Caña con ruda: una costumbre que no se pierde, ni en tiempos de pandemia
Gentileza Solcuer Efecto positivo. La hemos cargado con toda energía y algunos condimentos extras para que la batalla sea épica contra el coronavirus , sostuvo Miguel Pascual, productor de caña con ruda.
“Siete sorbos, tres tragos, uno largo, un vaso entero, y siempre en ayunas”, reza la tradición de la caña con ruda que se toma el primer día de agosto, el Día de la Pachamama. Este año la pandemia y la “nueva normalidad” en la que se vive ponen a prueba a los organizadores de celebraciones masivas en la ciudad y localidades cercanas, para que reinventen las formas de llevar adelante la festividad.
“No se pueden hacer eventos, ni fiestas, pero no queremos dejar pasar la oportunidad. Es una buena fecha para conmemorar a la Pachamama y a la naturaleza, y que esta ocasión sirva para reflexionar”, destacó Miguel Pascual, referente del espacio turístico cultural Solcuer, quien organizará, en conjunto con la Municipalidad de Santa Fe y el Ministerio de Cultura de la provincia de Santa Fe, la tercera edición del encuentro que se llevará adelante en inmediaciones al Molino Fábrica Cultural -en República de Siria entre bulevar Gálvez y Castellanos-, el sábado desde las 10 y hasta las 17.
“Se hará una feria con todo el distanciamiento social y medidas de prevención”, aseguró Pascual. Los santafesinos podrán acercarse a buscar su botellita de caña con ruda y según el artesano, “a todo se le ha puesto un empeño especial. Siempre se dice: ‘La hemos cargado con toda energía y algunos condimentos extra para que la batalla sea épica contra el coronavirus’”.
Una celebración distinta
“Este año nos encuentra ‘retraídos’, como la Pachamama que fue el 21 de junio en el solsticio de invierno para energizar las raíces; y con el equinoccio de primavera (21 de septiembre), para que todo pueda resurgir con más fuerza. El contexto de pandemia nos ubica en la misma situación, una metáfora sobre lo vivido los últimos meses, encerrados, cuidándonos para poder energizarnos”, analizaron desde la organización.
A diferencia de las ediciones anteriores, este año se hará una ceremonia pluricultural de agradecimiento a la Pachamama en los paraboloides, y en la feria de diseñadores y emprendedores de la tienda del Molino, artesanos de La Costa tendrán un espacio de difusión del área de economía social del Ministerio de Desarrollo Social.
“El cierre en el Molino será para conmemorar a los pueblos originarios y a los indoafroamericanos, para visibilizar a quienes no están lo suficientemente visibilizados y que, de alguna manera, tienen mucha autoridad con el tema de la Pachamama. Será una conmemoración pluricultural”, subrayó Pascual.
En Monte Vera también se reinventan
El antiguo almacén de ramos generales del Paraje Chaco Chico será el punto de encuentro de los habituales parroquianos que cada 1° de agosto visitan el lugar para cumplir la tradición y tomarse su caña con ruda, pero no podrá ser multitudinaria como en 2019, cuando el lugar concentró a unas 8 mil personas. “No va a haber ni música en vivo, ni baile. Va a haber mesas distribuidas al aire libre, en la vereda y en una de las manos del bulevar, dentro del local va a haber muy pocas”, destacó Orlando Valeti, dueño del bar Verona.
Mauricio Garín /Archivo Tradicional. El antiguo almacén de ramos generales del Paraje Chaco Chico se prepara para una celebración atípica.
Tradicional. El antiguo almacén de ramos generales del Paraje Chaco Chico se prepara para una celebración atípica. Foto: Mauricio Garín /Archivo
Por estas horas, Valeti y las autoridades de la comuna Monte Vera detallaban los pormenores para que la celebración no se desborde y se haga un control a los que se acerquen a celebrar. “Habrá inspectores de tránsito y controles de temperatura”, indicó Valeti, quien señaló que ya no pueden reservar más lugar por el alto interés de convocatoria que tuvo en estos días. “A los que llamaron con anticipación ya le dijimos que sí, ahora ya no podemos confirmar más lugares”.
En cuanto a la producción de caña con ruda que hizo durante este año, Orlando, quien continúa con el legado que le dejó su padre -Don Paulino-, produjo 2.000 litros del brebaje. “A partir de enero empezamos a vender a mayoristas de caña, tanto de la ciudad de Santa Fe como de otros lugares. También vendemos de forma minorista en el almacén, botellas de tres cuarto litro y petacas”, contó.
El deseo de Valeti es para sus coterráneos, quienes trabajan en las quintas de la zona y que representan a cientos de familias. “Esperamos que se solucione el tema de la pandemia; para las personas que trabajan en las quintas se les hace muy difícil esta situación. La gente de la zona pide mucha prosperidad de la tierra y que las cosechas vayan bien. Si les va bien a ellos a nuestro negocio también le va bien”, auguró.
Reseña de una tradición milenaria
La fiesta se celebra después del Año Nuevo aborigen del solsticio de invierno (21 de junio), y antes del resurgir de las flores y de las fertilizantes lluvias del equinoccio de primavera. La celebración marca el retorno de la Pachamama (“Madre Naturaleza” según la lengua quechua, que es una veneración de los pueblos originarios) desde las “profundidades”, adonde se ha replegado durante su descanso invernal para mantener la vida desde las raíces. Es una fiesta de agradecimiento y de encuentro con el otro.
El 1º de agosto se comienza con el brebaje de caña macerada con ruda. El imaginario popular dice que “trae suerte para el año” y “salud para que las pestes de agosto no te lleven”. Siempre significa prevención para los males y renovación de energías.
El objetivo es reivindicar una costumbre, con la fecha que da origen a esa tradición y poner en valor en esta región el homenaje como un compromiso de cuidado y respeto de la naturaleza, que aliente el trabajo amoroso con la tierra, a través de huertas personales y comunitarias.