Laura Burlando
Hace aproximadamente 4 años, el padre Horacio Juárez y un grupo de laicos comenzaron su obra de caridad para personas en condición de calle. Los motivaba el deseo de dar un plato de comida caliente, buena compañía y una cama donde dormir por las noches. Así crearon un dormitorio solidario.
Laura Burlando
En la oscuridad de una noche de invierno, El Litoral visitó "El Dormi", un refugio contra el frío y la soledad, que abrió sus puertas Cáritas hace cuatro años atrás, en Juan de Garay 3677, de la ciudad de Santa Fe. Con una cálida sonrisa el padre Gabriel Lauría da la bienvenida. En un amplio comedor está un grupo de hombres jugando un partido de truco. Se percibe orden, seguridad, alegría y compañerismo. Mientras los voluntarios preparan la cena, unos alojados lavan la ropa y otros ponen la mesa. Se trata simplemente de llegar a un hogar.
El padre Gabriel recuerda con nostalgia que durante la pandemia, "El Dormi" estuvo cerrado. "El año pasado pudimos retomar, superando las dificultades para encontrar los recursos humanos y económicos que permiten sostenerlo".
Marcos Páez Allende llegó un día a la parroquia La Merced a hablar con el padre Gabriel. Se sentía impotente de ver a la gente durmiendo en la calle y no poder hacer nada. Gabriel le dijo: "Tenés razón, vas a coordinar al grupo de voluntarios". Y a esa labor le puso su tiempo y corazón. "Muchas personas duermen bajo la protección de los aleros de las escuelas, sienten frío, no tienen que comer ni donde bañarse. El dormitorio les ofrece todo eso y los hace sentir dignos", dice.
A diferencia de los refugios municipales que abren básicamente en tiempos de frío y donde cada uno hace sus cosas independientemente del otro, "El Dormi" tiene la finalidad de dar una contención familiar. "Se transforma en un hogar al que también deben cuidar. Ellos tienen sus tareas diarias de limpieza, para que se sientan parte de una familia" relata Marcos.
Se puede colaborar de diferentes maneras: cocinando y cenando con ellos, haciendo algún aporte económico, donando ropa y hay voluntarios que limpian las instalaciones. "Actualmente estamos sumando al equipo de trabajo a una psicóloga y a una trabajadora social, para ir acompañando los procesos", cuenta orgulloso Gabriel.
Marcos es quien describe cómo es la dinámica del lugar: "De lunes a viernes, llegan a las 19 hs tres voluntarios que cocinan lo donado o traen la comida de sus hogares. Acompañan en la cena a los 5 alojados varones que pasan la noche. Los voluntarios se retiran a las 22 hs, que es cuando llega el nochero, el único que tiene un sueldo de Desarrollo Social y los asiste ante cualquier inconveniente. A las 6 de la mañana se levantan, desayunan y se van".
"El tiempo de estadía es de seis meses. La idea es que no se acostumbren y entiendan que es una ayuda pasajera, ya que hay otras personas que también lo necesitan", aclara el padre. Previamente tienen una entrevista con la Asistente Social para determinar si se la persona es apta para convivir pacíficamente con otras personas. Hay también un reglamento pequeño que establece límites y normas de convivencia. No pueden llegar a la casa alcoholizados o drogados porque ponen en riesgo a todos. En general no suceden estas situaciones porque cuidan su lugar, si no están bien, prefieren faltar".
La percepción del padre Gabriel es que el santafesino es solidario ante la necesidad. "Empieza entusiasmado, pero con el tiempo va perdiendo la constancia. Esto es muy propio de los seres humanos".
Marcos siente que al poner un granito de arena en ayudar al prójimo es mucho más lo que se lleva. "Hablar con ellos te vuelve a la realidad y te pone los pies sobre la tierra, aprendés a valorar y a agradecer todo lo que uno tiene. Cuando uno da, crece espiritualmente, se enriquece con las experiencias de vida que comparte y se es parte de una historia que tiene la posibilidad de cambiar. Hay como testimonio un muchacho de Reconquista que salió del "Dormi" y empezó a buscar hacer algo y hoy tiene un dormi propio, porque así como a él lo ayudaron, él quiso hacer lo mismo con otros".
"Esta historia nos llena el alma. En el día a día parece que no pasa nada, pero no llegamos a dimensionar lo que puede pasar en el corazón de las personas", relata Gabriel emocionado.
El mensaje que este grupo de santafesinos desean transmitir a quienes asisten, es que valen por sí mismos, que tienen dignidad, que son personas con capacidades y que está en ellos aprender a usarlas.
Sergio, Daniel y José tienen algo en común. Duermen en las calles de la ciudad bajo algún techo que pueda cobijarlos. Se sienten cansados y desilusionados, pero sobre todo, tienen mucho miedo. Tanto si están en la calle como si van a un refugio municipal, los jóvenes llegan drogados y les roban lo poco que tienen.
"Todo en el 'Dormi' es increíble; el ambiente y la gente, nos tratan de igual a igual y podemos ser nosotros mismos. Tenemos nuestra ropa limpia, estamos prolijos y aseados, es un gran cambio. La gente nos mira de otra manera. Es impagable la tranquilidad de acostarnos y saber que vamos a dormir. Nuestro deseo es que haya más lugares como este", dice Sergio, antes de que se termine la visita.
Para colaborar
Contacto: Marcos Páez Allende 342 5276555