Ciudad de Santa Fe: la bicisenda del Puerto reclama atención
La ciudad se proveyó de una importante red de ciclovías a partir de las propuestas del grupo “Santa Fe en bici” y de la buena recepción de las gestiones municipales. Sin embargo, el uso delata falencias que reclaman una actualización.
El andén que se proyecta desde la fachada de Celulosa Moldeada, reduce la senda y provoca un riesgo innecesario entre los usuarios. Crédito: José Vittori
Vale primero reconocer que la Municipalidad de Santa Fe desarrolló en los últimos años una red de bicisendas y ciclovías, que en el año 2000 costaba imaginar. Claro que lo hizo venciendo la resistencia manifiesta de frentista y automovilistas que se vieron afectados por estas nuevas trazas.
Y lo hizo como política de Estado, una política que aspira a integrar al ciudadano en una movilidad más amigable y eficiente, en la inteligencia de que el crecimiento geométrico del parque automotor haría colapsar la ciudad más temprano que tarde.
También es cierto que tanto el uso como el replanteo de algunas calles y accesos, han sugerido correcciones que se fueron resolviendo con el tiempo. Sin embargo, en el sendero que recorre el borde oeste del Puerto, sobre Av. 27 de Febrero, surgen algunos problemas de su arquitectura que permanecen peligrosamente desatendidos.
La fachada de Celulosa Moldeada es previa a la bicisenda e incluso a la multitrocha que pasa por delante. Parece evidente que el diseño de la planta administrativa dispuso la elevación del nivel previendo la posibilidad de una crecida extraordinaria.
Los álamos crecen con la fuerza rebelde del suelo santafesino. Crédito: José Vittori
Por ello, fue menester resolver el desnivel entre la planta y la vereda, y esto se hizo mediante una breve escalera alojada en una plataforma que excede la línea de edificación hacia la calle. Esta plataforma produce un estrechamiento de la bicisenda, lo cual supone un serio riesgo para los usuarios que cruzan a mano encontrada sobre ese sector, ya que en caso de “tocarse” sólo pueden caer hacia la avenida.
El espacio de Vialidad
Sobre el mismo recorrido, unos 70 metros más al norte, frente al CEMAFE, la bicisenda bordea una vieja playa de estacionamiento que sobrevivió a la gran batería de cambios que llegaron al Puerto con el Máster Plan de 2003. Todo el horizonte portuario fue mutando con los años en diversos proyectos, pero la playita siguió inmutable con su caseta de vigilancia y su bajo muro medianero.
Esta disposición de las cosas no representaba un gran problema para el ciclista, a pesar de que obligaba a ceñir el sendero. En el cruce entre bicicletas, el que iba en la mano interna podía ajustarse hacia el muro y meter el manubrio en el “espacio aéreo” de la playa.
Pero eso cambió a fines del año 2023, cuando intempestivamente se levantó un alambrado olímpico por detrás del muro, que redujo la visión de los usuarios de la bicisenda y produjo un angostamiento pronunciado de su calzada útil.
Llama la atención que Vialidad Nacional, cuyo propósito es justamente “construir, impulsar y fortalecer la infraestructura vial del país”, decida privilegiar el interés de sus empleados, que disponen de dicha playa para resguardar sus vehículos particulares, sobre el interés del ciudadano al que se supone debe atender con obras que incrementen la seguridad vial, o que al menos no la deterioren.
Para más injuria sobre el usuario de la bicisenda, la naturaleza aportó su participación para evidenciar la falta de criterio de quienes cercaron el perímetro. Los álamos que mitigan los soles del verano en la playa con su amable sombra, repartieron semillas que fueron a germinar justo entre el muro y el alambrado, y prosperan involuntariamente hacia la ya escasa senda.
Urge una medida reparatoria de parte del organismo nacional, ya que como diría el administrador general de aquella época en que el organismo cumplía 90 años: “Cada camino construido fue, es y será posibilidad de encuentro, unión e igualdad de oportunidades para todas y todos.
Los límites entre la calzada vehicular y la bicisenda son adivinatorios, sobre todo de noche. Crédito: José Vittori
Día a día, en un trabajo articulado con las jurisdicciones provinciales y municipales, las y los agentes viales ejecutan con compromiso y profesionalismo los proyectos y planes de obras, trabajando en equipos interdisciplinarios de forma coordinada, dejando una huella inconfundible”.
Hay que reconocer que “la huella inconfundible” es evidente, ahora restaría “articular con jurisdicciones provinciales y municipales” para actuar en favor de la ciudadanía, además de sus empleados.
La situación parece recomendar el traslado de la línea de edificación al menos un metro hacia el Este, demoler la caseta para darle visión y visibilidad a los usuarios de la playa, y receder el pórtico de entrada describiendo un trapecio en el firme con su lado mayor sobre la línea de edificación. Esto mejoraría las condiciones de empleo tanto para los ciclistas como para los usuarios de la playa.
Prendiendo velas
Pero la Municipalidad tampoco deja de sorprender con sus medidas. Por un lado, en junio de este año desaparecieron los separadores viales del ingreso al Puerto por calle Francisco Miguens. Es probable que la medida tenga origen en el traslado que hacían los “limpiavidrios” de dichos bloques al cantero central, con el riesgo implícito que esto evidencia para los vehículos que transitan por la arteria.
Pero un riesgo se canjea por otro, ya que los lingotes de hormigón definían un margen manifiesto entre la bicisenda y la calle de acceso. Primero desaparecieron los postes plásticos y ahora dejaron de existir los separadores, que imponían un límite claro en amparo del ciclista.
No obstante, el olvido más conspicuo del órgano municipal se halla en la esquina de 27 de Febrero y Lisandro de la Torre. Suele ocurrir que quienes transitan en vehículo de sur a norte por la multitrocha, toman el semáforo verde que habilita a la colectora hacia Lisandro de la Torre, como un permiso para seguir rumbo norte. Esta maniobra se ejecuta a velocidades crucero, lo cual constituye una amenaza de vida para los ciclistas que intentan cruzar la avenida. Urgen disposiciones de control.
Cabe recordar que la Municipalidad provee de bicicletas a usuarios aleatorios para el uso y disfrute de la red vial. Es decir que se pone a sí misma en manos del destino y se encomienda a que la suerte acompañe a sus beneficiarios. Por ahora, la suerte quiso que las contingencias en el puente carretero produjeran una reducción del volumen de tránsito normal, pero la buena fortuna no tiene garantía.
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