Domingo 1.12.2019
/Última actualización 11:38
Hace tres años, el eje transversal de la asignatura Fisicoquímica fue la contaminación ambiental, fue allí que desde la materia se planteó la inquietud de cuál iba a a ser el objetivo a desarrollar. Entre los alumnos y la docente, Marcela Carrivale, se buscaron distintas alternativas; en ese momento -nos cuenta Marcela- “surgió el tema de la contaminación sonora y en la investigación que fueron realizando los chicos aparecieron diferentes ideas, y llegamos a las colillas como un posible material aislante del sonido”. Como una primera prueba piloto presentaron la idea en la Feria de Ciencias de la institución. Los jóvenes mostraron las placas y para demostrar que las mismas eran acústicas usaron aplicaciones de celular con sonómetros que les indicaron la primera prueba positiva. Por tal motivo, Carrivale comentó que en 2017 comenzaron desde principios de año con el incentivo y así llegaron a la fabricación de las placas aislantes y acústicas.
Es importante mencionar que la colilla de un cigarrillo consumido puede parecer un pequeño desecho, pero, eso tan pequeño no se deshace por arte de magia ni desaparece, por el contrario, tardan entre ocho y diez años en degradarse. “La colilla es un residuo pequeño en tamaño, entonces uno no toma conciencia, no se pone a pensar el daño que hacen, pero tardan mucho tiempo en descomponerse”, expresó Mateo Colon Ferrari, alumno integrante del equipo de trabajo.
A pesar de su pequeño tamaño, las colillas tienen sustancias perjudiciales para el medio ambiente, como nicotina, alquitrán, acetato de celulosa e hidrocarburos. A eso se le suman los metales pesados tales como plomo, arsénico y cianuro que, de no disponerse adecuadamente, causan contaminación en el ambiente. Es por ello que estos jóvenes se preocupan y encargan del tema. A lo largo de estos años han realizado diferentes campañas de concientización en Santo Tomé y Sauce Viejo, han creado ceniceros públicos y portátiles con el Tetra Pak, otro elemento contaminante que los jóvenes han reutilizado. Esta conciencia ecologista la sostienen en todos los aspectos, ya que las campañas no las realizan con folletería, sino que lo hacen a través de las redes sociales y fomentando el uso de los ceniceros.
Esta iniciativa los ha movilizado y han participado de ferias de ciencias en las ciudades de Rosario y Buenos Aires, como así también en Eureka 2018 y 2019. En tal sentido, Carrivale comentó que en Buenos Aires conocieron a los integrantes de Eco House, que es una organización sin fines de lucro cuyo objetivo principal es promocionar el desarrollo sostenible a través de la educación, el voluntariado, la incidencia y la certificación ambiental. Con la ayuda de ellos replicaron los ceniceros que están instalados en Plaza Libertad de Santo Tomé y en distintos almacenes, quioscos y bares de la zona. Al respecto, Ferrari manifestó que otras escuelas de Santo Tomé se involucraron en el proyecto cuando empezaron a realizar las distintas campañas de concientización y formaron redes institucionales de trabajo.
“Cuando se reciben las colillas, los alumnos le hacen un tratamiento con distintos lavados, y el último se lo realiza con distintos solventes, para luego ponerlo a secar”, indicó la docente a cargo del proyecto. Agregó que el material queda “muy similar a una lana de vidrio”, la que luego es procesada para que queden pequeñas fibras. Una vez que quedan limpias, las mezclan con yeso y otros aditivos para así formar la placa. “A lo largo de estos años se le estuvo haciendo un montón de pruebas, fueron probando distintas concentraciones de colillas y se han evaluado las distintas propiedades mecánicas y acústicas”, remarcó Carrivale. Las placas que elaboran en el laboratorio del establecimiento educativo tiene 20 centímetros de largo y de ancho y se hacen con moldes caseros. Es importante remarcar que para elaborar cada placa se necesitan 100 colillas.
También conviene subrayar que una colilla puede contaminar hasta 50 litros de agua con los hasta cien químicos distintos que quedan retenidos en el filtro. En tal sentido, un estudio realizado en la Universidad de San Luis (Argentina) muestra que tanto los filtros de cigarrillos como el humo tienen altos contenidos de cadmio. Se sabe que cualquier nivel de cadmio en el organismo es dañino para la salud por lo cual las colillas de cigarrillos deberían ser tratadas como residuos peligrosos. En tanto, en la Universidad Estatal de San Diego (EEUU), detectaron que los filtros “pueden tardar años en degradarse y, a medida que lo hacen, se convierten en pequeños pedazos de plástico conocidos como microplásticos, que son una amenaza creciente para las vías navegables y los océanos. Asimismo, las colillas de cigarrillos conllevan una gran carga de materiales tóxicos que pueden ser perjudiciales para la vida marina aledaña”, según alertó el epidemiólogo Tom Novotny.
Este equipo de trabajo está integrado no solo por adolescentes de tercer, cuarto y quinto año de la institución, sino que tres exalumnos siguen involucrados en el diseño. En tal sentido, Joaquín Zapata, actual alumno, manifestó que “la idea es llegar a armar un proyecto final, ya sea para la municipalidad de Santo Tomé o la comuna de Sauce Viejo, con el objetivo de mostrar que podemos hacer con las colillas que están en el suelo, que es nuestro objetivo final. Se pueden reutilizar y que no sean un desperdicio para el ambiente”. A su turno, Carrivale, expresó “para el año que viene queremos buscarle una vuelta más social, no para producir nosotros, pero si ver la posibilidad de organizar emprendimientos”. Hay que hacer notar que las placas que elaboran son aislantes y acústicas, y según los estudios, por ellos realizados absorben mucho más humedad que una comercial.
Como referente del grupo, la docente Marcela Carrivale, destacó “para que estos proyectos tengan éxitos lo que vale es la continuidad en el tiempo.” Además, agregó “estos últimos años se está tomando más conciencia, pero creo que todo empezó cuando se empezaron realmente a cuantificar la cantidad de químicos”.
Lorena Blanchet, es la directora de la institución educativa, resaltó sobre la participación de los alumnos “ellos son los protagonistas, uno puede pensar un proyecto lo más armado posible y hermoso, pero si los jóvenes no se enganchan el proyecto muere. Ellos son los protagonistas y el motor”. Asimismo comentó que uno de los pilares de la escuela es la ecología, entonces todo lo que tenga que ver con el medioambiente es importante.
Cabe aclarar que el laboratorio donde hoy este excelente equipo desarrolla sus ideas, fue creado en base a las necesidades que desde algunas materias se presentaban. Blanchet expresó “no teníamos espacio físico, pero cuando quedó este espacio en la institución hicimos la propuesta a la entidad propietaria de hacer un laboratorio, y fue un logro de todos, porque colaboraron los profesores, alumnos y padres”. “La instrumentación del laboratorio tuvo mucho aporte de los padres -prosiguió- y descubrimos lo importante que es tener este espacio para la experimentación, porque todo lo que está en la teoría va a la práctica en la experimentación misma que hacen los alumnos y es importantísimo que ellos puedan analizar el daño que se está haciendo al medioambiente, pero también que se puedan preocupar y ocupar”. “Ellos saben que los cambios no se van a dar de un día para otro, pero por lo menos eligen movilizarse y no quedarse dormidos en este discurso facilista de que no se puede hacer nada”. concluyó.
Mauricio Garín Cenicero ecológicoCenicero ecológico Foto: Mauricio Garín
Integrantes del grupo de trabajo: