Para escapar de una adicción, además de la propia voluntad, la contención emocional es una de las claves para la recuperación. En Santa Fe quienes sufren el alcoholismo tienen su espacio de contención en la planta alta de la parroquia La Merced (Av. Freyre y Moreno). Y el grupo de Alcohólicos Anónimos (AA) lleva adelante sus encuentros los lunes, martes y jueves de 19.30 a 21 horas.
"Hay muchos que desconocen de su existencia y otros que creen que después del cierre por la pandemia no abrió más. Actualmente asisten unas cinco personas y antes de la pandemia participaban más de 30; algunos dejaron de ir porque han recaído y otros fallecieron", comentó Néstor, miembro de AA "Grupo Amistad", en diálogo con El Litoral.
Acerca de las personas que perdieron la vida en el último tiempo, Néstor mencionó que "hay casos de gente que recién a los 50 ó 60 años llegan a estar sobrios, pero por la mala vida que han llevado terminan muriendo. También hay quienes recaen en el alcohol y tienen vergüenza de volver al grupo".
En los encuentros, contar la situación personal de cada uno es la carta de presentación. Escuchar y ser escuchado es una de las premisas que buscan en el grupo. "En las charlas se da la bienvenida y se escucha para que cada persona se desahogue. Entendemos que no es lo mismo desahogarse con algún amigo que con personas que sufren la misma enfermedad, que están en la misma sintonía, además lo más importante es que todo lo que se habla queda ahí", resaltó.
Salir adelante
Cuanto antes el alcohólico detecta que tiene el problema y busca una solución para dejar la adicción, las chances de recuperar una vida saludable crecen. "En nuestro grupo han vuelto a 'nacer' personas de 50 años que bebieron durante 30 años, y que logran darse cuenta que hay un mundo de sobriedad", indicó Néstor, quien con 41 años lucha contra el alcoholismo desde hace tiempo y de forma personal apunta a difundir para que más personas puedan encontrar sostén en "Grupo Amistad".
"En mi caso, llegué al grupo gracias a un tío de corazón que también padeció la enfermedad y que recuperó su vida a los 50 años. Provengo de una familia donde todos tuvieron problemas de alcohol, es algo que se lleva en la sangre y la única manera de cortar con esta ´maldición´ es hacer un cambio", narró.
Las recaídas son frecuentes es la batalla diaria a las que se enfrentan quienes se consideran alcohólicos en recuperación. "Yo tuve muchas recaídas por temas laborales. El borracho siempre tiene excusas para volver a tomar. Ahora llevo sobrio un mes, a los encuentros siempre voy aunque tenga recaídas o esté sobrio, porque dejar de ir cuando uno cree que está recuperado es el peor engaño que puede hacerse a uno mismo", agregó Néstor.
Preocupación
Una de las preocupaciones que observan desde Alcohólicos Anónimos es que cada vez hay más gente joven que empieza a tener relación con la bebida. Si bien el promedio general de los trastornos por consumo de alcohol se manifiesta con mayor frecuencia entre los 20 y los 40 años.
Néstor opinó en este sentido que "lamentablemente se sabe que hay nenes entre los 8 y 10 años que empiezan a tomar, lo ven como algo natural porque eso pasa en la casa. Generalmente un gran porcentaje empieza por la familia, otros lo hacen por las amistades o por adaptarse a la sociedad. Muchos tienen la enfermedad y no lo saben".
Puerta de entrada
Es común escuchar que el alcohol es la puerta de entrada a otras adicciones, y también desencadena situaciones de violencia tanto verbal como física hacia otras personas. "El alcohol está de por medio en casos de violencia de género, incluso en homicidios", lamentó Néstor.
En la parroquia La Merced, además del grupo de AA, tienen su espacio de contención Narcóticos Anónimos. "Muchos se acercan a nuestras reuniones porque también tienen problemas con el alcohol. Lamentablemente te abre puertas a otras drogas y se convierte en un círculo vicioso del que es muy difícil salir, pero puede frenarse. Lo más hermoso que se puede conseguir es la sobriedad: el alcohólico no tiene que tener vergüenza y buscar contención", concluyó Néstor.