Aromitos, aves que hacen clavados acuáticos y un totoral: viaje al oasis verde de Santa Fe
En vacaciones de invierno se realizan visitas guiadas a este lugar ubicado en Gorostiaga al 4600. Es una invitación al contacto directo con la flora y fauna autóctona, y con especies exóticas. Avistajes atractivos y naturaleza en estado puro para escaparle un rato a la alienación de la gran ciudad de cemento.
Binoculares. Los visitantes observan el paisaje de la Reserva. Una experiencia ideal para tomar contacto con la naturaleza.
Es una siesta acogedora en Gorostiaga y el ingreso a la Circunvalación, frente al Hipódromo. "Pero mamá, me voy a aburrir acá: ¡No hay juguetes!" recrimina una niña. No hay juguetes: hay plantines de especies aromáticas que reverdecen con la generosidad del abono; un puente bajo el cual pasa un canal; más allá, el espejo de agua del Reservorio 4, con sus gaviotines y sus garzas, y un extenso totoral. Al terminar la visita guiada, la niña estará preguntando qué aves son ésas que se zambullen en el agua, y de dónde viene el cardo tártaro: no se aburrió.
La Reserva Natural Urbana del Oeste es como una suerte de oasis verde, en estado de naturaleza pura, como el Botánico o la Reserva Ecológica de la UNL (espacios que escasean en las grandes ciudades). Es, también, una invitación a ser recorrida en estas vacaciones de invierno: con salir un rato de la "pachorra doméstica" para tener un contacto directo con la naturaleza alcanza. También es un convite para conocer las especies de flora y fauna, además del rol del sistema de defensa hídrica de la ciudad.
Otrora un enorme basural, la Reserva tiene 142 hectáreas de extensión, de las cuales se destinan unas 4 ó 5 hectáreas al uso público: allí están planificados los senderos, el zigzagueo de caminos por el bosquecito de cinacinas en el totoral, y dos miradores para contemplar el "microclima" del Reservorio Nº 4. En este pulmón verde hay registradas más de 166 especies de aves, autóctonas y exóticas.
Un imponente carancho apareció durante la visita guiada. El reportero gráfico de El Litoral lo capturó en pleno vuelo.
¿Animales? De todo. "Hace unos días la gente nos avisó que había flamencos al final del reservorio. Ahora, en invierno se ven algunas aves migradoras que sólo aparecen en esta época de frío, y otras que siempre están. También nos encontramos con cuises, comadrejas, tortugas, hasta un lagarto overo vimos", le cuentan a El Litoral Pablo Capovilla y Eduardo Beltrocco, guías intérpretes de naturaleza tanto de la Reserva Natural Urbana del Oeste como del Jardín Botánico.
Y con respecto a la vegetación, pasan cosas curiosas: "A veces se piensa que toda la flora es nativa de aquí, y no es así. Al estar la Reserva en un lugar urbano se van mezclando las especies nativas con las exóticas", aporta Beltrocco. Capovilla se suma: "Hay aromitos, cinacinas, ceibos, curupíes y claro, el aliso de río. Además, al estar en un reservorio pluvial de agua dulce (el reservorio), muchas especies aprovechan para colonizar algunos ambientes. Hay una mixtura natural", describe.
El puente de aguas abajo
La recorrida comienza en el vivero de aromáticas. Allí germinan las plantas que se entregan en los Ecocanjes. Más allá, se hace el abono y se ve un área de compostaje. Y luego hay un puentecito por debajo del cual pasa el canal Lavaisse. "¿Vieron cuando llueve mucho en el centro, y corre el agua al lado de los cordones de las veredas? Bueno, toda esa agua excedente se va reuniendo y desemboca en este canal. Si tiramos un papelito en la calle, quizás termina aquí", enseña Capovilla.
El guía y la gente. Pablo Capovilla explicando detalles de la vegetación autóctona y exótica.
Ese pequeño arroyito estanco es un desemboque de aguas pluviales, y está lleno de vegetación de lo más variopinta. Ocurre que a veces se plantan árboles en los jardines de la ciudad, y cuando las semillas caen en la calle son arrastradas por el agua y nacen plantas urbanas ahí, en el canal. Se ven desde moras hasta fresnos. También aparecen peces a veces, como dientudos y sábalos.
"Al estar la Reserva en una zona urbana, ingresan especies que son propias del arbolado público de la ciudad o del jardín de cualquier vecino. ¿Por qué? Porque todo lo que llueve en el centro y oeste de la ciudad viene a parar acá, con la escorrentía (las aves también se encargan de dispersar las semillas). Y de pronto nos encontramos con fresnos, paraísos, moras, ligustros. Tratamos de controlar las especies invasoras para que no les ganen a las nuestras, las nativas", coinciden los guías.
El tártago invasor
Ahora el contingente se mueve por los caminitos del totoral. Allí existen árboles tanto nativos como exóticos. El aliso de río es nativo, pero aparecen "rarezas" que crecen en baldíos, por ejemplo la cardencha. "Uno de estos cardos es la flor nacional de Escocia, ¿sabían?", apunta Capovilla. Hay sorgo de alepo y nabo, una especie muy rural. "Todo esto es típico de un lugar antropizado (la Reserva), y nuestra idea es, con el tiempo, que predominen las especies autóctonas, que son las que tendrían que estar de forma natural", dice Beltrocco.
En otro sector del totoral se ve una curiosa especie vegetal. El tártago. Pero ojo: "Esta es una especie súper invasora que llegó del África. Es muy resistente, las semillas son muy fértiles. Desplaza a las especies autóctonas", advierte Capovilla. Luego aparecerá el bosquecito de cinacinas, especie típica de los bajos del Salado.
El reservorio con la vegetación, las aves y de fondo, la Circunvalación /Créditos: Luis Cetraro
Y de pronto se ven penachos blancos flameando al ritmo de la leve borrasca de viento que corre. El nombre vulgar es cola de zorro, pero el nombre técnico de esa planta es cortadera. "A estas plantas se las llama así porque tienen hojas verdes que son muy filosas pasando la mano de un lado hacia el otro", cuentan los guías, y agregan una apostilla histórica.
"Una vez vinieron los europeos y les gustó esta planta, por el penacho, que es muy ornamental para adornar los frentes de las casas. La cuestión es que se la llevaron; pero el viento empezó a distribuir las semillas. Y hoy Europa tiene un problema muy grave con esta planta, porque nace en todos lados: es muy invasiva", explican. La gente escucha con atención.
El reinado de las aves que se zambullen
Y ahí está el Reservorio N° 4, en un vasto espejo de agua quieta. "La función fundamental de los reservorios es acumular el excedente pluvial. Piensen que estamos parados en el valle de inundación del Salado. Entonces, el sistema de defensas hídricas es muy importante ante eventuales crecidas", recuerdan los guías.
Pero los ojos se detienen en un curioso movimiento sobre el agua del reservorio. Son los gaviotines de río que sobrevuelan y se zambullen en el agua para pescar. Hacen literalmente clavados acuáticos. "Las aves de aquí por lo general son omnívoras (se alimentan tanto de otros animales como de plantas). Las rapaces también comen frutas, hasta carroña", indica Capovilla. Además hay palomas, torcazas y garzas blancas.
En el segundo mirador, con vista a las aguas del reservorio, aparece un carancho imponente en el cielo, sobrevolando con curiosidad. "¡Mirá qué cerca está!", dice un nene con asombro. El pájaro abre sus alas. "Son muy territoriales, para ellos es muy importante el territorio, al igual que lo sonoro", educa Beltrocco. Una paloma exótica pasa como un rayo y no detiene su curso: es del tipo que puede encontrarse en El Palomar. Ése no es su hábitat natural.
Pero surge un ave acechante que desconcierta por un momento a los propios guías: es un gavilán planeador, y como un buen ave rapaz está "radarizando" sus presas. "En los pastizales altos planea muy bajito, y cuando ve un ratón, ¡zás! Lo atrapa", narran los intérpretes. Es momento de un mate y de la charla final, que se estira más allá del tiempo que dura la visita. La naturaleza también puede llevar a confraternizar, con el olor del aromito aún pegado en las narices y los penachos flameando al viento.
Ecorregiones
La ciudad de Santa Fe tiene parte de la ecorregión de El Espinal y parte del Delta del Paraná. "Hay una gran riqueza biológica. Pero nos falta el algarrobo. Lamentablemente está desapareciendo de los bosques nativos, a tal punto que no lo tenemos aquí en la Reserva", lamentan los guías.
Cuándo ir
La Reserva Natural Urbana del Oeste (Gorostiaga 4659) está abierta de lunes a viernes por la mañana. Hay turnos para visitas guiadas a las 10 horas y a las 14 (cada recorrido dura una hora). Por WhatsApp, los interesados pueden escribir al número 342-4061969.
"Hace unos días la gente nos avisó que había flamencos al final del reservorio. Ahora, en invierno se ven algunas aves migradoras que sólo aparecen en esta época de frío, y otras que siempre están. También nos encontramos con cuises, comadrejas, tortugas, hasta un lagarto overo vimos"
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