De la Redacción de El Litoral
Un informe del Garrahan corroboró maltrato físico previo al incendio. El fiscal desconoce la historia clínica.
De la Redacción de El Litoral
Un informe del hospital Garrahan constató maltrato físico contra A. G. previo al incendio de su cuna el pasado 8 de junio. La beba de seis meses, que sufrió quemaduras en el 80 % de su cuerpo al caer una vela en el lugar donde dormía, estuvo internada cuatro meses en Buenos Aires.
Hace dos días volvió al hospital de Niños O. Alassia, donde se encuentra estable, en una sala común, con cuidados mínimos. “Del Garraham la derivaron con un plan nutricional para que recupere peso. Problablemente se quede hasta que vuelva a Buenos Aires para una próxima cirugía”, detalló el doctor Osvaldo González Carrillo, director del Alassia ante la consulta de El Litoral sobre el estado de salud.
Este trágico episodio cobró tintes escalofriantes al salir a la luz -gracias a un intenso trabajo de investigación del equipo periodístico de El Litoral- un trasfondo familiar de violencia y abuso sexual. Para conseguir la información se debieron sortear varios obstáculos y la mayoría de las fuentes la proporcionó en off (pidiendo preservar su identidad), debido a la complejidad del caso.
Este medio se contactó con el fiscal que entendió en la causa el pasado 8 de junio, que está caratulada como “lesiones culposas”. Daniel Filippi le aseguró a El Litoral que hasta esta mañana no había solicitado la historia clínica de la beba, con lo cual no estaba al tanto del informe que hicieron los profesionales del hospital Garrahan, donde hacen constar lesiones por golpes, previas a las quemaduras en el cuerpo de la beba.
“Por el momento, me constan las lesiones graves que tiene la beba por las quemaduras, pero no hay elementos para imputar a la madre porque se considera que fue un accidente. Además, estoy en permanente contacto con los progenitores y no advertí ninguna situación irregular”, dijo.
Explicó, además, que no solicitó hasta ahora la historia clínica porque “todavía está en curso”, ya que la beba sigue internada, ahora en el Alassia.
Cuando El Litoral le informó que la niña llegó del Garrahan con un informe que da cuenta de situaciones de maltrato que había sufrido antes del incendio, dijo: “Con esto que usted me cuenta voy a tener que solicitar la historia clínica”.
Denuncias y botón antipánico
El 15 de mayo de este año, tres semanas antes del trágico episodio, el Tribunal Colegiado de Familia N° 2 expidió una orden para excluir a Daniel González, padre de la beba, de su domicilio en Piedrabuena 4.800 del barrio Liceo Norte y prohibir que se acercara a Victoria Carolina Mansilla, madre de A., y la hija mayor, M. D. Mansilla. Además, hay una denuncia por presunto abuso sexual contra esta adolescente.
Ante esta situación de violencia, el 23 de mayo, Victoria recibió un botón antipánico conectado a la Central de Monitoreo de la Municipalidad y al 911. La alarma fue activada dos veces: el 28 de mayo y el 6 de junio.
Dos días después del incendio de la cuna, el 10 de junio, el botón fue apagado y nunca más encendido. La víctima debía devolverlo al Área de la Mujer de la Municipalidad en agosto, pero hasta ahora no lo hizo.
Ayer, Daniel González salió por varios medios locales pidiendo una casa y dinero. Durante los cuatro meses que la beba estuvo en el Garrahan, la Provincia le brindó ayuda económica para pagar los pasajes y otros gastos, pero a raíz de las severas denuncias y la investigación que se está desarrollando, se cortó esta asistencia.
Internación crítica
Durante los cuatro meses en el Garrahan, la pequeña fue sometida por lo menos a cuatro cirugías, donde le amputaron las piernas y un brazo. Además, cada dos o tres días ingresó al quirófano (con anestesia general para soportar el dolor) para realizarle una limpieza de la piel quemada (“toilette”). En ese contexto sufrió dos paros cardíacos.
La noche del incendio, la que llegó al hospital con las manos y brazos quemados fue la hermana mayor de la beba. Fue ella la que salvó a la beba de la cuna en llamas, quien sufrió quemaduras entre un 70 y 80 % de su cuerpo. Si bien las vías respiratorias no fueron comprometidas, durante la mayor parte de la internación, la beba estuvo en terapia intensiva y con respiración asistida.