Carlos Suárez (43 años) no escatima en elogios a la lista que conformó, consensos mediante, para participar en las PASO del 12 de septiembre. Es bien "made in Santa Fe", pues lo acompañan una empresaria de turismo que se vio muy golpeada por las restricciones a causa de la crisis sanitaria, un docente y una especialista en salud mental: "Este equipo no se formó en una oficina de CABA, sino aquí", resalta, como tomando distancia de que el "ombligo del país" está allá en Buenos Aires.
Luego habla convencido de la "postpandemia", que viene a ser lo que vendrá después de que termine la crisis sanitaria. Ya es hora de pensar la ciudad que quedará una vez pasado el temblor, convida. Ahí aparecen la educación, la salud mental, la asistencia a los rubros más "cascoteados" por las restricciones impuestas, incluso la nocturnidad: cómo será la diversión en una capital que se jacta de turística y de ser "meca" de los eventos. Y la inseguridad también está en su carpeta de urgencias.
Suárez explica el justificativo del nombre de su lista ("Lo que importa"). "¿Y qué nos importa? Estar cerca y acompañando a todos aquellos que se vieron afectados por la crisis sanitaria", dice el edil en diálogo con El Litoral. Está integrada por vecinos, comerciantes y militantes políticos de la UCR y el Pro, pero mayormente por personas que se vieron duramente golpeadas por la pandemia.
Comercio, educación, salud mental
Así, Florencia Maresca (CPN) va segunda en la lista que lleva como primero a Suárez: es una empresaria local del turismo que la pasó muy mal, y se vio obligada a llevar la voz y la bandera del sector. En tercer lugar figura un docente y director de escuela: Sergio Acosta, también militante de la UCR en la zona norte de la ciudad. Claro: ahí aparece la pata educativa, otra área muy afectada por la administración de la emergencia sanitaria. "En términos económico-productivos nos vamos a recuperar; pero el impacto en la educación es imposible de medir: se hizo un daño muy fuerte a los chicos y adolescentes", sentencia el precandidato.
Y cuarta en la lista figura Carla Korol, psicóloga: ahí está la importancia de la atención en la salud mental. "Durante la cuarentena más dura, ella hacía un llamado de atención: Había que atender la salud mental, aprender a convivir 24-7, con la familia y, también, con uno mismo en esa época de encierro. El impacto psicológico que quedó es muy negativo", advierte.
"¿Y qué diferencias hay entre su lista y el resto de las otras cuatro dentro del Frente Juntos por el Cambio?", le consulta El Litoral. "Todas se armaron pensando en una referencia nacional; algunas se armaron en Buenos Aires, otras en función de las referencias políticas locales pero con proyección también nacional. En nuestro caso, armamos nuestra lista pensando en la ciudad de Santa Fe", subraya.
"Sí, tenemos una referencia nacional que es Carolina Losada -aclara Suárez-, pero nosotros miramos a la ciudad, con vecinos comprometidos y con ganas de proponer soluciones. Ese el principal valor agregado de nuestra propuesta".
El actual concejal califica de "muy mala gestión de la pandemia por el kichnerismo", con una "visión centralista", donde no faltó la "falsa dicotomía" entre salud versus economía. "En esa misma línea pongo la gestión sanitaria provincial, que con la municipal se alinearon: nunca dijeron nada distinto", fustiga.
"Insisto: no se podían tomar las decisiones de lo que se debía hacer en la ciudad de Santa Fe desde Buenos Aires, porque las realidades no eran las mismas. Y no tuvimos un intendente (por Emilio Jatón) plantado diciendo: 'Ojo que aquí en la ciudad hay otra realidad', y tampoco se vio al gobernador (Omar Perotti) en el mismo sentido".
-De retener su banca, ¿cuáles son los principales temas urgentes a resolver en la ciudad?
-Primero, veo un municipio que no invierte en seguridad. Es cierto que la seguridad no es responsabilidad primaria de la Municipalidad, pero hoy es la principal preocupación de los santafesinos, y el Estado local no puede mirar para otro lado. No hay un solo peso para poner una cámara nueva, ni para extender la fibra óptica, ni para fortalecer el Centro de Monitoreo, ni para mejorar la GSI.
Entonces, nuestras principales propuestas desde el Deliberativo estarían orientadas a que la Municipalidad se involucre realmente en esta materia, atendiendo todos esos puntos que se fueron nombrando. Los vecinos están pidiendo que pasen las camionetas de la GSI, que son más "ojos" contra el delito, y si bien la Guardia no tiene poder de policía, se comunica con el 911 ante un eventual delito. Pero no están pasando.
Planteamos también modificar la ordenanza de contribución por mejoras (modelo por el cual se hacen obras urbanas que pagan los frentistas y parte la Municipalidad, que a su vez aporta mano de obra), para permitir planes más flexibles, y que una de las materias que se pueda agregar a este sistema sea el monitoreo. En muchos lugares, los vecinos quieren poner cámaras de seguridad, pero se encuentran con que no las monitorea el municipio. Así, proponemos que en aquellas cuadras donde la gente decida poner cámaras integradas al Centro de Monitoreo municipal puedan hacer esta inversión de modo flexible y ágil.
Hay que rever el transporte público, pero pensando en la postpandemia. El sistema de colectivos se vio muy afectado por el Covid; ya estaba en crisis, y hoy nos encontramos con una centralidad en la distribución de subsidios inequitativo a favor de CABA y en desmedro del interior del país.
¿Y cómo repensar localmente el sistema de colectivos? La ciudad no tendrá el sistema de transporte que debe tener, el ideal, sino el que podrá tener, el posible. Aquí hay que pensar la integración de la multimodalidad, cómo se vincula una línea con otros medios de movilidad (bicicletas, monopatines eléctricos, etcétera), que surgieron con mucha fuerza con la pandemia. Si va a haber menos cobertura de los colectivos, hay que suplir eso combinando con multimodalidad.
Y la convivencia nocturna es otra de las cuestiones que hay que pensar de cara a la postpandemia. Pues una ciudad que se precie de turística debe tener espacios de diversión. La nocturnidad ya no será la misma que en la prepandemia. Entonces, hay que ver si los formatos de los boliches a la vera de la ruta 168 (de 6 mil ó 7 mil personas) son los adecuados para los adolescentes y jóvenes. Y existen otras franjas etarias que no encuentran espacios para su propia diversión o esparcimiento. Y hay que ver qué necesidades plantean los empresarios bolicheros.