Es pertinente mirar hacia atrás en el tiempo y analizar cómo cambiaron los usos y costumbres de la nocturnidad en Santa Fe, a la par de las normas locales. Así, en la década del ´80 se sanciona el Reglamento de Zonificación (Ordenanza Nº 8.813), que con el Cuadro de Usos por distritos definía qué actividades estaban permitidas en determinados sectores del ejido urbano. En los años '90 se aprobó la ordenanza de Espectáculos Públicos, además de la primera norma sobre ruidos molestos de la ciudad (Nº 9623).
"En 2004 ocurrió la tragedia de Cromañón, en Buenos Aires. Y en la Recoleta santafesina se congregaban 20 mil personas en seis manzanas, pues allí estaban las discotecas, pubs, comedores con espectáculos, locales de fiestas y bares: todo", explica el concejal Lucas Simoniello, haciendo un racconto histórico de la noche santafesina.
Luego comenzaron las restricciones a determinadas actividades nocturnas dentro del caos de la Recoleta. En 2005 se sanciona otra ordenanza de ruidos molestos (la Nº 11.213), que establece que para determinados locales comerciales (confiterías, pubs, clubes nocturnos) debía haber una insonorización acústica de estos establecimientos previo a la habilitación.
Llega el 2009-2010 con la declaración de emergencia nocturna y el proceso de relocalización de boliches (a la vera de la ruta 168, zona del Puerto, parte del corredor de Av. Alem y Gorriti) y pubs afuera de determinados micro entornos urbanos. "En el mientras tanto, hasta el 2008 teníamos a la Estación Belgrano como 'nido de ratas', el Mercado Progreso como 'nido de motos', el Molino Franchino y el Marconetti caídos en el olvido", pone en contexto.
Santa Fe empieza a tomar volumen como polo gastronómico y de bares. "Y la zonificación nunca estableció nada concreto con relación a estos locales (bares y restós), siempre se dejó hacer. Los restaurantes están permitidos en barrio Siete Jefes, por ejemplo. Y a la par quedaron habilitados otros locales como parrillas con espectáculos, patios cerveceros... Éstos no tenían clasificación, y en consecuencia siguieron habilitados, a excepción del rubro boliches y discotecas bailables que sí tenían regulación sobre dónde funcionar".
Con todo, actualmente hay un montón de locales nocturnos que tienen permitida su habilitación, pero sin una regulación clara. "En este contexto, lo que se pretende avanzar con el mensaje de nocturnidad es justamente regular una ciudad que cambió. Creo que lo mejor de todo este proceso de discusión es el diálogo sobre las reglas a aplicar", agrega.
El concejal Lucas Simoniello, uno de los "articuladores" en el diálogo con los distintos actores vinculados con la nocturnidad.
Simoniello enumera en este sentido esas reglas: los horarios, el uso razonable y racional del espacio público (que incluye higiene y limpieza del entorno inmediato); la ocupación de acera (con un paso siempre habilitado) y la aparición de nuevos espacios como los balcones gastronómicos "que quizás ameriten más control", además del aforo (cuántas personas pueden estar habilitadas a permanecer en un local nocturno). "Estas cuestiones centrales son las que tenemos que resolver", cierra.