El fragmento de la crónica que fue escrita para El Litoral muy a comienzos de diciembre de 1970 consigna la creación de la Brigada Femenina de Tránsito que tenía, por entonces, 20 integrantes. La gigantografía es uno de los testimonios que recupera la historia de este equipo, pionero en el país, que hace pocos días cumplió 50 años. Para celebrarlo, la Municipalidad organizó un homenaje a sus integrantes y una muestra en el hall del edificio de calle Salta.
Allí, junto a notas y fotos de época, hay insignias y atuendos que fueron utilizados en distintos tramos de este medio siglo; de un lado, dos uniformes de verano; del otro, uno de gala y otro de invierno que se completa con un impecable tapado rojo, correspondiente al breve período en que las "naranjitas" fueron "frutillitas". La dueña de este equipo y del traje de gala es Ivon Turn. Y con ella es este diálogo que repasa, en su propia historia, algo de la idiosincrasia local.
Ivon ingresó a la Brigada en 1992 aunque trabajaba desde antes en la Municipalidad. Y cuenta sobre aquellos tiempos en que, con otra compañera, participó de un concurso interno. "Hicimos la capacitación, nos evaluaron, nos sacaron a la calle y nos mostraron cómo se dirigía el tránsito, hasta que salió el puntaje del concurso", cuyo resultado las habilitó a ambas a ingresar a la sección.
Pero la tarea propiamente dicha de dirigir la aprendió, como sus colegas, en la calle. Y todos los consejos fueron útiles y bienvenidos: "Vas a ver que parece que los vehículos se te vienen encima, pero levantá la mano y van a parar", fue uno de los primeros cuando aún salía acompañada. "Después de dos semanas me dijeron que arrancaba sola". Fue en la intersección de 9 de Julio y Salta, donde la situación podía ser complicada a primera hora, cuando mucha gente concurría a la Municipalidad, y a la salida de las escuelas.
Un brevísimo racconto indica que, de la Brigada pasó a la pista de examen, más tarde al Sistema de Estacionamiento Medido (SES) "incluso en la grúa"; de allí unos tres meses en la ciclovía y otra vez a la pista de examen, aunque si era necesario seguía haciendo control de tránsito. "Es una tarea en la que me siento cómoda", dice. ¿La esquina preferida? "San Jerónimo y Mendoza donde hay mucha cantidad de vehículos, pero también espacio para caminar y buena visibilidad".
Gentileza Las charlas a escuelas fueron virtuales este año por la pandemia, pero se mantuvieron en la agenda todo el año.
Las charlas a escuelas fueron virtuales este año por la pandemia, pero se mantuvieron en la agenda todo el año. Foto: Gentileza
Durante el diálogo con El Litoral, que transcurre en un banco de plaza, de ésos que están frente a la Municipalidad, Ivon señala más de una vez que de todas sus colegas aprendió algo: "Me decían, 'si ves una ambulancia o un patrullero que no viene con sirena, dejalos pasar igual'; 'si hay mucho tránsito, fijate de cortar a los taxis (en ese momento no había remises), porque siempre tienen el pie en el freno; 'si viene un carro, que entonces sí entraban al centro, no le cortés el paso, mejor si se despeja el paso para evitar que el animal se desboque'; 'a la siesta no toqués el silbato, manejate con las manos' ". Este último, claro, un consejo bien santafesino.
La charla discurre, amena, en una mañana inusualmente fresca de diciembre, varios metros alejada del tránsito más ruidoso y veloz, pero cerca de las esquinas más transitadas y, por lo tanto, a tiro para escuchar los silbatos de sus colegas. Con el oído mucho más entrenado, Ivon reconoce los sonidos y explica para qué se utiliza cada uno: "Si es fuerte, significa un llamado de atención; entrecortado es para el apure", describe mientras mueve las manos para representar las acciones con la soltura que otorgan la práctica y la experiencia. A propósito, su primer silbato fue un Happening N° 3, y también lo prestó para la muestra.
Mientras operaba en pista de examen le llegó la posibilidad de ir a Educación Vial, donde ya se estaban jubilando otras integrantes. Con el tiempo -hace poco- se armó el Departamento de Educación y Seguridad Vial, donde ahora tiene cuatro personas a cargo y una practicante. "Hacemos charlas en establecimientos primarios y secundarios, para sindicatos, para docentes", dice y corona la enumeración con anécdotas que la llevan de una a otra punta de la ciudad.
De vuelta en el microcentro, asegura que cada esquina tiene su particularidad. ¿La más fría?: "25 de Mayo y Tucumán, porque viene todo el viento del Puerto".
Aprendizajes
Para enseñar hay que saber, y en ese sentido Turn cuenta que nunca dejó de capacitarse en cuanto curso se impartiera al personal, incluidos dos años de Lengua de Señas. Pero también buscó saberes por su cuenta y se recibió, "no hace mucho", de Guía y Técnica de Turismo en el Instituto Brigadier López. "Me trajo mucha satisfacción porque además conocí la Argentina".
-¿Y cuando vas a otros lugares, observás cómo es el tránsito?
-Sí (risas).
Con el tiempo y el devenir de las rutinas familiares necesitó aprender ella misma a conducir. Es fácil figurársela prudente e implacable detrás del volante y la pregunta obvia es:
-¿Cómo se maneja en Santa Fe?
-(Risas) Se maneja mal, el respeto entre conductor y conductor no existe. Es raro ver que se deja el paso a quien viene por derecha. Las personas mayores y las mujeres respetan un poco más. Tampoco son frecuentes los accidentes en personas con capacidades diferentes.
"Cuando manejo me acuerdo de lo que me enseñaron y es lo que digo en las charlas: estar atenta a peatones, alejarme de motos y bicicletas, ceder el paso. Aunque a veces hay quienes no se lo toman bien". Pero ante la agresión y el insulto, ella responde con un saludo.
-¿En qué hacés hincapié cuando das una charla de educación vial?
-En que tienen que saber que cuando salen a la calle o a manejar, hay alguien que los están esperando. Si son chiquitos, tienen que ir de la mano de un adulto porque si les pasa algo se van a quedar sin ir al jardín o sin jugar con los hermanos, o sin hacer las cosas lindas que les gustan. Y a los adultos, que elijan un conductor asignado, que recuerden que hay otros medios de movilidad, que observen el semáforo. Porque a todos, a los niños y a los grandes, alguien los espera.