Creación santafesina. El Arq. Jorge Rico posa junto a su “criatura”, que flota sobre el agua. De fondo se ve el verde natural de la costa. Foto: Pablo Aguirre
Se puede ver en el Yacht Club. De 3 niveles, hecha de materiales aislantes y usando energía natural, propone un modelo basado en la sustentabilidad y conexión con el entorno. Su viabilidad en una región rodeada de ríos e islas.
Creación santafesina. El Arq. Jorge Rico posa junto a su “criatura”, que flota sobre el agua. De fondo se ve el verde natural de la costa. Foto: Pablo Aguirre
Luciano Andreychuk
En una región rodeada por ríos y cursos de agua, con más de un millón de hectáreas de islas en el tramo del Paraná Medio que aún están subexplotadas, y en una ciudad donde el valor de la tierra urbana se elevó hasta las nubes, vivir sobre el agua -literalmente- es una alternativa que, lejos de ser descabellada, se plantea como opción viable. La prueba de esto es una bella casa flotante de tres niveles que se alza sobre la Setúbal, está amarrada en el Yacht Club Santa Fe como si fuese un barco y se gana las extrañadas miradas de pescadores y navegantes.
Es el prototipo ya terminado de lo que sería la primera casa flotante de tres niveles del país -nada menos- y está en nuestra ciudad. Fue diseñada por el arquitecto Jorge Rico, director de una empresa incubada por la UNL dedicada a la construcción de estas viviendas: Flotek. Rico -quien también es docente de Fadu- afirma que el modelo constructivo de casas flotantes es absolutamente viable, y no sólo eso: éstas podrían construirse asegurando la sustentabilidad bioclimática, con garantías de confort y autonomía energética, usando energías naturales y limpias, como la eólica o solar.
Características
La casa flotante está amarrada como si fuese un barco en la costa oeste del Yacht Club, con el derruido Puente Palito como paisaje inmediato. Tiene unos 110 metros cuadrados construidos y tres niveles: el primero es una caja de flotación hueca hecha de hormigón armado, que pesa 50 toneladas. Es el nivel de “subagua”, ya que está hundida y hace posible la flotación y estabilidad de la estructura.
Esa enorme bóveda hueca de hormigón tiene en su base superior la losa sobre la que se construyó el segundo nivel (planta baja). Ahí están el comedor-cocina, el baño y un pequeño living. En el tercer nivel (planta alta) hay dos dormitorios, con dos balcones, uno de proa (adelante) y otro de popa (atrás).
Las paredes de la casa no están hechas con ladrillos comunes, sino de un material que tienen una tecnología llamada “de sándwich”. Son estructuras de madera que tienen por fuera un panel externo, en el medio un material de aislación térmica, acústica e hidráulica, y en el interior el revestimiento de durlock. Las aberturas tiene un doble vidriado hermético que permite “atrapar” el calor evitando el padecimiento de los arduos veranos santafesinos. Y, en invierno, el doble vidriado hace que el calor solar se retenga en el interior.
Criterio bioclimático
La casa fue diseñada bajo criterios bioclimáticos. Puede funcionar con energía fotovoltaica, paneles solares y calefones de tubo de doble vidriado hermético. Debajo del baño hay una pequeña cámara séptica anaeróbica que hace el procesamiento de los líquidos y efluentes. “La casa garantiza un nivel de confort importante, sin contaminar el medio ambiente”, afirma Rico a El Litoral. Respecto de la estabilidad hay un leve balanceo, pero mínimo. “La estabilidad depende de cómo esté amarrada. Es algo controlable”.
Además, en la vivienda se podría incorporar un sistema de automatismo inteligente (domótica) que permitiría monitorear los movimientos de la casa basado en parámetros bioclimáticos: así, el sistema cerraría automáticamente las ventanas en caso de tormentas, y hasta podría mover la casa buscando la mejor ubicación en función del sol o del viento. El costo de construir una casa de este tipo sería muy similar al de una construcción tradicional sobre tierra, a los valores inmobiliarios hoy. Con la diferencia a favor de que los valores de la tierra hoy en Santa Fe son muy elevados “Además, no hay un marco regulatorio para las casas flotantes, porque no son ni artefactos navales ni buques. Mientras a la casa se la tenga en un lugar flotando en forma fija no pagaría impuestos inmobiliarios, cosa que también es una interesante ventaja para el potencial inversor”, dice Rico.
Vivir el agua
“Nuestro slogan es ‘vivir el agua’. ¿Qué implica esto? Vivir sobre ella, pero también producir en ella, disfrutar de ella, y siempre cuidando el medio ambiente. Disfrutar de la naturaleza, de la armonía y tranquilidad que nos regala, por fuera de la urbe y sus complicaciones”, subraya el profesional.
Actualmente, hay experiencias de casas flotantes en Tailandia y en Seattle (EE.UU.). En Holanda, hay un proyecto para crear 34 mil viviendas sobre el agua. “La pregunta que debemos hacernos es ¿por qué en Santa Fe, con el entorno acuático que tiene, no puede haber gente viviendo sobre el agua en casas flotantes con el todo confort necesario y garantías de sustentabilidad?”, expresa Rico.
“Con este sistema de estructuras flotantes se podría recuperar la navegabilidad del Puerto, por ejemplo. El riacho Santa Fe es estratégico: allí se podrían desarrollar cuestiones turísticas, deportivas, productivas (piscicultura, mieles). Hay mucho que se puede hacer”, cierra Rico.
Los “bungaflots” La construcción de “bungaflots” en la Setúbal (cerca del Puente Colgante) es la gran meta inmediata de Flotek. Serían bungalows flotantes que tendrían capacidad para hasta 6 personas, y 30 metros cuadrados. Constituiría el primer complejo turístico flotante del país. “Las expectativas que tenemos son muy buenas. Hay un poco de escepticismo, es cierto. Pero este sistema constructivo es totalmente viable. Busca apropiarse del agua con esta cuota de autonomía energética y sustentabilidad ambiental”. Flotek está conformada por el Arq. Jorge Rico, Arq. Darío Gattarelli y el Téc. José Martínez.
El dato Origen del proyecto