“El agua sale con color marrón. Es un problema de muchos años”, dice Fabrizio Vicino, de barrio San Ignacio de Loyola de la vecina Santo Tomé. El sector es el más complicado: las fotos son elocuentes. Abre la canilla y sí: sale con esa turbiedad. Pero en otros barrios de esa ciudad —San Martín, 7 de Marzo, Iriondo, una zona de Adelina Oeste— apareció el problema hace unos dos meses, coinciden otros vecinos consultados por El Litoral. En estos distritos, el inconveniente es intermitente: hay días en que el agua sale con menos turbiedad, más transparente.
El punto crítico entonces es Loyola. Los problemas afectan la cotidianeidad de muchos ciudadanos: para consumir agua, deben comprar botellas o bidones. No toman de la canilla, y tampoco se lavan las manos, la cara o los dientes. “Con una nueva conexión a un tanque, surgiría un principio de solución al problema, nos dijeron. Pero la cuestión demoraría unos tres meses. El mientras tanto es el problema”, agrega Vicino.
La cuestión sanitaria es otro de los temas a tener en cuenta. “Varios pediatras nos recomendaron no beber agua de la red, porque pueden surgir problemas gastrointestinales, sobre todo en los niños”, dice a este diario María Inés Martínez, de barrio Iriondo. “Acá en nuestro sector hoy el agua sale de color marrón, es literal. A veces nos quedamos sin suministro de agua, otras hay baja presión, y sale un “hilito” de la canilla. Pero hay días en que sale un poco más incolora; entonces aprovechamos para lavar la ropa esos días: metemos todo en el lavarropas y lavamos de un solo ‘tirón’, porque si no, es imposible: se nos arruina”, añade Martínez.
“A la ropa, si la lavás con esta coloración, se te arruina: no hay quitamanchas que saque el sarro oxidado que tiene el agua”, apunta Vicino. “En Loyola se sabe que no es apta para su consumo. Así, la gente sale a comprar bidones. Hay gente que deba hacerse curaciones lavándose, y no puede usar la canilla”, cuenta el ciudadano de Loyola.
“Desde la intendencia, por lo que sabemos, dicen que el agua acá es ‘segura y potable’; en realidad ya hay varios barrios de la ciudad que tienen este problema de turbiedad”, concluye Martínez.
En Santo Tomé, al servicio de agua potable los vecinos se lo tributan al municipio. Hay una parte de la ciudad que está conectada a la red —que fue conectada al acueducto Desvío Arijón en 2018— y otro sector que aún se abastece con agua corriente de tanque, potabilizada con cloro. En un comunicado de prensa del mes pasado, la Municipalidad santotomesina aseguró que “los inconvenientes surgidos afectan sólo a la red de agua potable en San Ignacio de Loyola, la cual incluye 375 conexiones que representan el 1,7% del total de la ciudad; el restante 98,3% no presenta inconvenientes. Para el resto de las conexiones el servicio es normal, con agua potable y segura para el consumo”, aseguraron.
Vecinos autoconvocados se concentraban este sábado en Iriondo 1651, frente al Concejo santotomesino, a partir de la hora 18. “Sin cortar el tránsito, acudiremos con carteles hasta 7 de Marzo e Iriondo para visibilizar el problema hídrico que sufre la ciudad, con el objetivo de una pronta solución para todos los vecinos”, comunicaron.