Salomé Crespo
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Los propietarios de la firma acordaron abrir una casa de comidas para llevar y suspender la atención al público.
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Es una marca registrada de la ciudad, un emblema, “la esquina con el mejor liso”, pero llegó el momento de levantar las mesas, barrer las cascaritas de maní y decir: “Hasta siempre”. A 44 años de servir el primer “Tin tin”, “Danubio”, “Pupi” o un “Marilú”, cierras sus puertas el bar Mi Sandwichito, en la esquina de bulevar y Urquiza.
Con nostalgia pero seguro de la decisión que tomó, Alfredo Forni, uno de los propietarios, dialogó con El Litoral. En un mes dejarán de atender al público y abrirán una casa de comidas para llevar, con la misma carta, en un local lindero al actual. Estará sobre bulevar Pellegrini.
“Lo venimos madurando hace seis años. Tenemos todo preparado para transformarlo en una casa de comidas para llevar. Vamos a seguir trabajando pero de otra manera”, precisó Alfredo.
“Somos reconocidos por los lisos que servimos. La gente dice que son los mejores de Santa Fe. Fuimos premiados por la cervecería durante dos años seguidos con ‘El Liso de Oro’”. Alfredo Forni. Propietario de Mi Sandwichito
A tantos años de trabajo, se sumó la necesidad de descansar. “Los cuatro socios tenemos un promedio de 70 años. Una de las cosas que nos llevó a tomar la decisión es justamente el ritmo que impone la atención de mesas. No tenemos horarios, en cambio con las comidas para llevar es diferente”, consideró Alfredo. Cuando arrancó Mi Sandwichito, tenían alrededor de 23 años.
Otras variables
El objetivo de Forni y su socio es conseguir durante este mes un interesado en seguir con la actividad en el mismo lugar. De lo contrario rematarán el mobiliario.
“Hasta el momento no apareció nadie que quiera seguir con el bar. Nos gustaría que alguien se interese porque es mucho tiempo de trabajo. De lo contrario, venderemos todo aquello que no necesitemos en el delivery”, indicó Alfredo.
A partir del mes pasado el valor de alquiler de la esquina ascendió a 20.000 pesos. Lo que también “empujó” a los socios a tomar la decisión de cerrar. Antes de eso, comenzaron a regularizar la salida de algunos empleados. Ahora le quedan 13, que se reacomodarían en el nuevo rubro.
Aunque con nostalgia, Forni asegura que es momento de descansar. “Lo venimos asumiendo hace mucho tiempo, desde que empezamos a preparar el local para el delivery. Pero por supuesto que nos da nostalgia el hecho de abandonar la clientela, pasaron casi tres generaciones por esa esquina. Nos duele, pero no puedo seguir toda la vida, sino nos van a sacar en un cajón de ahí”, se despidió Forni.