Codo a codo: el trabajo en equipo como mejor defensa frente al virus
Camilleros, integrantes de los talleres textiles y personal de limpieza integran el complejo ecosistema de salud que desde hace más de un año está en permanente tensión por la pandemia. De aprendizajes, desafíos y reconocimiento va este reportaje.
Flavio Raina Camilleros del nuevo Hospital Iturraspe en pleno preparativo luego de una llamada de urgencia.
La pandemia por Covid-19 puso de relieve el trabajo de profesionales de medicina y enfermería, a quienes ubicó como héroes -involuntarios- frente a un virus desconocido, primero, y variable después. Pero alrededor de todas y todos ellos se despliegan múltiples actividades que forman parte del engranaje sanitario y colaboran para que esa maquinaria que comienza con un llamado telefónico, sigue con un hisopado y puede terminar en una internación, funcione de la mejor manera.
En estas líneas rescatamos el trabajo de algunas de las personas que componen ese complejo sistema: camilleros, personal de limpieza e integrantes del taller textil que confecciona sábanas e indumentaria para el personal de los hospitales.
Todos ellos se sienten, también, esenciales y parte de un equipo en el que cada función es importante cuando lo que está en juego es la salud.
Flavio Raina Telas e hilos que serán sábanas, cubrecamas e indumentaria para el personal de salud. Así es el trabajo en el taller textil que funciona en el viejo Hospital Iturraspe.
Telas e hilos que serán sábanas, cubrecamas e indumentaria para el personal de salud. Así es el trabajo en el taller textil que funciona en el viejo Hospital Iturraspe.Foto: Flavio Raina
Más camas, más sábanas
"Acá hacemos prácticamente todo: ropa hospitalaria y ropa de cirugía, ambos y camisolines para el personal de salud", describe Carla Zanetta, a cargo del Taller Textil que funciona en el viejo Hospital Iturraspe -hay otro taller en el Cullen- y cuya producción está destinada al nuevo Iturraspe y al Centro Oncológico. En el amplio espacio que comparte por estos días con sus colegas Lorena Lockett y Lucía Garrido, hay una gran mesa y varias máquinas, un rollo de lienzo a punto de ser cortado y un ambiente de trabajo calmo pero intenso, sin pausa pero con prisa como cada vez que se incrementa la demanda de material que, en estas últimas semanas, es siempre. Para explicarlo mejor, cuando la noticia es que se expande el número de camas para atención de pacientes Covid y no Covid, la indicación para el taller es incrementar la producción de sábanas, fundas y cubrecamas. Eso, como mínimo.
Tijeras y reglas, moldes, paciencia y una buena organización son las claves en una tarea que no se interrumpió desde el comienzo de la pandemia, ni siquiera para tomar vacaciones.
Sobre un estante hay varias pilas de cubrecamas blancos "que se van mañana", es decir el jueves, para el Iturraspe nuevo. Adentro del mismo estante hay una reserva de hilos que, como las telas, tienen como principal cualidad la resistencia.
Cada pieza que se compra, previa licitación, pasa por un proceso de prueba que también está a cargo del taller con el fin de establecer si es apta para el fin que va a tener una vez confeccionada la prenda. "El lienzo, que se utiliza para las sábanas y para transportar al paciente de la camilla a la cama, tiene que ser fuerte porque, si no, no aguanta", explica Zanetta, mientras nos conduce a otra habitación donde "no hay nada", aunque se vean varios rollos de tela, incluido polar para cubrecamas del Centro Oncológico. "Nada" en comparación con el material que estaba previsto recibir en los próximos días para cubrir la nueva demanda y reemplazar aquello que ya cumplió su ciclo útil.
"Acá hubo 20 camas más y hubo que trabajar a full", explica Zanetta, mientras Lockett muestra una sábana que ya no resiste ni un arreglo más. "Esta sábana, así como la ves, tiene apresto que con el lavado se va; pero además cuando vuelven de la sala están sucias (de sangre, fluidos) y para limpiarlas se utilizan productos muy fuertes que terminan deteriorando los hilos". Por eso, las prendas tienen una vida útil corta y el ciclo de confección es constante.
Eso si, todo se recicla y sábana que no se usa más va a mantenimiento para la limpieza de máquinas; o en el caso del material que no suelta pelusas a laboratorios para el equipamiento.
El taller se compone de cinco personas, pero dos de ellas están con licencia por Covid. El trabajo se distribuye entre las tres, de lunes a viernes de 6 a 14 "y si hace falta el sábado, también".
En una de las máquinas trabaja Lucía que llegó al taller como reemplazo en marzo del año pasado, es decir, al inicio de la pandemia; así que, con sus conocimientos en Diseño de Indumentaria, fue aprender rápido la rutina específica del lugar y poner manos a la obra.
Lorena lleva 12 años en ese espacio al que llegó también con su título, y Carla -Diseñadora y docente del Iser-, 16.
Las tres se definen como esenciales: "Imaginate, agregaron 20 camas en sala, 4 en UTI más lo que se abrió allá (en el Iturraspe nuevo) y en el momento en que abren lo primero que se hace es pedir las sábanas. Somos esenciales como las personas que limpian, los camilleros y el ambulanciero que transporta lo que producimos acá. Esto es un engranaje".
La respuesta inmediata
Protocolo es, quizás, el término que acompañó con mayor frecuencia a las noticias vinculadas con la pandemia por Covid-19. Y es también la clave del trabajo de los camilleros del nuevo Hospital Iturraspe, que contaron a El Litoral cómo es su día a día desde que el nuevo coronavirus modificó rutinas y sumó tensión a una tarea ya compleja. Y la teoría fue puesta rápidamente en práctica: en plena charla con cuatro trabajadores de la Guardia Central sonó la alarma y todo el mecanismo se puso en marcha.
En segundos se decidió quienes irían a atender la urgencia, se colocaron elementos de protección personal y se estuvo a punto para atender la urgencia que implicaba en ese momento el traslado de un paciente de sala general a terapia intensiva.
Antes de que los tiempos se aceleraran, la charla era relativamente calma. Es que la premura está siempre latente. Daniel Perdomo trabaja en esa área desde hace 8 años: "Mi función es trasladar pacientes a todos los servicios después de recibirlos en la Guardia y según lo que indique el personal médico o de enfermería", resumió.
En pandemia, una actividad que ya requería de cuidados específicos sumó nuevos entrenamientos y protocolos para el manejo de pacientes y el uso de equipos de protección (EPP). Como los que están resguardados en un armario y rápidamente fueron colocados para atender la urgencia recién recibida.
"Este es un equipo, asegura Perdomo, donde trabajamos juntos telefonistas, seguridad, médicos y enfermeros. Cuando hay una urgencia, tenemos que salir corriendo y hacer nuestro mejor esfuerzo por el paciente y por toda la gente". El esfuerzo se adivina enorme con una atención "a cama caliente" y "respiradores que no dan abasto", tal como viene ocurriendo en otros centros de salud en esta segunda ola de Covid.
"Este es un equipo -coincide Víctor Tejeda-, desde el mucamo, el enfermero, camillero, somos todos iguales en este momento y esta pandemia afecta a todos, pero estamos acá poniendo el hombro".
En el traslado de pacientes también hay colaboración y en las prácticas inmediatas es posible que se modifiquen los roles. "Nos capacitamos y entrenamos en RCP", cuenta Perdomo, mientras señala que el hospital les provee los EPP, y Upcn les entregó protección lumbar. Es que el de camilleros es un trabajo de fuerza física.
¿En qué los cambió la pandemia? "Al principio fue algo nuevo como para todo el mundo. En la parte psicológica, al ver que hay gente que se muere, te da un shock cuando vas a tu casa y tomás otro tipo de prevenciones. Se revaloriza el significado de la vida, disfrutamos las cosas a cada momento como ver a nuestros hijos, a nuestra madre, un plato de comida, tener salud. Entendés que el solo hecho de ponerte de pie y respirar es importante".
A su lado, Juan José Aguilar e Iván Chazarreta, confirman los datos y opiniones muestran la disposición de los equipos prolijamente guardados en un armario. No por mucho tiempo, solo hasta que la alarma los saque del espacio que comparten con sus colegas para atender una nueva urgencia.
Flavio Raina Una pausa en la estricta rutina de limpieza del nuevo Iturraspe para dialogar con El Litoral.
Una pausa en la estricta rutina de limpieza del nuevo Iturraspe para dialogar con El Litoral.Foto: Flavio Raina
Limpio sobre limpio
Impecable como pasillo de hospital podría decirse y, sin embargo, parece que en pandemia nada alcanza. La higiene, que es parte fundamental de la rutina en todo centro de salud, se profundiza y adquiere una importancia todavía mayor. Así se desprende del trabajo que desarrollan, entre un importante número de trabajadoras y trabajadores, Lorena Pozo, Joana Gómez y Damián Torres en el nuevo Hospital Iturraspe.
Hace siete años que Pozo realiza este trabajo al que conoce bien, pero admite que con la pandemia por el nuevo coronavirus se modificó todo. "Hubo que arrancar de cero y si antes nos cuidábamos, ahora lo hacemos mucho más", sobre todo cuando se tuvo noticias de los primeros contagios y todo era nuevo y desconocido. Desde entonces lo habitual es "ayudarnos entre compañeros y asistir al personal de enfermería" como parte de un equipo del que se sienten parte.
El recorrido diario, que ya se hacía en forma metódica, se realiza con mayor frecuencia por picaportes, mesas y demás superficies. Y antes de ingresar a una habitación se colocan bata, barbijo, copia, botas, pantalla y guantes: los materiales se descartan o higienizan al salir, según el caso.
Todo forma parte de una rutina indispensable que ese día de comienzos de mayo ya estaba incorporando Gómez en su primer día de trabajo. Debut laboral en un hospital Covid.
"Nosotros le llamamos limpieza en fino", explica Torres que lleva dos años en esta tarea, y se acostumbró, como el resto, a usar los puños para saludar y los codos para empujar puertas.
Habitaciones, pasillos, office de enfermería componen la arquitectura de una rutina necesaria para cuidarse y cuidar al resto, y por eso también se consideran esenciales. "Es todo una cadena con nosotros, los médicos, enfermeros, camilleros y todo el personal de salud".
¿Que si les enseñó algo la pandemia? "A cuidarnos, a hacer un poco más por el prójimo porque uno que está acá ve un montón de cosas y afuera no se le está dando mucha importancia".