Sábado 29.4.2023
/Última actualización 12:47
Cuando la nota, pasada en limpio, llega a su fin en el teclado de esta solitaria redacción de El Litoral (el silencio es lo mejor; por la mañana siempre hablan a los gritos los de Deportes) hay por lo menos tres títulos fuertes y uno que supera todo. No me pasa a mí, le pasa a cualquier santafesino que desde hace 20 años entrevista a un protagonista directo de la inundación que sufrió la ciudad de Garay.
En verdad, cada respuesta deja un título fuerte para abrir la nota. Me quedo con uno, lo borro. Lo cambio por otro. Doy vueltas como nunca para titular. Siempre digo lo mismo desde que pasó lo que pasó en Santa Fe: la ciudad se partió en dos, los que se inundaron y los que no nos inundamos. No nos hace mejores a unos y peores a otros, pero siempre (en radio, diario o tele) me gusta aclararlo. Al fin de cuentas, como canta Fito, lo que queda y duele es "tanta sangre que se llevó el río" de una parte de la vieja Ciudad Cordial. A la otra, como pudo, sólo le quedó ofrecer su corazón.
Es fuerte la nota, no por las preguntas...sí por las respuestas. Dos veces con Messi, dos con Maradona, una con Pelé y 15 minutos a sola en el Vaticano con el Papa Francisco. La pongo a ese nivel por el cosquilleo, de piel de gallina...A la hora señalada, en el mismo lugar donde le pareció ver el final del mundo, El Litoral (voy con mi compañero de ruta paraguaya, Fernando "Coto" Nicola) se encuentra con Eduardo F. Walker, a quien todos conocen simplemente como "Gari".
El túnel del tiempo lo lleva a recuerdos que no volverán, silencios que prefiere callar, como el recuerdo del amor de su vida, Silvia, esposa y madre de sus hijas que los espera allá en el Cielo. Al volver a "ese momento" que su vida cambió para siempre, recuerda a "Pocha", su suegra. Y a sus tres hijas, que en ese momento tenían 15 años (Naty), 10 años (Karen) y la pequeña de 3 años (Aylen).
El lugar de la pesadilla es la puerta misma de ingreso al playón del Club Atlético Colón. "Yo fui el casero de la cancha, desde 1996 hasta 2011". El primer disparador es multi-todo: "Mi nombre es Eduardo Walker. Yo hace 20 años era el casero del Club Colón. Vivía abajo de las tribunas y vi la inundación como quizás poca gente la vio".
Desde el codo sur oeste así estaba la cancha del club Colón.-¿Qué te quedó en la mente de ese momento, "Gari"?
-La verdad que fue algo increíble. Yo estaba con mi familia, mi mujer, mis tres hijas y mi suegra, que había tenido una ACV hacía 10 días. Y realmente la pasamos como todo el mundo que se inundó... muy mal.
-¿Te acordás día, hora, lugar?
-Ese día, ese 28 de abril, eran las 18.30, yo estaba en calle Zavalla y Uruguay, mirando para adentro porque decían que se venía el agua, aunque no lo creíamos. Y vi gente corriendo. Deben haber pasado, 15…20 minutos, tiene que haber sido cerca de las 19 horas. Vi gente que venía corriendo y gritando que se venía el agua, que se rompió el terraplén.
-¿Cuál fue tu reacción, el instinto ante la adversidad?
-Recuerdo que empecé a correr por Zavalla, llegué hasta aquí en la esquina de la cancha de Colón y vi para el lado del Barrio Chalet, que salía la gente desesperada con los chicos en brazos.
-¿Qué fue lo primero que hiciste?
-Abrí el portón de la cancha de Colón, no sé si recordarán que había una visera, la vieja boletería y un portón verde con candado siempre. Yo tenía la llave porque era el casero del Club. Abrí el candado, corrí, abrí un portón gris que había con una puertita trampa y me metí gritándole a mi mujer que corran para arriba, para los palcos, que se venía el agua, se venía el agua.
-Hoy, 20 años después, ¿recordás algo que se distinga y que conviva con vos?
-Mirá, la verdad que lo que más recuerdo es que se escuchaba un ruido atronador, un ruido que no te lo puedo describir. En 15 minutos, por suerte, alcancé a subir mi hija más chica, mi mujer y hasta mi suegra alzada al primer piso, donde están los palcos. De ahí vi cosas increíbles, cómo venía la gente arrastrada, cómo pasaban, los ruidos que se escuchaban, cosas que golpeaban contra el portón.
-¿Qué eran esas cosas que viste y que golpeaban el portón de entrada a Colón?
-Enfrente estaba la empresa "La Oxígena", acá en la esquina, y los tubos de 45 parecían misiles, como venían y pegaban en todos lados, acá en Colón. Pasaban y pegaban, había un contenedor cargado, me acuerdo, abajo de la entrada de los socios...lo levantó como si nada y lo tiró contra el Fonavi, así cargado y todo como estaba. Era algo increíble.
-Con el paso de los años, ya 20, seguro que volviste a ver fotos, imágenes y hasta los mismos recuerdos. De todo lo que viviste, ¿qué es lo que más te sigue sorprendiendo y dando vueltas en la cabeza de esa inundación?
- Lo que más me sorprendió hace 20 años fue el ruido del agua, era un ruido atronador, era un ruido increíble. No te puedo explicar, no te puedo explicar, era un ruido y era la fuerza. Cuando yo lo veo, era como una ola largando espuma y venían, aunque no quieran creer, autos arrastrándose, venían autos dando vueltas. Al mismo tiempo, me acuerdo de la gente que quedó pegada en el portón de Colón y en todas las barandas que había ahí. La gente estaba agarrada ahí arriba gritando, con chicos y todo.
El agua se fue de la cancha pero siguió por varios días en barrio Centenario.-¿Qué se podía hacer en ese momento?
-Nada…nada…nada…No se podía hacer nada porque no paraba, la fuerza del agua no paraba. O sea, nadie podía bajarse ahí porque era increíble, una potencia. Y no solo la gente, qué sé yo, animales, perros, caballos, carros, todo arrastrado.
-Siempre quedó la frase: "Colón fue el dique salvador ante la locura del Salado"
-Mirá, todo pegaba acá…todo pegaba acá (repite dos veces y señala el ingreso del playón sabalero) hasta que no aguantó más dio el portón y se tumbó todo el tapial, por supuesto.
-Hay algunas fotos de Colón que quedarán hasta el final de los días: los arcos de la cancha tapados con el agua y los autos del famoso bingo flotando…
-Sí, sí, una Fiat Fiorino que quedó hundida, se hizo un socavón grandísimo, tumbó el portón y quedó metida ahí adentro. Mirá, la cantidad de autos y cosas que pasaban para el Fonavi era una cosa de locos. Pegaban primero en la entrada de socios, el agua los arrastraba y los llevaba para el Fonavi.
-¿Hay algún lugar especial que retenga tu memoria, Gari?
-Pegaban todos contra aquél lado del Fonavi (otra vez, gira y señala), que sería la manzana 8, que yo creí que la iba a tumbar realmente, cómo pegaba. Los autos del bingo estaban abajo, todos flotaban y pegaban contra el primer piso.
-¿En qué lugar pusiste a salvo tu esposa, tu suegra enferma y tus tres hijas acá en Colón?
-En los palcos, arriba, donde no llegaba el agua. Yo estuve casi dos días con mi familia arriba, porque no se podía entrar, aparte era un caos total. La luz cortada, no teníamos agua, comida, nada teníamos.
-¿Qué hacían, cómo pedían ayuda estando todo inundado?
-Gritábamos, claro que gritábamos porque veíamos lanchas que pasaban acá y empezaban a socorrer, pero no podían entrar porque Colón estaba totalmente como si hubiese estado en una guerra, ¿me entienden?. Había palos, postes, cosas, había una mugre impresionante y aparte se veían las puntas de las columnas y las lanchas no se animaban a entrar.
-¿Quién te saca de ahí?...¿quién te salva con tu esposa, suegra y tus tres hijas?
-A mí me rescató una piragua, entraron unos muchachos en piragua que nos sacaron hasta donde está la antigua Balear, por calle San Lorenzo. Hasta ahí nos llevó, ahí nos dejaron y nos atendió Defensa Civil. Yo estuve dos días y un poquito más con mi familia sin nada y realmente la pasamos como podíamos.
-¿Hubo algo peor que lo peor del principio cuando rompió el Salado?
-Lo peor era la tardecita noche escuchar los gritos de las mujeres y chicos, desgarradores...gritaban que los saquen y uno no sabía dónde estaba, porque no se podía. Lo que sí me acuerdo yo, que había agarrado una soga que teníamos y que veía a la gente que pasaba por abajo y le tiraba la soga. Al que lo agarraba o se podía agarrar, lo subía bien en la parte de arriba de las entradas, donde estaban los molinetes de la cancha de Colón y quedaban ahí. Se quedaban desamparados ahí nada más.
-¿Vos te habías dado cuenta desde arriba de los palcos hasta dónde había llegado el agua adentro de Colón?
-Sí, sí…porque yo de los palcos veía todo, yo vi que los arcos de la cancha en un momento directamente no se veían, después bajó un poquito el agua y se vieron. Los arcos habían quedado totalmente tapados. Es más, en esa locura, yo creo que la había sacado yo a la foto esa que se la pasé a la gente.
-¿A qué altura calculás que llegó el agua ahí en Colón?
-Si ahora iríamos ahí, están las marcas todavía, porque yo dejé marcada hasta donde llegó el agua ahí, yo dejé todo marcado en la pared
-¿Te acordás esa altura "Gari"?
-Eran unos dos metros y medio; más o menos. Está marcado por mí en la pared del costado de la cancha de Colón
-¿Pudiste salvar algo material que hoy, 20 años después, tengas con vos?
-No, perdí todo…todo…todo. Todo perdí, yo no tuve tiempo a nada, porque lo único que gracias a Dios pude sacar a mis hijas, a mi mujer y bueno, a mi suegra en ese momento. Y los perros que yo tenía, no sé si se acuerdan, el que venía siempre a Colón se tiene que acordar de esos ovejeros que yo tenía siempre que cuidaban el club. En ese entonces, hacía de casero yo y mis perros cuidaban todo el club. A ellos también los pude salvar.
-¿Dónde te fuiste a vivir, cuando quedás como evacuado?
-Cuando me rescatan voy a la casa de un amigo. Me llama un amigo en el barrio Don Bosco y me lleva Rubén Magdalena, un tipazo, me acomodó una pieza con los hijos y estuve ahí como cinco meses viviendo.
-¿Cómo fue volver cuando bajaron las aguas?
-Después vuelvo al club, cuando vuelvo voy a vivir voy arriba, a la pensión que era de los chicos, la pensión de los chicos del fútbol que está en el primer piso. Estuve hasta el 2011 viviendo ahí.
-¿Qué sentís cuando cada año llega esta fecha de abril?
-Mi mujer falleció hace unos años, pero siempre que llega esta fecha para nosotros es tristísimo. Mis hijas se acuerdan de todo, hasta la más chiquita que tenía tres años. Mirá, se acuerda que el agua la arrastró y la tiró contra un tejido y que yo la pude agarrar ahí antes de subir a la escalera. Pasaron cosas que por ahí uno solo sabe lo que pasó. Mis hijas se ponen re-mal, en esta fecha. Más cuando ven en la televisión y empiezan a ver las imágenes nuestras, se acuerdan que estuvieron días sin comer, sin poder tomar agua.
-Se acuerdan de gente que saben que se ahogó...porque veíamos pasar gente flotando a la noche y era feísimo...(se quiebra, al borde de las lágrimas)...eso era feísimo. Yo me acuerdo que las encerré a mis hijas…a la noche las encerraba en un palco para que no vean, porque los gritos y todas esas cosas eran feísimas realmente.
-¿Pensaste alguna vez que ibas a vivir todo eso?
-No, jamás pensé vivir esto...jamás. Todo eso no se me a borrar nunca más en la vida. Lo que vi, lo que viví, lo que sentí y lo que escuché es increíble. Yo no se lo que es una guerra...la verdad, pero ver tanta gente mal o tantas cosas, tantos ruidos, tantos gritos en toda la noche, no se te van de la cabeza, cuando llega esta fecha.
-¿Qué imagen te sorprendió cuando bajaron las aguas?
-Lo que más me sorprendió, primero que el Fonavi estaba en pie, porque yo escuchaba cómo pegaba todo contra ese barrio; segundo, ver la entrada principal del portón donde yo mil veces estuve en ese portón…verlo totalmente destruido y con el socavón que había. Ahí te da la magnitud de lo que fue esto. Lo de la inundación del Salado fue lo más parecido a una guerra.
El legado de la resiliencia