El aumento del boleto de colectivos urbanos en la ciudad de Santa Fe a $ 700 abre el debate sobre la posibilidad de que los comercios atiendan en horario corrido, como ocurre por ejemplo en Buenos Aires, lo que implicaría un cambio sociocultural.
A los empleados se les incrementan los costos de movilidad. Los consumidores no tienen el hábito de comprar a la siesta. Y los empresarios lo ven “difícil” de implementar.
El aumento del boleto de colectivos urbanos en la ciudad de Santa Fe a $ 700 abre el debate sobre la posibilidad de que los comercios atiendan en horario corrido, como ocurre por ejemplo en Buenos Aires, lo que implicaría un cambio sociocultural.
Con el aumento del boleto el mayor impacto en sus finanzas lo tienen ahora los empleados de los negocios santafesinos que deben pagar cuatro viajes de colectivo a diario para ir a trabajar. Con un boleto a 700 pesos deben afrontar ahora un gasto diario en movilidad por colectivos de $ 2.800, para viajar cuatro veces por jornada. Esto que hace un promedio semanal de $ 16.800, que asciende de manera mensual a $ 67.200.
“La verdad es que a mí se me hace imposible seguir pagando esto solamente para poder ir a trabajar”, dice Claudia, una empleada de un local comercial de la avenida Aristóbulo del Valle. “No sé cómo voy a hacer”, agrega. El mismo relato tiene Facundo, otro empleado que viaja todos los días desde el norte de la ciudad para trabajar en el microcentro. “Yo no puedo dejar de usar el colectivo porque antes venía en moto y no tenía donde dejarla, por eso me la robaron, así que necesito viajar sí o sí en colectivo y la verdad es que no me alcanza la plata para pagar cuatro boletos a 700 pesos todos los días”, se queja.
En la actualidad son aproximadamente unos 15 mil los empleados de comercio registrados en el Gran Santa Fe, que agrupa a distintas localidades del área metropolitana. A estos se les debe sumar el sector no registrado. Cabe mencionar que no todos circulan en colectivos para ir a trabajar. Otros lo hacen en vehículos particulares como autos, motos o bicicletas, o a pie. Y los menos, en taxis o remises.
“Si vos le preguntás a los empleados de comercio, con lo que vale hoy el boleto todos te van a decir que quieren el horario corrido”, dice Pablo, un vendedor de una zapatería con experiencia de ventas tanto en el microcentro como en locales de sucursales sobre las grandes avenidas de la ciudad. “Más allá de que te tenés que organizar para llevarte una vianda, porque sino terminás gastando lo mismo”.
“Una cosa es el horario corrido en el centro y otra en los barrios”, agrega Pablo. “A donde más conviene es en el centro, porque siempre queda gente a la salida de los bancos y hay otro movimiento, aunque después de la pandemia a esa hora casi que no hay nadie”, aclara. “Mientras que en los barrios la gente siempre duerme la siesta, así que nunca funcionó el horario corrido”.
Mario vendía electrodomésticos y ahora atiende un almacén. Dice que “el horario corrido te recontra conviene, porque tenés más vida y disfrutás más el tiempo, además de tener menos costo de transporte”. Y agrega: “Creo que se dejó de aplicar después de la pandemia porque la patronal no quiso acostumbrar al cliente, porque en definitiva es una cuestión de costumbre, porque si el cliente sabe que cerrás a las 18, se va a acostumbrar a ese horario”. Y para los que se quejan del calor de la siesta santafesina, Mario dice que “en Rosario hace casi el mismo calor que acá y allá hacen horario corrido, así que no hay justificativo”.
Entre los consumidores están quienes defienden la siesta santafesina a la que la consideran como “sagrada” -dice Claudia- y quienes sostienen que se debe ir hacia un horario corrido, “porque tomarte uno o dos bondis por turno es un presupuesto”, dice Gerónimo. Mientras que Juan, otro ciudadano, agrega: “Horario de 9 a 18 horas, como todas las ciudades importantes”.
Desde el Centro Unión Empleados de Comercio de Santa Fe (Cuec), que es el gremio que representa a los trabajadores, desde febrero pasado esperan una respuesta al pedido que le realizaron al Ministerio de Trabajo de la Provincia para que reúna a las partes para comenzar a discutir el tema. En dicha mesa deben sentarse tanto los empleadores -agrupados en el Centro Comercial- como los representantes de la Municipalidad de Santa Fe, además del Cuec.
“Somos los principales promotores del horario corrido del comercio en Santa Fe”, resume Edgardo Coria, secretario adjunto del gremio. “Esta mañana nos contestó el Ministerio (de Trabajo), nos dicen que van a convocar a una reunión para esta semana”, anticipa el dirigente, y agrega que con el Centro Comercial ya mantuvieron “reuniones informales”.
Con el nuevo aumento del boleto “los trabajadores se ven afectados, al igual que los empleadores, así que hay que unificar una posición y avanzar hacia el horario corrido para que el trabajador no pierda el poder adquisitivo”, reclama Coria.
Alejandro tiene un comercio sobre la Peatonal San Martín. Y tiene experiencia en el rubro. Este comerciante dice sobre la discusión del horario corrido que “es prácticamente imposible llevarlo a cabo. Y eso que yo hago horario corrido, pero en general Santa Fe no está preparado para hacerlo”.
Es que su comercio de ropa “Company” está ubicado en un lugar estratégico sobre la Peatonal por donde circula gran cantidad de gente a toda hora. “Por eso abro de corrido, pero sé que puedo llegar a vender algo más para el Día del Padre y los dos meses de frío que hay en el año, el resto no pasa nada”, explica. “Ni en pandemia funcionó. Cerrábamos a las 18 y la gente en la puerta nos golpeaba el vidrio para que la atendiéramos”, recuerda.
Alejandro dice que “el calor y la inseguridad inciden en la decisión de no trabajar de corrido. Hay mucha gente deambulando y pidiendo a toda hora, más que antes”, alerta el comerciante.
Desde el Centro Comercial, institución que agrupa a los negocios de la ciudad, lo ven “difícil”. “Sabemos que ahora el tema volvió a estar en discusión en la opinión pública, pero la verdad que es muy difícil de poder concretarlo y llevarlo adelante, porque se necesita llegar a un acuerdo que implica varias cosas”, dice el gerente de la institución, Fabián Zanutig, y enumera luego “la seguridad, los hábitos de consumo de la gente, los acuerdos laborales y sindicales existentes, y los contratos”, entre otros puntos.
“Se podría llegar a dar la posibilidad de que el comerciante decida si abre en horario corrido, pero imponerlo y cambiar todo creo que es imposible”, dice Zanutig. Y apunta que además “es muy distinto lo que pueda llegar a implementarse en el centro a lo que se decida hacer en las avenidas y los barrios, porque los hábitos son muy diferentes”.
Cabe recordar que durante la pandemia por coronavirus, el comercio santafesino modificó su horario de trabajo. En el 2021 los negocios estaban habilitado a abrir sus puertas de 9 a 19 horas, con la obligatoriedad de cumplir este horario corrido en el macrocentro (entre Rivadavia, Urquiza, Gral. López y Suipacha). Mientras que en el resto de la ciudad continuó el mismo horario, con la opción de cerrar a la siesta. Esto fue un pedido de los negocios de proximidad de algunos barrios.
Por su parte, los supermercados durante la pandemia abrían de 8 a 20 horas, con la misma obligatoriedad de cumplir horario corrido en el macrocentro.
La implementación del horario corrido en el comercio puede traer varios beneficios tanto para los trabajadores como para los empleadores y la economía en general. Uno de estos beneficios puede llegar a ser una mejor conciliación entre trabajo y vida personal. Al tener un horario continuo, los empleados pueden disfrutar de una jornada laboral más compacta, lo que les permite tener más tiempo libre para actividades personales, familiares y recreativas.
La eficiencia en la gestión del tiempo es otro factor a tener en cuenta. Al evitar interrupciones en el horario laboral, tanto los empleados como los empleadores pueden optimizar la organización de sus actividades diarias, lo que puede aumentar la productividad y eficiencia en el trabajo.
La medida impacta en el ahorro de recursos, ya que al reducir la cantidad de aperturas y cierres de comercios, se puede disminuir el consumo de energía y otros recursos, lo que puede contribuir a una gestión más sostenible y amigable con el medio ambiente. También facilita la planificación. Tanto para los ciudadanos consumidores como para los comerciantes, tener un horario corrido facilita la planificación de las compras y actividades comerciales, ya que saben que los establecimientos estarán abiertos durante un período continuo de tiempo.
Esto además redunda en el fomento del turismo y el ocio, ya que brinda a los visitantes y residentes más tiempo para disfrutar de las atracciones y actividades comerciales de la zona.
Por último, otro factor es la reducción de costos operativos asociados con el mantenimiento y la operación de los establecimientos, ya que pueden optimizar el uso de recursos humanos y materiales.
Si bien el horario corrido en el comercio puede tener beneficios, también puede presentar algunos aspectos negativos. Es que la redistribución de las horas de trabajo podría afectar negativamente a los empleados que dependen de horarios flexibles o parciales para cubrir sus necesidades personales o familiares.
Otro factor a tener en cuenta es la sobrecarga laboral. En algunos casos, el horario corrido puede llevar a una mayor concentración de horas de trabajo en un período más corto, lo que podría aumentar la presión y el estrés laboral para los empleados, especialmente si no se gestionan adecuadamente los descansos y las pausas.
Además, aunque el horario corrido puede facilitar la planificación para algunos consumidores, para otros podría significar una reducción en la flexibilidad para realizar compras o actividades comerciales en horarios que se ajusten mejor a sus necesidades individuales.
En ciertos casos, los pequeños comercios pueden enfrentar dificultades para adaptarse al horario corrido debido a limitaciones de personal o recursos, lo que podría generar desventajas competitivas frente a grandes cadenas comerciales.
El cambio hacia un horario corrido puede requerir también ajustes en la logística de aprovisionamiento, distribución y entrega de productos, lo que podría implicar costos adicionales para los comerciantes y proveedores.
Por último, puede existir también una natural resistencia cultural por parte de empleados y consumidores acostumbrados a una estructura horaria diferente.
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