"Los recolectores": son santafesinos y se dedican a coleccionar desde figuritas hasta etiquetas de té
Unidos por una misma pasión y hobby, se encuentra en Santa Fe un grupo de personas que guardan todo aquello que les llama la atención, les gusta, los retrae a la infancia o simplemente no quieren tirar. Con el tiempo, son cada vez más y buscan incluir a la ciudad en circuitos de intercambios.
Nicolás, Bruno, Cristian y José, forman parte del grupo de coleccionistas de Santa Fe. Foto: Pablo Aguirre
Un grupo de coleccionistas santafesinos se expande por la ciudad derramando su afán de recolectar y guardar objetos que, no siempre tienen gran valor material pero para ellos conllevan un valor sentimental. "Somos los nostálgicos de los 80/90 que ahora tenemos capacidad económica para darnos gustos en juguetes y juegos que antes los veías pasar nomás". Sin embargo destacan que "todo se colecciona".
En un bar céntrico de la ciudad de Santa Fe, se junta por primera vez casi todo el grupo. Bruno, José y Nico, los primeros en llegar, comienzan a sacar sus reliquias. "Yo tengo esta caja de una placa de video viejísima", dice Nico. "Yo estoy con las figuritas y álbumes", señala Bruno. "Es más fácil saber qué no colecciono", relata José y saca sus libros con colecciones de paquetes de azúcar y etiquetas de té.
"Con mi novia empezamos a tomar un té, un café en algún lado y miras el sobre de azúcar y algo le encontrás. 'Mirá que lindo sobrecito', 'pero éste es distinto', 'ah, este tiene logo'... Y así empieza la locura. Algunos los compré, tengo de todos, varias marcas, series completas y hasta los de la YPF. Además colecciono la etiqueta de la tirita de los tés, son colecciones baratas de hacer", comenta José.
"Los sobres viejos los compré en lotes por internet, salen dos mangos porque para nadie tiene valor. Yo le saco el azúcar, los limpio con agua oxigenada y agua caliente, los dejo al sol y se blanquean. Algo cotidiano pasa a ser lindo, bien presentado y a la gente le llama la atención", culmina su relato el coleccionista.
El grupo reprocha que en Santa Fe es bastante reducido y limitado el alcance de este tipo de cosas. De a poco se fueron armando, eran 4 ó 5 y de ahí se hizo una "bola de nieve" con invitaciones a conocidos o familiares. Ya son 10-12 los integrantes que tienen de 30 años para arriba.
La colección de etiquetas de té que conserva José. Foto: Pablo Aguirre
"Ahora es todo muy digital, ya no hay colecciones, viene todo en computadora, celular y eso le da más valor a lo material, a ese papelito que guardaste hace unos años. En el caso de las figuritas, ahora vienen como NFT, son figuritas sí, pero digitales", relata otro de los coleccionistas.
Impulso
Sin embargo, Bruno, fanático de las figuritas, comenta que "el fútbol mantiene vivo el mercado. Se enganchan padres e hijos, son una pasión. Se juntan en el parque federal o distintos puntos de la ciudad e intercambian figuritas, parece Wall Street", cuenta el "figuritero".
"Con el tema de la pandemia me puse a limpiar y encontré dos o tres álbumes y me dieron ganas de coleccionar otra vez, me dio el impulso. Me puse a buscar por las redes y me dio curiosidad la cantidad de gente que hay en el tema de las "figus" y los intercambios. Son locos de pagar fortuna, hay un mercado para eso y se consiguen un montón", relata Bruno.
El grupo y algunas de sus colecciones. Álbumes, figuritas, sobres de azúcar y mucho más. Foto: Pablo Aguirre
Además agrega que "lo atractivo de coleccionar figuritas y completar álbumes es el intercambio. Vienen lotes enteros a pegar pero pierde la magia. Me hablaban para intercambiar figuritas y cuando llegaba al lugar estaba el nene de 7/8 años con la madre esperando las que le tenía que llevar para cambiar".
"Hay un circuito de intercambio entre Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza y Santa Fe siempre queda al costado. La idea es meternos en ese circuito e ir expandiendo el grupo"
Para ustedes, coleccionar es...
"Remitirnos a tiempos anteriores, a la infancia, donde lo único que importaba era divertirse. La década de los '90 fue un bombardeo de productos que en ese momento eran simples juguetes hasta que empezaron a tomar ese valor de colección. Nos despierta nostalgia", coinciden los jóvenes.
"Hay distintas ramas de coleccionistas, está el que lo hace porque lo lleva a recordar cuando era pibe y el coleccionista inversor, que guarda o compra algún objeto que sabe que a determinado grupo etario en determinado momento va a poder vendérselo a un alto valor". Cada uno da su propia respuesta a la pregunta de El Litoral.
-¿Qué sienten al perder o romper parte de una colección?
-Perder algo, duele pero es algo material, casi siempre se puede volver a encontrar.
-Duele un montón más cuando uno lo buscó durante mucho tiempo.
-También duele cuando se te pasa algo que te arrepentís de no comprar o no juntar o haber tirado.
Situación en Santa Fe
"Hay un circuito de intercambio entre Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza y Santa Fe siempre queda al costado. La idea es meternos en ese circuito e ir expandiendo el grupo. En Buenos Aires se hacen las ferias cirujas, un trueque de coleccionistas, coordinás por internet y cuando se encuentran ya sabes que tenés que comprarle o canjearle. Están hechas por gente que le gusta el coleccionismo no por comerciantes y eso está bueno porque te conoce, saben lo que cuesta conseguir cada objeto. Tenemos el espíritu de ciruja, andamos viendo lo que hay en un contenedor por ejemplo".
Para cerrar su relato, mientras miran sus colecciones desparramadas en la mesa del bar, los coleccionistas destacan: "la idea es coleccionar algo, no importa qué. Son cosas tan irrelevantes, descartables que el valor se lo pones vos. Cuando tenés más de dos diseños distintos de un elemento ya tenés una mini colección".
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