Ese cross en la mandíbula que suele ser la vida aparecía todos los días. A veces impactaba, tirando el rostro a la lona. La mejor guardia para evitar el golpe era salir con la cortadora de césped a hacer una changa en el barrio, o un laburito de pintura, lo que sea para parar la olla. Y después, sí o sí, al gimnasio a entrenar, y luego salir a correr varios kilómetros bajo la espesa oscuridad de la noche.
La historia biográfica de Alexis Sicilia es como esa porfiada metáfora arlteana: el cross en la mandíbula. Nació en Liceo Norte, cerca del callejón Aguirre, donde la ciudad se va recostando hacia el extremo noroeste. Hoy vive en Cabal. El joven de 31 años es changarín, ayuda a los niños en el merendero de su Iglesia, integra la iniciativa “Ni un Pibe Menos por la Droga”, pero además es boxeador profesional.
Y ahora le llegó el que quizás sea el primer gran fruto deportivo de su vida: se convirtió en Campeón Argentino de Boxeo en la categoría Súper Gallo, tras ganarle al púgil Juan Cejas en una velada boxística internacional que tuvo lugar días atrás en la ciudad de Córdoba. La victoria de “El Picante”, como le dicen a Sicilia, no tuvo dudas en la decisión arbitral. Ganó por puntos y con contundencia.
“Hay que ser valiente y esforzado. Y trabajar. Porque de lo contrario no hay logros, no hay bendición de Dios”, dice el joven boxeador en diálogo con El Litoral. En sus palabras siempre está Dios: es “cristiano de los Evangelios” -aclara-. “Cristo te ama”, grita a los cuatro vientos la frase que está en su pantalón de box. Una declamación de su ferviente creencia.
Mamá
Y luego aparece el otro gran bastión: su madre, Sandra, ama de casa y empleada doméstica, quien siempre le lavó la ropa y le dio una palabra de aliento cuando las fuerzas no le eran suficientes. Ahora están pagando un alquiler, pero la meta de hijo y madre es conseguir la casita propia.
En rigor, a la victoria Sicilia se la dedicó a su vieja: “¡Para vos mamá, perdón, perdón! ¡Los kilos de ropa que me lavaste, mamá! ¡Los nervios que has pasado por mí! ¡Perdón mamá, te amo!”, gritó llorando el santafesino, luego de saberse campeón.
“Es una relación muy linda la que tengo con mi mamá. Tenemos tres perros, el Felipe, Raquel y La Vieja. Y hay que bañarlos, cortarles el pelo; hay que hacer los mandados, ir a realizar una changa, luego a entrenar, volver, salir a correr… le doy gracias a Dios por la madre que me ha dado; al crédito se lo lleva ella”, subraya el joven.
Cortar el pasto
“Siempre fui changarín. Tengo todos los días a mano mi maquinita de cortar pasto, por ahí agarro algún laburo de pintura, también sé soldar… Y bueno, así la peleamos, viste”, cuenta Sicilia, con la simpleza de alguien que se hizo de abajo. El cross a la mandíbula -otra vez, empecinada metáfora- se encuentra con su brazo resiliente que frena el golpe.
Y el entrenamiento, en el medio. “Voy, trabajo si surge algo y entreno dos o tres veces por día. Me organizó con los tiempos. Y gracias a eso, logramos lo que logramos”, añade el joven. Sale a correr todas las noches, bien tarde. Dice que le hace bien para pensar, más allá de que es parte de su trainning deportivo.
Después reflexiona: “Si tenés todo servido en bandeja, es más difícil valorar los logros. Lo digo con respeto, ¿eh? Yo era un egoísta de mierda. Pero cuando acepté a Dios en mi corazón, me di cuenta de que estaba equivocado. Entonces, cambié. Era soberbio y egoísta, pero cambié, porque tengo un contrato con Dios las 24 horas del día”, vuelve a confiar su fe.
Campeón de la vida. Alexis Sicilia muestra con orgullo su flamante título. Crédito: Gentileza
En la pelea anterior a la del campeonato, Sicilia había ganado una buena plata. Buena para alguien que se la rebusca con changas. Su guía Claudio le dio una frase que lo interpeló. “Me dijo: ‘Campeón, escuchame: yo sé que vas a recibir una buena moneda. Guardá los billetes en el bolsillo, no en el corazón. ¿Sabés, amigo?’. Esas palabras me marcaron. Que lo material no nos contamine los corazones”, relata el joven.
Ayudar a los demás
En la Iglesia a la que asiste y participa activamente, Alexis Sicilia tiene varios guías espirituales y pastores, otros pilares de su vida: Claudio y Leandro son algunos. Allí, todos los sábados hacen un merendero para los niños. Además, el púgil pone plata de su bolsillo para hacer panificaciones. Todo es a pulmón.
“Se trata de dar para el otro, siempre; es lo que mi Dios me enseña”, dice el campeón argentino súper gallo. “En estos tiempos se ve mucho la necesidad; nosotros tratamos de ayudar, aunque sea con una merienda para los más chiquitos. En la zona de Blas Parera e Iturraspe hay mucha gente indigente, revolviendo las bolsas de basura para comer. Son cosas que te parten el corazón”, se conmueve.
Lo que viene
Sicilia tendrá que defender su flamante título. Le ofrecieron que esa próxima pelea sea dentro de 60 días, pero dijo de momento que no: es que en las últimas dos semanas, se sacó nueve nervios de una mano y ocho nervios de la espalda. El boxeo es un deporte de contacto fuerte, como se sabe, y ahora el joven deberá descansar y hacer sesiones con un kinesiólogo.
“También quiero esperar la oportunidad de poder pelear en el exterior, es como una prioridad que tengo: una peleíta afuera. Tengo seis meses para defender el título, la idea es prepararme para ese desafío. Y luego, defenderlo acá en la Argentina. Pero bueno, ya se verá... Ahora estoy disfrutando de esto que tanto trabajo me costó”, expresa Sicilia.
“Ni un Pibe Menos por la Droga”. El campeón argentino súper gallo junto a su técnico y preparador físico. Crédito: Gentileza
Su técnico es Ariel “Chino” González, y su preparador físico es Alexis Sandoval. Sicilia salió de El Rincón Cultural, una ONG que trabaja en la prevención de las adicciones bajo la dirección de un equipo profesional integrado por psicólogos y trabajadores sociales. La entidad lleva adelante la iniciativa “Ni un Pibe Menos por la Droga”. El boxeador santafesino, aún sin saberlo, alecciona con su historia de vida.