Domingo 22.1.2023
/Última actualización 22:58
Su nombre artístico es Kehm, y prefiere no revelar su nombre legal. Kehm es una suerte de avatar, de alter ego. Pero detrás de esa identidad hay una persona que nació hace 33 años en Esperanza y vivió en Santa Fe; que es Ingeniero Civil, pero se dedica al diseño gráfico y vive de esa pasión, como un "nómade digital", desde cualquier lugar del país. Empezó hace un tiempo a empapelar las paredes de la ciudad mediante la técnica paste up, que es un tipo de collage. Necesitaba hacer este experimento de arte urbano: el desencadenante fue un desamor que tuvo en su vida.
Hay varios elementos pictóricos en sus collages públicos, que "ya son cientos" -confiesa Kehm en diálogo con El Litoral- ocupando los muros de esta capital. El primero y quizás más importante: las frases. Son frases directas, inventadas por el artista, y cortas porque nadie se detiene delante de una pared a leer un manifiesto. Y además son coloridas, lo cual es un "llamador" al ojo del transeúnte. Aquí está la literalidad.
Lo segundo, una yuxtaposición con imágenes de grandes figuras de la cultura universal, como el pintor impresionista Vincent Van Gogh, la clásica escultura de "El Pensador" de Auguste Rodin, que aparece mirando un celular, y ahí la composición se vuelve sugestiva (¿somos adictos a las tecnologías?); y de la mexicana Frida Kahlo, entre otros. También, figuras de la cultura popular, como Elvis Presley o Diego Maradona. Esto, junto con la literalidad de las frases, genera la invitación a una sugestiva mirada desde la subjetividad de quien contempla un collage.
Elvis Presley, en plena acción. Collage en San Luis y Bv. Gálvez. Crédito: Instagram @_kehmCómo es el trabajo
"Cada obra está hecha con papel pegado con adhesivos sobre superficies impresas. Es una tipología de collage, muy en boga en la cultura peruana. Y todo empezó con una necesidad de querer expresarme, luego de un desamor de pareja, hace mucho tiempo. Comencé con frases simples, pero que siempre significan algo, y todo fue mutando a lo que es hoy, este tipo de técnica", explica el artista urbano.
Un astronauta "moviéndose", en 25 de Mayo e Hipólito Yrigoyen. Crédito: Instagram @_kehmLos colores vibrantes y las letras en negro generan el contraste necesario para que las frases no pasen desapercibidas. La técnica de impresión de las letras es del letterpress, con una máquina específica y una estructura de madera: no algo doméstico que cualquier persona pueda hacer en su casa.
"Las frases son cortas y directas, van derecho al ojo. Esas expresiones escritas son retazos de mi vida que en algún momento me movilizaron por algo, y quise compartirlas. Además, la gente no lee en la calle: y si querés conectar con alguien en la vía pública tiene que ser cortito y al pie. Es el concepto de calle en velocidad", comenta Kehm.
"¿Y ahora, cómo me bajo?" El viejo tanque de agua, en las alturas del ex Predio Ferial. Crédito: Instagram @_kehmRespecto del tiempo de producción de una obra, lo más difícil -y atractivo para el artista- es pensar la idea, el concepto: aquí hay mucho de diseño digital. Esto representa el 80% del trabajo; después, materializarlo sobre una pared es rápido: hora, hora y media máximo.
Lo efímero
A diferencia de la vida útil de los graffitis, un collage en papel tiene muy poco tiempo de vida, bajo el sol y la lluvia. "Es parte de la técnica: el paste up es efímero. Es lo lindo y también lo feo, porque a veces me pasa que estoy muy satisfecho con una obra mía en una pared, pero sé que va a durar poco. Puede durar un minuto, porque viene alguien y lo arranca (o bien le pega una pegatina encima), o bien durar lo que quiera la humedad de Santa Fe. Un collage puede 'vivir' dos o tres meses, como mucho", explica el artista urbano.
-Y para colmo, este 2023 es electoral. Cuando empiece la campaña y las paredes se llenen de caras de políticos, nombres de partidos, sloganes proselitistas, ¿qué va a pasar con los collages de Kehm?
-No, sabiendo eso, ya no se pegarán carteles. Ahí entro en veda (se ríe el artista urbano). No tiene sentido querer "competir" contra muchas estructuras que pegan volúmenes y volúmenes de carteles, mientras que yo me financio a mí mismo.
Un collage de gran tamaño en una muro de Zárate, provincia de Buenos Aires. Crédito: Instagram @_kehm-¿Qué cree que pasa por la subjetividad de un transeúnte al detenerse ante un collage suyo? ¿Qué busca Ud. cómo artista urbano generar en este sentido? -preguntó El Litoral a Kehm.
-Mi intención es cambiar el estado de ánimo de ese transeúnte al menos por un instante. Un instante, nada más. Todos tenemos a veces un mal día, leés algo en la calle que te hace pensar en otra cosa y listo. Es el momento, y volvemos a hablar de lo efímero.
Lo otro: dar un poco de color a las paredes. Habiendo tantas paredes grises, me pareció necesario darle un poco de color a las paredes de Santa Fe. Soy un "militante de los colores".
Una vez, un taxista me dijo: "Mirá, a mí no me gusta para nada lo que hacés". Y yo lo respeté, me dio su opinión y el hombre fue sincero. Pero en definitiva, algo mío le generó algo, aunque sea una mala impresión.