De la Redacción de El Litoral
area@ellitoral.com
Una historia que conmueve a la comunidad. Mirá la entrevista.
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Una revolucionada playa de estacionamiento invadida por gitanos llama la atención de quienes transitan por estos días frente al Hospital José María Cullen, sobre avenida Freyre al 2100 de nuestra ciudad.
Es que hace ya tres días atrás arribaron gitanos de distintas ciudades del país para acompañar a dos miembros de esta comunidad —oriundos de la localidad de Videla— que están internados en el hospital. Uno es un padre que le donó a su hija un riñón. Y mientras el procedimiento quirúrgico se lleva a cabo, un nutrido grupo de familiares y amigos acampa frente al hospital, hoy bajo la llovizna.
“Yo llegué de La Plata, vine por el transplante de un riñón que le donó mi hijo a mi nieta”, le contó esta mañana Emilia Benítez a El Litoral. “Dios nos oyó, porque escucha la voz del justo, y salió todo bien”, agregó Emilia emocionada, parada junto a la carpa y frente al imponente edificio hospitalario donde ahora están internados sus familiares.
Unidos
Como Emilia, otros gitanos llegaron a nuestra ciudad provenientes de Santiago del Estero, Córdoba, La Rioja, Catamarca, Chaco, Mar del Plata y Capital Federal, entre otros puntos del país. “Estamos todos acá porque somos muy unidos”, agregó otra gitana, “y cuando alguien se enferma lo acompañamos”, dijo, para finalizar: “Nos vamos a quedar hasta que les den el alta médica, de acá no nos vamos”.
La joven que recibió el riñón de su padre sufría una insuficiencia renal desde los 6 años de vida. Estuvo internada en Resistencia, Chaco, en lista de espera del Incucai y la primera donante iba a ser su madre, pero los resultados de los análisis determinaron la incompatibilidad y todo se postergó. “Entonces empezó con un tratamiento mientras aguardaba un donante, hasta que los médicos determinaron que su padre podía donarle un riñón”, explicó Teresa con un bebé en brazos, otra gitana que se encuentra frente al Cullen.
“La reunión de todos los gitanos es algo especial para nosotros, por eso llegamos de todo el país”, resaltó Teresa, y finalizó: “Están los dos bien, así que damos gracias a Dios, y a los médicos, por supuesto”.
“El donante es mi hermano y con su amor le dio una oportunidad de vida a mi sobrina”, dijo desde el fondo del grupo de gitanos otro miembro de la comunidad. “Ella ahora podrá planificar su futuro y tener un matrimonio, por eso estamos muy contentos todos acá”, finalizó.