El año que volvió el agua a la laguna Setúbal, transformada en un humedal
El emblema natural de la ciudad de Santa Fe permaneció durante casi tres años en niveles extremadamente bajos. Esto impidió la navegación y generó cambios en el ambiente. Los especialistas comenzaron a estudiar al espejo de agua como un nuevo humedal.
El año que volvió el agua a la laguna Setúbal, transformada en un humedal
Todavía se ven las consecuencias de la prolongada bajante histórica del río Paraná a orillas de uno de sus afluentes, la laguna Setúbal, en las riberas de la ciudad de Santa Fe. La más llamativa de estas consecuencias es la gran vegetación que creció a lo largo de los últimos casi tres años de bajante. Juncos, sauces, alisos y otras especies como chilillos y totoras se arraigaron en el suelo arenoso y arcilloso sobre las costas. Mientras que en el corazón de la laguna también creció vegetación acuática flotante y arraigada: helechitos y redonditas de agua, camalotes y cola de zorro; la que ahora que subió el nivel del río lucha contra la fuerza de la corriente para sedimentar y permanecer, y evitar así ser arrastrada aguas abajo.
Todavía se ven esos "manchones" verdes en la Setúbal. Sobre todo frente a los espigones y sobre la costa este, pese a que el agua volvió a cubrir el suelo donde creció dicha vegetación palustre. El tiempo dirá si los sedimentos de limos y arcillas -ricos en nutrientes- que viajan en suspensión bajo el agua marrón quedarán atrapados allí conformando un nuevo suelo que luego se transformará en islotes, o si la vegetación será arrastrada por la fuerza del agua, como ocurrió con ese gran embalsado que se desprendió a mediados de noviembre y quedó atascado entre los viejos pilares del ferrocarril, a la altura de El Faro.
Mientras tanto, en la orilla oeste los especialistas comenzaron a estudiar la nueva naturaleza. Y a ésta, como al resto del conjunto, la bautizaron "Nuevo humedal de la Setúbal". Allí reposa a diario una gran variedad de aves y otras especies que dan vida a la Costanera. También habitan este ambiente las serpientes que fueron corridas por el agua y algunas de éstas buscan su alimento -roedores y otras especies- en las zonas cercanas a los desagües pluviales, a donde lamentablemente también llegan residuos urbanos que la gente arroja en las calles y viajan por las tuberías desde las alcantarillas de la ciudad.
Investigadores sobre el humedal de la Setúbal, sobre la orilla oeste, en busca de las nuevas especies que allí crecen.
Nueva vida
Desde el Instituto Nacional de Limnología (INALI CONICET-UNL), biólogos, geólogos y otros científicos monitorean los cambios que ocurren en el humedal de la Setúbal. Ya detectaron 23 especies de plantas. Y esas plantas atraen a gran cantidad de animales que buscan refugio y alimento, como también un espacio para su reproducción.
Este ecosistema formado en la ribera oeste de la laguna cumple funciones relevantes para la ciudad, por al menos tres razones. Es un reservorio de especies vegetales y animales nativas, es una barrera natural frente a posibles eventos de crecida de las aguas y se constituye además como un área de retención de elementos y sustancias contaminantes, enumeran los especialistas.
Para los expertos, la Setúbal ya dejó de ser una laguna. Este cuerpo de agua ya es un río que viaja de norte a sur por la orilla de la ciudad. El mismo es alimentado al oeste por el sistema de arroyos Los Saladillos (amargo y dulce), y por el este, por el arroyo Leyes (que viene del Paraná). El límite de su recorrido es la confluencia con el riacho Santa Fe para formar el río Santa Fe. Esto es unos metros aguas abajo de los puentes Colgante y Nicasio Oroño, frente al club Regatas y junto al Yacht Club Santa Fe.
Nace un bosque
"Aquí nace un bosque" decían los carteles que fueron colocados al inicio de la bajante por la Municipalidad de Santa Fe sobre la playa de la Costanera Este, junto a un conjunto de alisos cada vez más alto. Y los mismos carteles le pedía a la comunidad que lo proteja. El fenómeno que allí viene ocurriendo es lo que los biólogos denominan "sucesión ecológica". Este proceso no es más que el reemplazo de especies vegetales y animales (conocidas como especies colonizadoras) que van preparando el terreno para que diversas comunidades de organismos vivos, cada vez más complejas, puedan asentarse.
Toda esta nueva naturaleza que sobre la ribera crece -en parte encarchada- se transforma en un humedal, un ecosistema acuático de transición entre uno completamente acuático (la laguna) y uno completamente terrestre (la playa). Y este humedal brinda servicios a la ciudad y sus habitantes. Tiene importancia social, económica y ambiental.
Por ello el Municipio decidió protegerlo. Y ese proyecto de protección del nuevo bosque fluvial de la Setúbal ganó en noviembre un premio latinoamericano, por sobre otras 46 propuestas de distintos países, con el aval unánime de expertos internacionales.
¿Reserva Natural?
El proyecto de protección de la Setúbal fue elaborado por el equipo de Infraestructura Verde que trabajó en el Municipio entre 2019 y 2021. Y fue presentado en el Tercer Simposio "Iniciativa Latinoamericana del Paisaje" (The Latin American Landscape Initiative, LALI), en Manantiales, Uruguay, bajo el lema "Sentir y Pensar el Paisaje", para salvaguardarlo.
Y para salvaguardarlo será necesario ahora contar con un "Plan de Manejo del Paisaje", algo que ya existe en la práctica, pero que será necesario formalizar. Porque también en el futuro habrá que ir pensando la idea de consolidar en este ambiente lo que los especialistas ya esbozan como la "Reserva Natural del Este", algo similar a la actual "Reserva Natural del Oeste", que existe la ciudad de Santa Fe.
Pero, ¿por qué hay que salvaguardar el nuevo humedal de la Setúbal? Porque por más pequeña que parezca esta acción en su dimensión global ayuda a contrarrestar el impacto que ya está teniendo el cambio climático en todo el mundo. Y acciones pequeñas, como ésta, contribuyen a hacer un ambiente más sustentable, no sólo para la vida humana.
Las intensas tormentas, la bajante prolongada y el incremento de la temperatura son algunas de las señales que indican que el cambio climático ya se percibe en la ciudad, al igual que en otras partes. La evidencia de que las actividades de los seres humanos han modificado el clima son abrumadoras. Por ello, la acción de preservar el humedal de la Setúbal sirve para contrarrestar todo lo que se ha hecho en sentido contrario. Sirve para cuidar el ambiente pensando en un futuro sostenible para la vida en Santa Fe.
De acuerdo a los registros, el nivel de la Setúbal descendió por debajo del cero, medido en el hidrómetro del Puerto local, y alcanzó un nivel similar al de hace 72 años atrás. Ahora el repunte la llevó a sus niveles "normales", por sobre los 3 metros de altura.