Son esas historias que llegan hasta lo más profundo del sentimiento de los santafesinos y calan hondo en los propios protagonistas. El viernes El Litoral publicó un artículo que cuenta los orígenes y esplendor de la alfombra mágica de la costanera de Santa Fe. Y el alcance con los lectores sobrepasó las expectativas.
Solo basta navegar las redes sociales de este diario para notar la gran actividad que generó la nota. Me gusta, comentarios, compartidas. Todo provocó que el artículo se viralice, casi de inmediato.
Algunas muestras. 37 mil reproducciones sólo en el perfil de Instagram del video con la entrevista al dueño del lugar y un recuerdo aportado por una familia santafesina. Esa misma publicación sumó más de 2.500 “me gusta”. Por su parte, en Facebook el video contabilizó 24 mil visualizaciones.
Recuerdos y anécdotas
Además de las visualizaciones, las interacciones más “valiosas” se produjeron en los comentarios de los seguidores de las cuentas de El Litoral. La gran mayoría, optó por hacer pública alguna historia propia, ligada a la alfombra.
“Yo me acuerdo. Que mis hijos adoraban tirarse de hay arriba éramos tan pobres que ellos se ofrecían limpiar el lugar por solo tirarse una vez hay y el señor tenía un gran corazón que siempre les regalaba las vueltas que ellos quisieran ..ojalá vuelva. A vivir esos momentos”, publicó una lectora.
En sintonía, otro lector aportó: “Me acuerdo cuando iba todos los fines de semana con mi familia y amigos a la alfombra mágica”. Por su parte, una seguidora comentó: “Los mejores recuerdos de los domingos !!!! La alfombra mágica. Felicidad Plena!!!!!”
Mientras tanto, una santafesina recordó: “Yo iba cuando era chica y mi perro me acompañaba y se tiraba solo”. Al tiempo que otro seguidor de El Litoral señaló: “La primera alfombra y la novedad en Santa Fe estuvo en Pedro de Vega y Almirante Brown colas de 100 mt.para tirarse y sentir la cosquillas en el estómago”.
De esta manera, miles de personas recordaron su infancia y juventud a la par que conocían la historia de un juego que los vio crecer y que aún sigue en pie, allí a pocos metros de la Laguna Setúbal y la arena de los balnearios de Guadalupe.