáles son los casos difíciles?
— El Código Penal dice que el aborto tiene su justificación cuando corre riesgo la vida de la paciente y cuando no hay otras maneras de solucionar el problema. Cuando hay un problema de salud bio-psico-social. O sea que puede interpretarse que puede ser por un problema económico, puede ser que le genere a la paciente una depresión con tendencia al suicidio, ahí uno puede entender el motivo. Lo que uno no comprende es la anticoncepción en pacientes embarazadas, es decir, en alguien que planificó otra cosa para su vida, que quiere tener sólo dos hijos, que quiere tener un bienestar que un hijo más no le va a dar, que está a punto de recibirse y si llega un bebé no lo va a lograr. Y no parece que eso justifique la interrupción del embarazo. Es muy fina la línea y cada parte la corre como quiere. Incluso, a veces se mete como causal salud para habilitar el aborto a la pobreza extrema. Creo que hay otras soluciones y otros responsables y no tengo que ser yo quien ejecute algo de lo que no estoy convencido porque hay alguien que también tiene derechos, que es el feto. En muchos casos con 7 ú 8 semanas y no son celulitas; son un conjunto de elementos con vida, con actividad cardíaca, con estímulos neurológicos. Y ni te cuento a partir de las 12 semanas. Claro que es importante garantizar los derechos de la mujer, porque acá apunta el tema. Pero nos estamos olvidando de otra parte: están los derechos del niño por nacer.
— ¿Cómo los resuelve?
— Estamos resolviendo los casos acompañando a las mujeres, tratando de convencerlas cuando no las vemos firmes en la decisión. Pero necesito tener en el servicio a alguien que sin objeción de conciencia pueda hacer lo que estoy haciendo con muchas dificultades, sin cargo de conciencia como me está pasando a mí. No me planto porque sé que tengo que garantizar que el servicio cumpla con esta política ministerial y, a la vez, siento que en esta posición estoy ayudando más que si me hago a un costado porque pasarían muchos casos que realmente serían lamentables, inclusive con las pacientes que llegan con complicaciones por secuelas post aborto. No es tan gratuito esto de sacarse un chico de 12-14 semanas y que siga la vida como si nada. No todo el mundo está preparado para eso psicológicamente. Trato de trabajar en eso, siento que puedo modificar un poco la decisión, que vale la pena no bloquear la situación. Y para los casos que no puedo resolver, necesito tener a alguien que pueda hacerlo sin que le genere ningún tipo de afección en sus cuestiones éticas, morales y religiosas. Hoy no lo estamos negando pero lo estamos llevando con una angustia bastante intensa en los casos donde la cuestión legal está en una línea muy fina.
— ¿Con qué frecuencia llegan este tipo de casos al hospital?
— Son casos que escucho con mucha frecuencia. Después de lo del Iturraspe están llegando muchísimos más porque ahora todos caen al Cullen.
— ¿Qué implica “mucha frecuencia”?
— Un caso diario. Todos los días llegan consultas de los centros de salud con casos. Yo les digo que si tiene la causal salud y la paciente firmó los papeles, ejecuten ahí. Yo como jefe de servicio les garantizo que si llega al Cullen con una hemorragia y los residentes la internan, si hay que hacer un raspado por aborto incompleto se hace. Pero que ejecuten allá.
— ¿Cuál es el argumento del Ministerio de Salud para sostener esta política?
— El Ministerio dice que esta causal salud se justifica porque si esta paciente no lo hace en un medio público controlado, lo hace de manera clandestina con mayores riesgos. No es un mal argumento y yo lo entiendo.
— ¿No sería conveniente implementar una política de salud que apunte a mejorar la anticoncepción, la educación sexual y la salud reproductiva y no a hacer anticoncepción con el embarazo en marcha? — Sí, creo que hay que hacer muchísima más promoción de la anticoncepción.
— Si están recibiendo casos diarios, la situación es muy grave y muestra que está faltando profundizar en las políticas de educación sexual y en la anticoncepción.
— Es gravísimo y recién empieza. Porque esta promoción puede generar que muchas mujeres se despreocupen de cuidarse si total podrán resolver el problema. La sociedad debe dar este debate y poner un punto medio. Necesitamos un límite claro de la causal salud para poder trabajar sintiendo que estamos haciendo un bien y no un daño porque los médicos nos formamos para salvar vidas.
Hace unos meses, algunos médicos denunciaron públicamente, y ante las entidades que los representan, que son presionados por las autoridades hospitalarias y del Ministerio para hacer abortos a toda mujer que lo requiera, incluso sin que estén claras las razones que indica la ley.
Los riesgos para pacientes y médicos El Dr. Fernando Ponzo fue contundente al explicar los riesgos que puede generar un aborto. “En un embarazo menor de 12 semanas, son escasos. Alguna hemorragia, que derive en un raspado hemostático con alguna lesión endometrial y algún riesgo de infertilidad futura. Pero bajo. Se puede morir alguna paciente si es asmática y no lo sabe porque esta medicación está contraindicada para asmáticos y no creo que pregunten demasiado a quien se la colocan”. Cuando el embarazo pasa las 12 semanas, “es bastante más riesgoso porque los métodos son más cruentos y agresivos. Uno tiene que empezar a extraer los fetos vivos en pedazos. Esos huesos pueden lastimar y perforar el útero, la vejiga, generar hemorragias, complicaciones que pueden terminar en histerectomías y riesgos de vida para la paciente”. “Por más experiencia que tenga el ginecólogo, por más respaldo de una buena terapia intensiva como la del Cullen, un buen quirófano, con buenos instrumentales, siempre un aborto provocado en una paciente con más de 12 semanas empieza a ser riesgoso. Cuanto más semanas pasan, mucho más”, advirtió el Dr. Ponzo. “Es altamente riesgoso en más de un 10 % de las pacientes. Y un 10 % de pacientes jóvenes que alteren su fertilidad futura, que queden con secuelas de traumatismos uterinos o vesicales, es complicado. Si esa paciente tiene 15 años —explicó el jefe de Ginecología del Cullen—, no se necesita la autorización del padre. Si se complica y el padre se entera después, el médico queda totalmente expuesto a una demanda por aborto ilegal o mala praxis porque según qué abogado y qué juez tome el caso, corre la línea para un lado o para el otro. Y uno está en el medio y se siente ciertamente desprotegido”.
“Por más experiencia que tenga el ginecólogo, por más respaldo de una buena terapia intensiva como la del Cullen, un buen quirófano, con buenos instrumentales, siempre un aborto provocado en una paciente con más de 12 semanas empieza a ser riesgoso” Dr. Fernando Ponzo Jefe de Ginecología del Cullen