Nicolás Loyarte | nloyarte@ellitoral.com | @nicoloyarte
Se trata de un antiguo madero recostado sobre la costa del río Santa Fe. Su estructura de unos 20 metros de eslora todavía es identificable. Pero cuando crezca el río continuará sumergido rumbo a su deterioro final.
Nicolás Loyarte | nloyarte@ellitoral.com | @nicoloyarte
El río guarda secretos pocas veces revelados. Son los vestigios del pasado. Y la ciudad, como más de un siglo de actividad portuaria, tiene muchas de estas historias. Es que al Puerto de Santa Fe arribaron infinidad de buques pesqueros, de carga, de transporte, como también de paseo. Y algunos naufragaron. Se quedaron para siempre en estas costas.
En el fondo de la espesura marrón del río hay bulones de hierro, herrajes náuticos y hasta restos de barcos enteros.
Hoy son objetos degradados por el natural deterioro del paso del tiempo. Sumergidos, son gigantes que navegaron el río Paraná en diferentes épocas de la historia.
Uno de aquellos barcos apareció por estos días recostado sobre la costa del río Santa Fe, también denominado Canal de Derivación Sur. Esto es en la costa portuaria, frente a Alto Verde, entre el atracadero de los buques petroleros y la toma de agua de la ciudad.
Entre los escombros y los rústicos durmientes de quebracho que asoman a la superficie como lanzas, los que otrora fueran muelles del antiguo puerto, se recuesta un esqueleto todavía identificable como barco, de madera y hierro oxidado. La postal remite a la portada del libro del periodista, escritor y navegante español Arturo Pérez Reverte cuyo título se ancla en esta historia: Los barcos se pierden en tierra.
Se trata del Thor, un barco que según estima uno de sus últimos dueños —cuya identidad se reserva—, habría sido utilizado por quienes a fuerza de sudor y pala abrieron el Canal de Acceso al Puerto de Santa Fe que conecta con el río Paraná. La nave era su “taxi”. Los trasladaba desde el puerto hasta el punto de trabajo, hace más de un siglo atrás.
Luego tuvo el Thor otros fines, como transporte mercante. También lo usaron como embarcación de paseo y recorridos turísticos, al igual que el recordado Cirindá (predecesor del Costa Litoral).
► Thor: El origen del nombre del barco significa trueno.
Se sabe además que la nave se hundió tres veces. Primero, cuando se encontraba amarrada al fondo del dique II, cuando funcionaba allí la base de Prefectura Naval Santa Fe; luego se hundió en dos oportunidades en el mismo lugar en el que se encuentra en la actualidad, sobre el río Santa Fe.
Tras su último rescate, en 2002, los dueños querían transformarlo en un comedor flotante. Le reemplazaron su motor interno por uno externo con taco en la popa. Pero un impedimento financiero dejó trunco el proyecto. Y el barco de 17 metros de eslora y 3 de manga se fue deteriorando de a poco hasta sumergirse recostado en la barranca portuaria, de cara al amanecer. Allí hubo hace más de una década atrás un intento de conformación de una amarra náutica deportiva, el Club de Velas Estanislao López. Pero con el progreso comercial de reconversión portuaria quedó en el olvido. Al igual que el Thor.
Poco se sabe de la botadura del barco. De confirmarse que fue el transporte de los obreros del puerto se trata entonces de un barco centenario. Pero este dato no pudo ser verificado. Lo cierto es que por las características de su construcción es un barco varias veces restaurado, que data de, al menos, la primera mitad del siglo pasado.
Otros naufragios
En el Museo del Puerto de Santa Fe no hay registros documentales sobre la historia del barco. Y, tras la consulta de El Litoral, comenzaron a investigar sobre el mismo. Sin embargo, algunos navegantes conservan en la memoria estas historias, como la de una goleta de la época de la transición del barco a vela y el vapor que pereció incendiada a pocos metros de donde ahora apareció este barco. “Hace algunos años atrás todavía se podía observar la quilla y la roda de esa goleta”, cuenta el timonel Egar “Pilu” Castillo, un apasionado en la materia. Se trata del velero alemán de cuatro mástiles y 100 metros de eslora “Mount Reinier”, hundido durante un incendio sufrido en enero de 1919. Hubo cuatro intentos para reflotarlo —el último en 1969—, todos fallidos. Hasta que el río lo desapareció.
Otro recordado naufragio es el del remolcador “Meteoro”, que el 23 de noviembre de 1939 sufrió una vuelta de campana y se hundió. En aquel accidente náutico murieron cinco marineros. Desde hace unos años atrás, una calle del Puerto lleva su nombre, en memoria de los náufragos.
En la punta del Dique II, junto al Club Marinas, hay otro barco con casco de hormigón hundido y balizado. También fue reflotado este año un buque arenero que se había hundido en el Dique I del puerto el 11 de enero de 2002.
Errumbrado, el “Rigel”, de 46,56 metros de eslora, flota hoy amarrado a la costa frente al shopping.
Es que el río Paraná tiene en sus casi 4 mil kilómetros de longitud “un reguero” de naufragios durante toda la historia.
Este portentoso torrente marrón —que luego del Amazonas es el segundo río más largo de Sudamérica y el 14° del mundo— tiene balizas (boyas) en su canal principal de navegación comercial, que indican la presencia de barcos hundidos para prevenir a los navegantes y evitar nuevos accidentes.
De hecho, hace unos días atrás un pescador halló en las islas de San Pedro los restos de un buque mercante de unos 18 metros de eslora hundido hace casi un siglo atrás, más precisamente el 21 de agosto de 1921. Se trata del ‘Carmen Ligera‘, que naufragó en la hidrovía a 170 kilómetros al norte de Buenos Aires a raíz de un incendio. Aquel fatídico día su tripulación pudo ser rescatada por un barco de carga, según reconstruyó un grupo de científicos del Museo de San Pedro.
Estos son sólo algunos de los barcos que hicieron la historia náutica del país y la región. En poco tiempo el nivel del río Paraná comenzará a ascender y el Thor desaparecerá una vez más. Quizá para siempre, como un trueno.
El Museo del Puerto
Para conocer otras historias portuarias hay que visitar el Museo del Puerto, que está abierto al público de lunes a viernes de 10 a 14 hs. Las visitas de contingentes pueden solicitarse por correo electrónico en museo@puertosfe.com o bien telefónicamente al número 0342 155 165342 / 4554393; dirigirse a la Sra. Graciela Pérez.