"Yo le bailo al cáncer", una historia de optimismo frente a la lucha más difícil
La Asociación de Cuidados Paliativos de Santa Fe brinda contención a pacientes que atraviesan la enfermedad. Su interior está llena de historias de dolor, pero también de esperanza, como la de Carlos Díaz, un vecino de Reconquista que es un ejemplo de motivación para quienes están transitando este camino.
"Yo le bailo al cáncer", una historia de optimismo frente a la lucha más difícil
Carlos Díaz tiene 69 años y vive en Reconquista. Con nostalgia recuerda su humilde infancia en la calle y como, en una murga, nació su amor por las comparsas. "Hoy puedo decir que es la mejor terapia. Cuando bailo todo se me olvida, mi energía sube y soy pura adrenalina", cuenta hoy mientras afronta un diagnóstico de cáncer y recibe acompañamiento y contención en la Asociación de Cuidados Paliativos de Santa Fe (Acupa). "Vuelo con Neli, mi mujer, a quien no cambio ni por las mejores bailarinas del mundo. Les enseñamos zumba a mis compañeros en Acupa y todos nos divertimos" comenta risueño.
A sus 69 años, Carlos disfruta del baile en buena compañía: "Cuando bailo todo se me olvida, mi energía sube y soy pura adrenalina".
Ocho años atrás Carlitos estaba sumido en el alcohol, separado de su mujer y alejado de la familia.
"Cuando me dieron el diagnóstico, Neli me acompañó. Llegamos de Reconquista desorientados al hospital; aquí Acupa nos recibió y estuvo con nosotros guiándonos y dándonos su apoyo moral. Todo el personal fue una maravilla, nos facilitaron el camino", relatan emocionados.
Todo cambió para bien
Para algunas personas cáncer significa fin, para otros, es un nuevo comienzo. Carlitos dejó el alcohol y esto mejoró la convivencia con su familia. Descubrió a sus verdaderos amigos y tuvo el valor de decidir a quienes quería realmente a su lado.
"Hoy soy otra persona, hago valer mi tiempo, charlo mucho y soy más paciente. Pienso en las soluciones y no en los problemas. Siempre voy para adelante", contó Carlos.
"Hoy soy otra persona, hago valer mi tiempo, charlo mucho y soy más paciente. Pienso en las soluciones y no en los problemas. Siempre voy para adelante. Cuando tengo fuertes dolores y no quiero salir de la cama, hago un esfuerzo físico y mental para levantarme y entonces todo se me pasa", asegura.
Recuperar la fe perdida
A pesar de no creer en nada, la enfermedad lo acercó a Dios, de quien hoy obtiene la fuerza. "El cáncer me ayudó a despertar y recapacitar sobre lo que estaba haciendo con mi vida. Se trata en primer lugar de cambiar los pensamientos, de ver las cosas de manera positiva y luego lo de afuera cambia. Le tenía miedo a la muerte, pero entendí que en el presente estoy vivo y tengo una nueva oportunidad. Ahora no lucho con el cáncer, bailo con él".
Una compañera en el camino
Carla Lencima escucha atentamente y con admiración el relato de su amigo. Ella es coaching oncológico y trabaja de voluntaria en Acupa. Descubrió su vocación luego de tener cáncer y atravesar el tratamiento. Ya curada, sintió un fuerte deseo de acompañar a otras personas que están viviendo esta experiencia de vida.
"En la mayoría de los pacientes la meta es curarse. El acompañamiento se orienta en la recuperación. No intervenimos en la salud mental que es abordada por psicólogos y psiquiatras", aseguró Carla.
"En Acupa hacemos sesiones con los pacientes, mientras conversamos les hago masajes en los pies. Vamos a tomar un helado o a merendar, ya que la invitación a una salida predispone mejor a la persona, es una motivación. Cuando salimos le llamamos hacer una dinámica, cada lugar tiene una temática en particular. Por ejemplo, si queremos hablar de religión, vamos a una Iglesia o Templo. Recorrer una exposición, una feria o la costanera es algo recreativo, donde charlamos y contamos nuestras historias. En el cine vemos películas de comedia, el objetivo es distraerlos y sacarlos de la rutina que implica el tratamiento y la enfermedad. Comentamos la película en una ronda de mates y nos seguimos riendo. La risa y la alegría es sin duda una terapia".
Del "por qué" al "para qué"
Al principio el paciente se enoja, pero a medida que pasa el tiempo va cambiando su mirada. No se detiene en el por qué, sino en el para qué. Nadie elige tener cáncer, pero si la actitud para afrontarlo.
Acompañar a los pacientes oncológicos le deja a Carla muchas enseñanzas positivas. "Cuando tengo que hacerme controles de rutina llegó al consultorio con miedos e inseguridades, temo que el cáncer vuelva. En esos momentos pienso en Carlitos, en su fortaleza, en su alegría contagiosa. Son ellos los que me terminan enseñando más a mí, que yo a ellos".
La actitud positiva es todo, ayuda mucho en la recuperación. Estar decaídos anímicamente baja las defensas del cuerpo. "He visto y sentido todo lo malo que trae esta enfermedad, pero después de pasar por ella también celebro las cosas buenas que me ha dejado. Es otra forma de vivir, es disfrutar intensamente un simple mate en el jardín de tu casa, es aprender a escuchar" reflexiona la coaching.
Asociar al cáncer con la muerte es una dura sentencia y, en realidad, hay un largo camino por delante que para muchos trae una nueva vida.