¿Casa embrujada?: el suceso que atemorizó a Laguna Paiva en 1932
Las moradoras de un rancho no podían dormir porque, al parecer, se oían llantos de una criatura, risas y ruidos extraños. A un metro bajo tierra, apareció un cofre misterioso que desconcertó a la policía. Y hasta algunos testigos aseguraron que, en las noches de tormenta, llegaron a ver una bruja montada en una escoba.
¿Casa embrujada?: el suceso que atemorizó a Laguna Paiva en 1932
Las crónicas policiales de Santa Fe y la región durante el siglo XX están plagadas de hechos que tienen como protagonistas a personas de carne y hueso. Pero también hay algunas que tienen como partícipes centrales a supuestos seres de ultratumba. Uno es el caso del “fantasma”, que se reflejó oportunamente en este espacio hace algunos meses. Ocurrió hace 90 años y jamás logró ser esclarecido por la policía, al menos en forma convincente, más allá de alguna detención que luego quedó en la nada. Otro, cuyo siniestro embrollo tampoco pudo ser aclarado, es el presunto caso de brujería que estremeció a los habitantes de Laguna Paiva a fines de septiembre de 1932.
Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden D.R
Foto: Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden
El 30 de septiembre, El Orden publicó en su página 8 un título llamativo, inserto dentro de una serie de crónicas policiales mucho más habituales en su composición. El mismo decía: “En las noches de tormenta, los dueños del rancho oían los quejidos de una criatura”. En la bajada, se refería al hallazgo de un cofre misterioso por parte de la policía y señalaba que “un caso de brujería” mantenía sugestionados a “los pacíficos moradores de Laguna Paiva” a partir de una seguidilla de “llantos y ruidos extraños”.
Los hechos se habían desencadenado algunos días antes y funcionarios policiales de la División de Investigaciones de Santa Fe estaban tratando de descubrir el nudo principal del misterio para poder así desentrañarlo. “Es un caso de aparente brujería y aunque el siglo vertiginoso en que vivimos nos ha alejado un poco -o mucho- de las leyendas de antaño, no es difícil que la imaginación enfermiza de aquella gente, fácil a la emoción de las sugestiones, se haya echado a rodar apartándose de la senda de la realidad para entrar por el camino de la fantasía”, señalaba el diario.
El rancho del miedo
El lugar de los acontecimientos que mantenían desconcertada a la población era un rancho alejado del centro de Laguna Paiva, ubicado en un “paraje sombrío, propicio a las sugestiones de espíritu” según el cronista de El Orden. El mismo estaba habitado por Demesia Valdéz y sus hijas Petrona y Presentación, quienes vivían tranquilas más allá de que los moradores del lugar aseguraban que la vivienda estaba encantada. Según los testimonios recogidos, por la noche figuras dantescas vagaban por los alrededores y se oían ruidos extraños. Aunque estas versiones carecían de bases sólidas, uno de los rumores recogidos, señalaba incluso que “durante las noches de tormenta, volaba una bruja en una escoba”.
Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden D.R
Foto: Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden
El caso se complicó cuando las propias moradoras de la casa empezaron a escuchar también extraños ruidos, a lo cual se sumó el hallazgo de un cofre que la policía encontró enterrado a un metro de profundidad. La señora Valdéz, según el artículo de El Orden, confesó que ni ella ni sus hijas podían dormir, molestadas por el ruido de “débiles gemidos, como de una criatura”, seguidos de risas y carcajadas. “El caso, como se ve, no es para tomarse a risa y apostaríamos a que a la más incrédula de nuestras lectoras ya se le han puesto los pelos de punta”, dice textualmente el periodista al cual le confiaron la redacción de la nota periodística.
Los rumores de lo ocurrido en la casa de las Valdéz se esparcieron con rapidez y llegaron a oídos de la policía. De modo que el propio comisario Quignard se apersonó en el rancho para poner fin al asunto. Las tres mujeres juraron que lo que habían dicho era cierto y hasta señalaron el rincón del rancho del cual, en apariencia, provenían los quejidos y las carcajadas. El funcionario, al tener la impresión de que la tierra había sido removida, pidió un pico y tras excavar durante algunos minutos, encontró un cofre de metal enmohecido por completo.
Tras abrirlo, los testigos del hecho solo descubrieron en el interior una sustancia extraña y algunas semillas. Las moradoras del lugar afirmaron que desconocían la existencia del cofre y argumentaron que habían estado un largo tiempo en San Javier, durante el cual el rancho había quedado vacío. “No sería difícil que alguna persona del lugar hubiera llegado a la vivienda para enterrar el cofre, con el propósito, posiblemente, de hacer una brujería”, especulaba el cronista.
Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden D.R
Foto: Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden
Enigma irresuelto
El episodio tuvo tal repercusión que al día siguiente, sábado 1 de octubre, El Orden dio continuidad al tema. En la página 8 tituló: “No se ha logrado esclarecer aún el misterio del cofre”. Sin embargo, el cronista apuntaba a que las tres mujeres habitantes del rancho se encontraban más tranquilizadas y creían que, tras la acción policial, ya no iban a oír más “llantos de un bebé” durante las horas de oscuridad.
“El asunto ha resultado mucho más serio de lo que se creía en un primer momento y la aparición del cofre ha servido para dar mayor cuerpo a las versiones circulantes de que en las noches tormentosas vagaban por las inmediaciones de aquella vivienda figuras extrañas y brujas montadas en escobas”, apunta el artículo.
Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden D.R
Foto: Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden
“La policía, por su parte, prosigue las averiguaciones tendientes a aclarar la procedencia del cofre. Descartan por ahora la posibilidad de hallar a un hechicero y admiten la teoría más lógica y más humana de que el hallazgo encierra un delito cuyo misterio se procura revelar”, cierra el artículo.
Si el enigma se resolvió o no es difícil saberlo. Pasó casi un siglo y las crónicas de El Orden y El Litoral no registran menciones al respecto. Lo cierto es que, como afirmó una vez el matemático francés Evariste Galois, quien tuvo un trágico final a los 20 años de edad: “algunos misterios siempre escaparán a la mente humana”.