Viernes 15.1.2021
/Última actualización 18:30
“Casi que no queda espacio para circular”, comenta una vecina mientras espera para cruzar la calle sobre Salvador del Carril, en el Este de la ciudad de Santa Fe. Hace años, este corredor está atestado de vehículos y con el tiempo la calle quedó chica para las necesidades de los santafesinos.
Los casi dos kilómetros que unen de este a oeste (y viceversa) a la Costanera de Santa Fe (Av. Alte Brown) con Aristóbulo del Valle están al borde del colapso. Además de ser un camino, hasta hace unos años “rápido”, entre las citadas arterias del centro este de la capital provincial, se convirtió en un polo comercial con negocios de toda índole.
Tiendas de ropa, kioscos, casas de electrónica, farmacia, de camping y aire libre, polirrubros, un fútbol 5, talleres mecánicos, el ingreso a un supermercado, entre otros negocios son un llamador para que los vecinos se acerquen a Salvador del Carril.
Sin embargo, el constante ir y venir de autos, motos, colectivos, bicicletas e incluso camiones de mediano porte complican la normal circulación. Para peor, el estacionamiento en ambos márgenes reduce casi al mínimo el lugar para que transiten los cientos de vehículos que por allí pasan a diario.
Como si el intenso tráfico no fuese suficiente, la cinta asfáltica de este corredor tiene sectores en mal estado. Pozos, baches, alcantarillas descolocadas y cruces de vías deteriorados, se convierten en verdaderos obstáculos que indefectiblemente automovilistas, motociclistas, transportistas e incluso los ciclistas deben esquivar para no dañar su vehículo.
Ejemplos. Casi llegando a la intersección con calle Alvear, el hundimiento en el pavimento obliga a quien circula de oeste a este a evitarlo. Un caso similar ocurre en el cruce con la Avenida General Paz, donde el mal estado del pavimento obliga a atravesarlo a baja velocidad y realizando maniobras de cuidado. Allí hay una alcantarilla y suele verse bastante seguido un “corralito” de Aguas Santafesinas.
Pasar la vía, “despacito”
Una mención especial merece el cruce de nivel de la vía del tren de cargas. Al intenso tráfico que por ahí circula, se le suma la falta de mantenimiento de la carpeta asfáltica. Casi un calco a todos los cruces de este tipo que aún sobreviven en la ciudad.
A simple vista, los “cráteres” en el pavimento, sobre todo en derredor a las vías, quedan expuestos y provocan huecos. En ese sector, más de una vez una cubierta dijo “basta”. Prácticamente se cruza a paso de hombre para luego llegar a la Costanera.
En la otra punta del corredor, en el extremo noreste del Parque Federal también hay un cruce de vías. Por allí pasó el desaparecido Tren Urbano. Ahora están en desuso y su estado no es óptimo, por lo que obliga a quienes circulan por ese sector a aminorar la marcha casi al mínimo.
Una vecina de Villa Setúbal fue clara ante la consulta de este diario. “Los problemas en el entorno de Salvador del Carril son de hace mucho tiempo. Calles rotas, falta espacio y el cruce de la vía de Vélez Sarsfield destrozado”, comentó. “Cada vez hay más autos y motos dando vueltas y la calle siempre es la misma. Por momentos es un caos y cuesta movilizarse por este sector”, agregó.
En consonancia con los dichos de la mujer, un viejo artículo de El Litoral da cuenta que los inconvenientes aquí mencionados no mejoraron con el correr de los años. En 2009 este medio exponía las falencias de la citada calle de doble mano.
“A pesar de ser angosta, Salvador del Carril es una calle de doble mano. Además, los autos estacionan de los dos lados, aunque no esté permitido. Esto, sumado a las deformaciones que presenta el pavimento, pone en riesgo la integridad de conductores y peatones”, describió El Litoral hace 12 años.
“Con el objetivo de esquivar grietas y desniveles, muchos vehículos -sobre todo motos y bicicletas- cambian de carril, quedando de frente a los que vienen de la mano contraria. Por otra parte, cruzar esta calle no es tarea sencilla para los peatones, no sólo por la falta de semáforos, sino también por la ausencia de sendas peatonales. Además, casi todas las bocas de tormenta están deterioradas. Algunas tienen la tapa rota y ninguna tiene las rejas para evitar que la basura se escurra por ellas cuando llueve”, explicaba la nota.