Jatón deja tres obras clave en Santa Fe y un desafío que sigue en pie: la integración
Llevó agua potable a Colastiné Sur, entubó un tramo del enorme zanjón de Camino Viejo (y sigue) y resolvió los históricos anegamientos de La Ranita. Inició un proceso de urbanización en 12 barrios a los que les faltaba de todo. La costanera Néstor Kirchner está en pleno proceso de transformación.
Camino Viejo a Esperanza quedará como la obra emblemática de la gestión de Emilio Jatón. Con la segunda etapa en marcha, será tarea de Poletti su continuidad y finalización. Foto: Mauricio Garín
La integración entre el sector que cuenta con todos los servicios esenciales y el que carece de infraestructura urbana básica sigue pendiente en la ciudad de Santa Fe: cloacas, entubado de desagües y pavimentación de calles son los puntos débiles que se observan en los barrios vulnerables: todos los del oeste y algunos del norte y el este.
Sin ese piso, se complica llevar con eficiencia los servicios esenciales que debe prestar el municipio: recolección de residuos, alumbrado y transporte público. Y resta enormemente de calidad de vida a los vecinos que habitan esos barrios.
"Integrar Santa Fe" fue el caballito de batalla de la gestión de Emilio Jatón al frente de la Municipalidad. Es por eso que las mayores inversiones en obras públicas estuvieron destinadas en sectores del oeste de la ciudad, donde vive la población de menores recursos en calles aún de tierra y sin servicios básicos.
A lo largo de los 4 años de gobierno se invirtieron casi 7.500 millones de pesos en 12 barrios que habitan 25 mil vecinos, pero que benefician a entornos que comparten más de 90 mil personas: el 25 % de la población. Los fondos fueron aportados por el gobierno nacional en casi todos los casos, y también hubo financiamiento internacional y municipal. Los datos fueron aportados por la Agencia de Hábitat, que dentro de la estructura municipal tomó el rol de unidad ejecutora de la obra pública, con Paola Pallero a la cabeza.
Debajo de la tierra que se ve en la fotografía estaba el zanjón. Foto: Mauricio Garín
A la cancha, pos pandemia
La pandemia restó casi un año de acción en territorio, pero permitió trabajar puertas adentro del Palacio municipal en la elaboración de los proyectos y en el inicio de las gestiones para conseguir financiamiento. Ninguno podía concretarse en su totalidad con los recursos propios, aunque sí participaron cuadrillas de operarios locales para hacer algunas tareas complementarias.
Las intervenciones fueron integrales y atacaron varias falencias a la vez, según cada caso. Pero en términos generales, buscaron dar solución a problemas hídricos, con la construcción de desagües; de servicios vitales, con la provisión de agua potable de red; de saneamiento, con la llegada de las cloacas; de alumbrado público eficiente a través de iluminación led; y de transitabilidad, en especial para garantizar el paso del transporte público, con pavimento o mejorado.
Son servicios a los que están acostumbrados quienes vienen en los barrios más consolidados, pero que cuando no están complican la vida cotidiana, y mucho. Por ejemplo, en La Ranita, además de inundarse en cada lluvia copiosa, tenían que conectar una manguera y estirarla por varias cuadras para acercar algo de agua a sus hogares. Ahora, abren la canilla y listo.
En Colastiné Sur, el barrio más antiguo de la ciudad, también sufrían la falta de agua. A pesar de estar a orillas del río Colastiné, esperaban al aguatero, un camión cisterna que algunas veces por semana llenaba los tachos ubicados en los frentes de las casas. Y cuando se acababa había que esperar que vuelva.
Las calles en mal estado complican la movilidad. Con frío o con calor, bajo la lluvia y en medio del barro, los vecinos tienen que caminar varias cuadras hasta la avenida más cercana para tomar el colectivo. Además, el camión de residuos no pasa por las puertas de todas las casas. Eso, sumado a que muchas familias recolectan y clasifican en sus propios domicilios, genera focos de basura, difíciles de erradicar.
Dar solución a ese tipo de problemas para mejorar la calidad de vida de los vecinos es lo que buscó Emilio Jatón, y en ese sentido instruyó a sus funcionarios.
Mini planta. Colastiné Sur cumplió su sueño de recibir agua potable de red. Ahora, deben cuidar el recurso que fue planificado solo para consumo humano: no se puede regar ni llenar piletas. Foto: Mauricio Garín
Quiénes se beneficiaron
Los barrios que se vieron beneficiados en estos 4 años con obras de envergadura fueron: San Agustín, Loyola, Yapeyú, La Ranita, 29 de Abril, Transporte, Villa Elsa, Los Hornos, Atilio Rosso, Estrada, Santa Rosa de Lima, Varadero Sarsotti, Pompeya, Playa Norte y Colastiné Sur. (Va el mapa web)
Algunos recibieron varios frentes de trabajo. Otros solo una obra, pero que cambió la vida de los vecinos. Es el caso de la planta potabilizadora que se instaló en Colastiné Sur y desde este año distribuye agua por la nueva red a 360 hogares. El tanque tiene capacidad para almacenar 80 mil litros. Por día produce unos 500 litros por familia, que ya están resultando escasos. "Durante el invierno funcionó muy bien, pero cuando hace calor, a la siesta ya se corta", contó la vecina Silvia Schutt mientras esperaba el colectivo. "La producción es solo para consumo humano, es decir, para tomar, cocinar, bañarse", aclaró Bernardo Ramírez, uno de los operarios que estaba de turno en la pequeña planta. "No se puede llenar la pileta ni regar", agregó rápidamente porque parece que es lo que viene sucediendo. Por ahora, el servicio sigue siendo gratuito y el funcionamiento y mantenimiento están a cargo del municipio.
El noroeste fue, sin dudas, el sector mimado de la gestión. Allí se abrió paso a una intervención compleja como es el entubado del profundísimo zanjón de Camino Viejo a Esperanza (hoy llamado Gobernador Menchaca), una obra hídrica pero a la vez urbana porque funcionaba casi como una barrera hacia el oeste. Donde antes había un camino de tierra y un gran zanjón en el que se acumulaba el agua de lluvia ahora hay una avenida con desagües pluviales, bancos, bicicleteros e iluminación led. Se concretaron 700 metros (desde Gorriti hasta Larrea) y ya se inició la segunda etapa (desde Estado de Israel) para completar los restantes 1500 metros.
Sin agua. Las últimas lluvias pusieron a prueba las obras de desagües en La Ranita. Al otro día, todo estaba seco y los vecinos, felices. Foto: Mauricio Garín
Pero, además, algunos sectores de Yapeyú, San Agustín, La Ranita y Loyola Norte recibieron agua potable, con la ejecución del acueducto Santa Marta; desagües; alumbrado público; red vial, y la transformación del bulevar 12 de Octubre, de mucho movimiento en el norte porque es una importante área comercial y funcionan cinco instituciones educativas.
Las cloacas son una gran deuda en esta ciudad en la que más de un 30% de su población no tiene este servicio. Durante esta gestión, se diseñó y comenzó la ampliación de la red cloacal para los barrios Los Hornos, 29 de Abril y Atilio Rosso, y está en ejecución una nueva estación elevadora en barrio Transporte que, en un futuro, podrá colectar efluentes de otros barrios vecinos, como Pompeya y Gral. Belgrano.
No todo está resuelto: las calles que rodean a estas grandes intervenciones siguen con dificultades y faltan servicios esenciales en gran parte de ese entramado. Pero era un piso necesario para continuar urbanizando esos barrios, en la medida en que se consiga financiamiento.
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