Advertencia de Cáritas Santa Fe: "Los chicos vienen al merendero con hambre"
El impacto social de la crisis pega duro en los más necesitados. Hay más demanda y a la organización que pertenece a la Iglesia no le alcanza para contener a la gente. Alertan sobre un "clima social tenso" en los barrios.
Desbordados. "Desde Cáritas priorizamos la atención de los más vulnerables, que son los niños, ancianos y enfermos. Vemos cómo se les hace difícil la subsistencia", cuenta Blanche. Créditos: Mauricio Garín.
"El clima social en la ciudad de Santa Fe es tenso", comienza diciendo el padre Marcelo Blanche, que es uno de los vicarios generales de la Arquidiócesis de la Iglesia de Santa Fe y es además el vicepresidente de Cáritas. Esta entidad es una de las encargadas de monitorear de forma permanente la situación social de los barrios de la ciudad para brindar asistencia a los más necesitados. "Recién estuve dando vuelta por las calles de Villa del Parque", cuenta el sacerdote, "y percibí que hay una tensión que uno no sabe cómo puede llegar a terminar", advierte. "Se puede aflojar todo o estallar. Lo noto en la mirada de las personas", describe. "Hay una mirada de temor, de incertidumbre y de rabia".
"En los barrios se comenta lo que pasó", cuenta Blanche en relación a los saqueos y hechos de violencia ocurridos en las últimas horas en algunos supermercados de la ciudad. "Hablan de cómo actuó la policía. Hay una sensación de que las cosas no están bien -dice-. Las noticias de lo que pasa nos duelen. A veces lo vemos de lejos pero ahora nos toca de cerca con estos saqueos en la ciudad y con los comerciantes alertas. Queremos que esta tensión se resuelva de la mejor manera. No todos estamos en esto y queremos vivir en paz. Buscamos otro camino".
-¿Qué ven en el día a día en los barrios de la ciudad?
-Hay muchas familias que vivían al día y hoy tienen que buscar otros recursos. En cada parroquia tenemos equipos para atender la demanda social que cada día es mayor. Desde Cáritas priorizamos la atención de los más vulnerables, que son los niños, ancianos y enfermos. Vemos cómo se les hace difícil la subsistencia. No les alcanza para los remedios ni para llevar a los chicos al médico. A las familias les cuesta sostenerse día a día.
-¿Aumentó la demanda de comida?
-Sí, sí, aumentó bastante. Se nota que las familias no llegan a lo mínimo. Hay necesidades que antes podían resolver y ya no pueden comprar ni una leche, un aceite o azúcar. Aumentó la demanda de mercadería y la demanda en los comedores y merenderos. Uno ve que los chicos vienen realmente con hambre, no vienen porque no les queda otra, vienen con hambre -insiste-, necesitan comer algo.
Alerta. "Recién estuve dando vuelta por las calles de Villa del Parque y percibí que hay una tensión que uno no sabe cómo puede llegar a terminar", advirtió el sacerdote. Créditos: Mauricio Garín.
-Organizaciones como Cáritas ¿tienen todavía capacidad de dar respuesta y contener a esta gente?
-Solos no. Necesitamos la ayuda del Estado, a través de los programas sociales, y la ayuda de la comunidad. Y ni así podemos dar respuesta. Ya no podemos dar respuesta -reitera-. Es algo muy difícil. Hay que priorizar a las familias más vulnerables. Y si queda algo se reparte entre los demás. Pero no alcanza. Es lamentable.
-¿Cuál es la temperatura del termómetro social que mide la posibilidad de que se produzca una revuelta en las calles?
-No se qué decir. Yo no quisiera que ocurra eso. Pero la sensación de tensión en los barrios me genera incertidumbre. Recién cuando andaba por Villa del Parque el comentario de la gente era ese: lo que pasó (saqueos), lo que puede llegar a pasar y qué vamos a hacer. Hoy estamos mal. No se qué va a pasar mañana. Pero hoy estamos con esta sensación de que estamos a la deriva. Es duro escuchar estas cosas en boca de la gente.
-Pasaron más de dos décadas de los saqueos de diciembre de 2001. ¿Ve algunos puntos en común entre lo que fue aquel drama respecto de la situación actual?
-Ojalá no lleguemos a eso, pero lo que estamos viendo hoy nos hace decir que a esto ya lo vimos. Ya pasó y no queremos que vuelva a ocurrir. Es una luz amarilla que nos dice "guarda", abramos los ojos y que cada uno desde su lugar trate de calmar este clima violento, porque es una chispa. Y cuando estamos todos mal, cualquier cosa que ocurra te altera. Ahí es donde uno tiene que empezar a calmar y poner paños fríos.
-Cuando ve esas imágenes de los saqueos, ¿qué cree que le pasa por la cabeza a esa gente?
-Hay algo de egoísmo. Piensan: "Perdido por perdido, hagamos esto, total nadie hace nada por nosotros". Hay mucho desentendimiento, desilusión por la vida. Ya no vale ni la vida de uno ni la del otro. Es un desgaste por la vida, un decir "hago esto, total ya nada vale".
-¿La Iglesia y Cáritas fueron convocados por el gobierno ante este clima social en Santa Fe?
-Hasta ahora no llamó nadie. No se cómo vamos a seguir.
-¿Creen necesario que se convoque a las organizaciones y entidades sociales de la ciudad?
-Siempre es bueno encontrarse. Por lo menos para saber qué puede aportar el otro para poder salir adelante entre todos.
-¿Qué se le puede decir a la gente ante esta situación?
-Yo utilizo la imagen de la herida y del agobio. La herida es cuando ves que hay algo que no termina de sanar. Y estas situaciones es como que vuelven a abrir una herida. Entonces tenemos que vernos que estamos heridos, y necesitamos algo más. Al mismo tiempo somos personas con capacidad de afrontar estas dificultades. Debemos ir por el camino que nos brinde la posibilidad de otro modo de vivir. Hay que evitar todo aquello que nos pueda generar violencias menores que pueden terminar en otras mayores. Apostamos a la fortaleza, la capacidad de resistir ante situaciones complicadas. Con una mirada sana y pacífica. Hay que mirar al otro no como un enemigo sino como alguien que me puede llegar a ayudar a sobrellevar la situación, aunque no piense igual que yo ni pertenezca a la misma religión. Hay que tratar de alcanzar acuerdos para salir adelante.
-¿Cómo se resuelve este problema?
-(suspiro) Creo que debemos intentar validarnos como personas que podemos resolver situaciones a partir de otras instancias que no sean la violencia. Dialogar, ver qué puede aportar cada uno, dejar de pensar tanto en uno mismo, ese egoísmo feo que quiere todo para uno sin importarle si el otro está mal. Pensemos más colectivamente, comunitariamente las cosas. Porque una sola institución no puede hacer mucho. Si nos empezamos a encontrar tal vez se pueda generar otra cosa. Veremos cómo sigue esto. Esperemos que no siga de esta manera y que haya algo que pueda aliviar esta situación social.
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