Zapatillas negras con detalles blancos, jean azul a tono con el saco, bigote al estilo new wave, Lorenzo Cantelli, influencer y guía turístico conocido como el “Chimi Santafesino” comenzó a narrar historias y anécdotas. Cómo era la regulación de las Casa de Tolerancias (burdeles) hace 100 años; cuándo se construyó el Cementerio Municipal, de qué manera funcionaron el tranvía a caballos y luego el eléctrico, o el día que se prohibieron las riñas de gallos en la ciudad…
Aquello transcurría en el recinto del Concejo de Santa Fe, en calle Salta 2943, y los invitados que escuchaban eran ex concejales y concejalas de la ciudad, además de periodistas. Lo curioso fue que aquellos relatos de Cantelli se iban retroalimentando de lo que aportaban esos legisladores locales que algunas vez ocuparon una banca, en las décadas del ‘80 y del ‘90, incluso más cerca en el tiempo. Y así, empezaron a “saltar” anécdotas insólitas.
Tres tiros
En 1986, se produjo una sesión escandalosa. Había dos facciones del justicialismo enfrentadas. En un momento de extrema tensión, alguien sacó una pistola y disparó tres tiros. Sí, en medio de la sesión. El apuntado se salvó de milagro.
Unos años después, en medio de un conflicto con un gremio, dos concejales salieron del recinto a calmar a los pesados muchachos que estaban afuera. Pero los “apretaron” a esos dos legisladores que se pretendían “conciliadores”, los cuales entraron corriendo a guarecerse dentro del recinto. Aunque allí dentro volaban hasta las bancas, porque los ediles se tiraban “con de todo”. La política del pasado, claro está, era muy distinta a la actual.
Incluso surgió la historia de la pintura más importante del Concejo: es la obra de Alicia Sedlacek, con sus dos metros de alto por sus 3,20 de largo, con los niños, la cruz, el pasado pero el futuro como Norte. A toda la simbología la contó José Corral, ex presidente del Concejo y ex intendente (actual diputado provincial), quien impulsó el certamen en 2010, en el marco de la conmemoración del 437º Aniversario de la Fundación de Santa Fe.
Relato colectivo
Esta construcción colectiva del relato fue el elemento más atractivo de la presentación de “El Concejo abre sus puertas”, una iniciativa impulsada por la presidencia, a cargo de Adriana “Chuchi” Molina, y que busca “ser un llamador para que los vecinos de la ciudad conozcan quiénes somos, cómo trabajamos, y por supuesto, nuestra historia”, dijo la concejala en diálogo con El Litoral.
Para Adriana Molina, el objetivo de “El Concejo abre sus puertas” es “que los vecinos se acerquen, nos conozcan y conozcan nuestra historia”. Crédito: Manuel Fabatía
Las charlas serán gratuitas y abiertas para todos los vecinos y vecinas de esta capital que quieran interiorizarse sobre cómo funciona esa “caja de resonancia” barrial que es el Concejo. Porque allí es donde se depositan en primera instancia los reclamos, las peticiones y las iniciativas propositivas de la ciudadanía. El evento se realizará una vez por mes, los días viernes.
Santa Fe, a la vanguardia
Hay un mojón en la historia legislativa de bota santafesina y la ciudad que Cantelli dejó en claro varias veces. La “Invencible” fue la primera provincia del país en tener su propia constitución, en 1819; es decir, 34 años antes de que se apruebe la Constitución Nacional de 1853, donde a su vez su sancionó en Santa Fe. ¿Y dónde tuvo lugar la reforma constitucional del ‘94? En esta capital provincial.
Por otro lado, el Concejo local tiene nada más y nada menos que 151 años de vida. Pocos legislativos jurisdiccionales en el país cuentan con tanto tiempo de historia. “Santa Fe está a la vanguardia en el país a nivel de legislación, que siempre fue moderna y buscó organizar la vida en una ciudad que iban cambiando permanentemente, sobre todo con el flujo inmigratorio de principios del 1900, Debemos sentirnos orgullosos”, pide el influencer.
Burdeles y casa embrujada
El “Chimi” cita varias ordenanzas de otrora, que versaban sobre la regulación de las Casas de Tolerancia o Casas de Citas (burdeles). “El sector donde funcionaban era alrededor de la vieja Estación Mitre, la ‘zona roja’ de Santa Fe. Había una regulación normativa para los encargados de esas casas, y una asistencia social médica para las prostitutas. Si los doctores les detectaban una enfermedad venérea, eran trasladadas a un sifilicomio”, narra.
Luego trae en su exposición la mítica “casa embrujada” de barrio Sur, en calle 3 de febrero. En ese sector se construyeron “casas baratas”. “Baratas se les decían porque se edificaron para los trabajadores del Ferrocarril Mitre; había hospedaje por noche, y había prostitución, también… Los vecinos se quejaban permanentemente”, relata.
Sola, de noche en la estación
Cuenta la historia que una mujer joven llega a Santa Fe en los años ‘30. Pero se perdió el tren de regreso a Buenos Aires, que salía a las 22. Debía esperar hasta las 7 de la mañana del día siguiente en la estación. Asustada por estar en una zona complicada, sola y de noche, a esta joven actriz se le acerca un señor, quien le ofreció ir a pernoctar en su hogar. El caballero tenía esposa y una hija.
Antes que dormir en una fonda peligrosa o en la estación de trenes, la joven accedió a la invitación. Descansó y al otro día, luego de agradecerle a este señor (que no sabía a quién había ayudado) y a su familia por la gentileza, retornó a Buenos Aires.
Ocurrió que varios años después, a mediados de los años ‘40, este caballero se encontró en medio de problemas sindicales -se estima-. Y viajó a Capital Federal para encontrar una solución.
Golpeó y golpeó puertas, pero nadie podía ayudarlo. Las negativas eran lapidarias. “En una oficina, el caballero dijo su nombre en voz alta. Y se escuchó a una mujer que ordenó: ‘Hagan pasar a ese señor’.
Cuando él ingresó al despacho, quien lo esperaba era María Eva Duarte de Perón. Él, sin saberlo, había ayudado a Evita en su periplo en la Estación Mitre. Y ella lo ayudó a él en su problema”, cuenta Cantelli.
Riñas de gallos
Según las ordenanzas de época, había zonas asignadas y autorizadas para hacer riñas de gallos, que no era otra cosa que una timba, un “escolaso”. Dos gallos luchaban hasta morir, y los presentes alentaban desaforados con sus billetes blandiendo de sus manos. Era una actividad muy popular.
Muchos ex concejales participaron del evento. Y varios contaron curiosas anécdotas. Crédito: Manuel Fabatía
“Es difícil ver con los ojos actuales, por el proteccionismo animal. Pero esto pasaba; hasta que en 1954, una ley nacional las prohibió”, dice “El Chimi”. Y Santa Fe adhirió a esa ley. Aunque siguió ocurriendo de forma ilegal.
El edificio del Palacio Municipal se construyó entre 1943 y 1945. La estética arquitectónica era de monumentalismo racionalista, muy frecuente en esa época. El Estado se muestra como una entidad de poder: edificio hacia arriba, enhiesto. A su costado, el edificio bajito del Concejo, como un “hijo mimado”.
Cementerios
Poca gente lo sabe, pero en la ciudad existieron varios cementerios antes del Municipal. ¿Y dónde estaban esos otros cementerios? “Uno se encontraba donde actualmente está el Parque Garay, otro en los terrenos del Colegio Nacional Simón de Iriondo, y el tercero en el extramuros de Guadalupe, en la parte de atrás”, enumera Cantelli.
“La Brava Jazz Quarter” se lució amenizando la “avant premiere”. Crédito: Manuel Fabatía
Pero llegó un momento en que los muertos no daban abasto. “Entonces, por una ordenanza, entre 1886 y 1892 se construyó el Cementerio Municipal (seis años demoró hacerse). En aquel entonces, lo más lejos al norte era bulevar, como mucho (risas). Después la ciudad creció exponencialmente hacia el norte, y el cementerio quedó en medio del barrio San Pantaleón”, apunta.
La charla llegaba a su fin, y muchos querían seguir escuchando aquellos relatos. Pero en el hall aguardaba “La Brava Jazz Quarter”, grupo de cool jazz que amenizará el fin de la “avant premiere”. Y claro, los lisos santafesinos y los sanguchitos pasaron a ser los verdaderos protagonistas.