La Fundación Centro viene desarrollando desde hace más de un año y medio encuentros barriales entre vecinos y referentes de instituciones y ONGs. El programa se llama "Santa Fe 450: La Capital se escucha", y el objetivo es construir un diagnóstico de la realidad social de cada sector urbano, con la intención de generar estadísticas que permitan proponer soluciones concretas, consensuadas y viables, de cara al próximo aniversario de la ciudad.
Mirá tambiénSólo tres diputados hablarán en la audiencia pública que debatirá las tarifas de la EpeUno de las primeras vecinales que visitó fue El Pozo, ubicada en la zona de la costa de la ciudad de Santa Fe, cruzando la Laguna Setúbal hacia el este, pasando la Universidad Nacional del Litoral, y a la vera de la Ruta Nacional N° 168, del lado norte.
El Encuentro se realizó a fines de 2021 en el Centro Cultural y Deportivo El Pozo, más conocido como el club de fútbol de El Pozo o "el Tricolor", por los colores blanco, amarillo y negro que lleva en su camiseta. Se trata de una institución que tiene como principal actividad la práctica del fútbol, por lo que alberga a cientos de niños, niñas y jóvenes de la zona. Participa en la Liga Santafesina de Fútbol y compite en la Primera División. Está en el costado este del barrio, sobre la calle Guillermo Estévez Boero, entre Federico Leloir y Rector Pedro Martínez.
La reunión contó con una nutrida convocatoria, con representantes de múltiples instituciones del barrio, además de vecinos.
Nube de problemas detectados
La reunión comenzó con el planteo de un problema en el que la mayoría de los vecinos del barrio coinciden, y continúa aún hoy: los asentamientos que hace más de 15 años se vienen consolidando por fuera de las márgenes urbanizadas del barrio, en terrenos inundables, especialmente el ubicado en el costado noroeste. Según una de las representantes de una institución, "se censaron 56 familias, pero hay más". Otra representante afirmó que, además de las personas que residen de forma permanente allí, hay personas y grupos de personas que "van y vienen", residiendo de forma esporádica.
Sobre esta problemática existen múltiples posiciones. En general, hay coincidencia en atribuir a estos asentamientos el ser la principal causante de inseguridad en el barrio. En particular, las posturas oscilan entre quienes consideran necesaria la reubicación de las personas y quienes aspiran a alguna forma de integración, vinculada al desarrollo del trabajo, en especial en relación a la recolección, clasificación y reciclado de residuos, y al mejoramiento de las condiciones de vida a cambio del pago de algún tipo de impuesto.
En relación al abordaje de la problemática, los vecinos coinciden en que nunca han podido reunirse representantes del barrio con autoridades municipales y provinciales a la vez, y más allá de algunas iniciativas aisladas (como la del censo, o la ubicación de una posta policial en el ingreso del asentamiento), no ven un tratamiento decidido de la situación por parte de las autoridades.
Sobre la cuestión de la seguridad, otra representante institucional afirmó que en el barrio hay adolescentes no escolarizados. Hubo coincidencia en que en el barrio existe el narcomenudeo, que la presencia policial en las calles es escasa, que en la comisaría hay detenidos cuya presencia reduce la capacidad de la presencia policial y que la iluminación en muchas zonas del barrio es inexistente. También se manifestó que desde la Asociación Civil Vecinos B° El Pozo se elevó un proyecto a la Municipalidad y a Provincia para la colocación de cámaras de seguridad en la vía pública, el cual fue desestimado bajo el argumento de que el barrio carecería de fibra óptica, cosa inverosímil siendo que el mismo cuenta con acceso a los servicios de cable e Internet bajo ese sistema. La presencia de cámaras de seguridad en el barrio es dispersa. Tampoco existe un entramado sólido de sistemas de alarmas comunitarias, y la presencia de las mismas también es dispersa y disfuncional.
Otro de los temas que se planteó fue el del transporte público. Este es un tema delicado dada la ubicación del barrio, que – como todos los barrios de la costa – se encuentra por fuera y alejada del resto del ejido urbano que comprende a la gran mayoría de los barrios de la ciudad.
A El Pozo llegan dos líneas, la Línea 2 y la Línea 9. Todos los vecinos coincidieron en el momento en que se concretó el encuentro, en que las demoras oscilaban entre 45' y 60', y que los fines de semana alcanzan la hora y media. Resaltaban que la presencia de la sede de la UNL y la afluencia desde la vecina ciudad de Rincón, recargan el sistema, e indicaban como posible solución que haya más colectivos que salgan directamente desde el barrio.
En materia de salud, El Pozo posee un Samco que abre de lunes a viernes de 6 a 20 hs. Todos los vecinos coincidieron en la necesidad de que abra sábados y domingos, y que cuente con una ambulancia propia, ya que la tiene pertenece al 107 (Red Provincial de Emergencias y Traslados) y responde a la central, privando así al barrio de un servicio localizado. La cantidad de habitantes del barrio y su ubicación a la vera de una ruta nacional, sumado a la intensa actividad deportiva del club los fines de semana, amerita la atención de estos reclamos.
Más cultura y deporte
Por otro lado, más allá de la presencia en el barrio de instituciones como el club, de las escuelas de nivel inicial, primario, medio y EEMPA, o de la Biblioteca Popular Santafesina para Ciegos, se planteó la ausencia total de propuestas culturales y la necesidad de más propuestas deportivas. En relación a lo primero, una vecina relató el antecedente del CAF, que con un taller de percusión logró una amplia convocatoria de jóvenes, y un grupo de madres sugirió la idea de que debería instalarse un anexo del Liceo Municipal en El Pozo. En cuanto a lo segundo, existe un grupo de "mamis vóley" autoconvocado y autogestionado. También se hizo mención a algunos espacios en el barrio que podrían destinarse a actividades de este tipo, como ser el playón que está detrás de la parroquia, a la necesidad de un SUM barrial y se recordó que en el marco del programa municipal "Presupuesto Participativo" se había decidido realizar un polideportivo al cual incluso se destinó una partida presupuestaria que nunca se ejecutó. La mayoría de los vecinos considera que la existencia de actividades culturales y deportivas no sólo mejoraría la calidad de vida del barrio, sino que sería un insumo fundamental para la lucha contra las adicciones en los jóvenes y una forma integral de abordar la cuestión de la inseguridad.
Finalmente, se hizo breve mención al problema de la disponibilidad de cocheras, vinculado a un elemento fundamental de la fisionomía del barrio que es la presencia de las 14 torres de viviendas, con 10 pisos cada una y cuatro departamentos en cada piso del 1 al 10, y dos departamentos en las plantas bajas. Al respecto, cada torre tiene situaciones particulares, como por ejemplo la Torre 8 que hace años tiene fuera de funcionamiento uno de sus ascensores.
Por Fundación Centro, para El Litoral
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