Gastón Neffen | [email protected]
Son los profesionales que deben detectar un problema cardíaco en un bebé en gestación. Desde la Fundación por las Cardiopatías Congénitas insisten en que la provincia también necesita un protocolo de derivación efectivo para los casos graves.
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Hace 8 años que los padres que integran la Fundación por las Cardiopatías Congénitas luchan para que otras familias no tengan que enfrentar la misma desesperación —y en los casos más graves, tragedia— que recorrieron ellos, cuando sus hijos nacieron con una falla cardíaca que no había sido diagnosticada en las tres ecografías —como mínimo— que le realizaron a la mamá durante el embarazo.
Con la vida del bebé en riesgo, tuvieron que salir corriendo a buscar una ambulancia de alta complejidad o un avión sanitario para llevarlo a Buenos Aires —en Santa Fe no se atienden los casos graves—, resolver decenas de trámites y conseguir rápidamente mucho dinero, mientras saben que cada minuto que pierden puede ser clave.
“Lo que más duele, es que sigue pasando. Entre noviembre y agosto sabemos que murieron cinco bebés en la ciudad por cardiopatías congénitas que no fueron detectadas a tiempo”, aseguró Mónica Patiño, presidenta de la Fundación, que vino a la redacción de El Litoral —junto a Érica Bode, también integrante de la entidad— para contar que en la ciudad se va a realizar el XIII Simposio Argentino de Cardiología Fetal (ver Una oportunidad para aprender a salvar bebés).
“Lo que más impotencia genera, es que son vidas que se salvan con gestión. Se necesitan dos cosas: capacitar a los ecógrafos y un protocolo de derivación rápido y eficiente”, insistió Bode.
El primer punto no es complejo. Se trata de entrenar a quienes hacen ecografías —sobre todo obstetras y ecografistas— para que cuando ven “algo raro” pidan una ecocardiografía fetal, un estudio de mayor profundidad para confirmar o descartar una cardiopatía.
Es una decisión que puede salvar la vida del bebé, porque en el caso de que se detecte una patología puede nacer en una maternidad preparada, con los médicos y la tecnología necesaria para que tenga la mejor oportunidad posible (la mayoría de los bebés de Santa Fe suelen ser derivados a la maternidad del Hospital Italiano de Buenos Aires).
“Uno de los especialistas que viene al seminario, es un médico cubano que va a mostrar cómo detectan ellos las cardiopatías, a pesar de que suelen utilizar ecógrafos antiguos. La experiencia de ellos muestra que cuando ‘el ojo sabe’, el problema se ve y no se escapa”, planteó Patiño.
Definir un protocolo eficaz de derivación —la segunda cuestión— es lo que marca la diferencia entre el camino de la desesperación —a veces de la improvisación, con una vida en riesgo— y la gestión profesional de la salud.
“Si un caso se les escapó a los ecografistas, es indispensable que el sistema esté aceitado para que ese bebé parta inmediatamente a Buenos Aires en una ambulancia de alta complejidad y en un avión sanitario, si es necesario, y no que los padres tengan que salir angustiados a resolver decenas de trámites”, planteó Bode. En la fundación conocen estos casos a fondo, porque los acompañan cuando intentan sortear cada una de las barreras.
“Nosotros sentimos que nuestro rol debería ser el de acompañar a las familias en la contención humana, a partir de nuestra propia experiencia, pero a veces nos tenemos que ocupar de que los chicos no se mueran”, contó Patiño.
¿Qué se hace en Santa Fe?
En el largo camino que todavía falta por recorrer, desde la Fundación reconocen —participaron activamente de ese proceso— que se realizaron algunas mejoras en la infraestructura del servicio de Cardiología del Hospital de Niños Orlando Alassia, en donde se hacen las cirugías de baja complejidad y están los profesionales más especializados de la ciudad para definir si es necesario derivar el caso a Buenos Aires.
Otra buena noticia es que en el Hospital Italiano de Rosario, en abril de este año, un cardiocirujano infantil de Santa Fe —el Dr. Martín Irazusta— logró operar y resolver una cardiopatía congénita de coartación de aorta, en un bebé de solo 16 días de vida (2,6 kilos de peso).
“Es cierto que Santa Fe, además, es la provincia que más chicos deriva al Hospital Italiano, lo que marca que se detectan más casos que en otras provincias, pero está claro que no alcanza y la verdad es que no tenemos contacto con el Ministerio de Salud de Santa Fe. A veces sentimos que el Estado está ausente”, concluyó Patiño.
Una oportunidad para aprender a salvar bebés
Es la primera vez que el Simposio Argentino de Cardiología Fetal (lleva trece ediciones) se realiza fuera de Buenos Aires. Se va a desarrollar el 13 y el 14 de septiembre, en el Hotel Los Silos de Santa Fe, bajo la dirección de los doctores Pablo Marantz —un experto del Hospital Italiano que vino varias veces a capacitar ecografistas santafesinos— y Carlos Pastore.
Están previstas las conferencias de prestigiosos especialistas de Brasil (Pablo Zielinsky y Luiz Nicoloso) y de Cuba (Carlos Guevara), entre otros. Se tratarán temas como el screening de cardiopatías congénitas, los aneurismas en el corazón fetal y la importancia de la valoración del arco aórtico en el feto, entre otros temas. En el Cemafe, el 12 de septiembre se realizará un curso Hands On —bien práctico— sobre ecocardiografía fetal.
Los obstetras, pediatras, cirujanos, cardiólogos, médicos y ecografistas interesados en inscribirse pueden solicitar más información a los mails: [email protected] / [email protected].
“Lo que más duele, es que sigue pasando. Entre noviembre y agosto sabemos que murieron cinco bebés en la ciudad por cardiopatías congénitas que no fueron detectadas a tiempo”. Mónica Patiño. Presidente de la Fundación por las Cardiopatías Congénitas.
“Lo que más impotencia genera, es que son vidas que se salvan con gestión. Se necesitan dos cosas: capacitar a los ecógrafos y un protocolo de derivación rápido y eficiente”. Érica Bode. Integrante de la Fundación por las Cardiopatías Congénitas.